VALÈNCIA. Desde hace años está sobre la mesa el debate sobre la posibilidad -o idoneidad- de plantear en València un museo del cómic y la ilustración, una reivindicación que pasa por mirar con envidia a otros proyectos como el Museo ABC de Madrid -aunque con un presente incierto- y por reivindicar una tradición valenciana que, a pesar de su arraigo, no ha logrado hacerse con un espacio estable de estudio y/o divulgación en la ciudad. Si bien el MuVIM ha salpicado su programación de cómic o el IVAM ha puesto en marcha una fanzinoteca, lo cierto es que sabía a poco. De esto eran conscientes en la Universitat de València (UV) cuando, no hace mucho, pusieron en marcha el Aula de Cómic de la mano del experto Álvaro Pons, iniciativa que colocó las primeras piedras de un proyecto que ahora da un paso definitivo para la puesta en valor de tantos creadores cuya obra no había encontrado acomodo en la ciudad desde donde dibujaron. Como respuesta, nace el centro valenciano de estudios y conservación del patrimonio del cómic.
El proyecto, impulsado por la Universitat y el Ayuntamiento de València, fue presentado ayer en un acto en el que se desvelaron algunas de las claves de este futuro ‘santuario’ del cómic. Una vez claro el qué tocaba saber el dónde y el cuándo. Será en el número 4 de la plaza Tavernes de Valldigna, sede del antiguo Centro Excursionista, donde se levante el centro, que convivirá con la Biblioteca Municipal Carles Ros. De hecho, será el propio personal de la misma el encargada de su gestión. La apertura, por su lado, está prevista de cara al inicio de 2022, tal y como desveló la concejala de Acción Cultural, Maite Ibáñez, que presentó el centro junto a Álvaro Pons. Ambos insistieron en que se trata de una experiencia única en el panorama nacional, un proyecto que tiene como objetivo divulgar el patrimonio, sí, pero en primera instancia conservarlo y fomentar la investigación en torno a él.
“Será un centro de referencia del cómic a nivel local y nacional, el primer centro público en España de estas características […] No disponemos de un centro que que asegure la conservación de este patrimonio. Queríamos corregir esta carencia”, expresó la edil. El hecho de que no existiera una entidad encargada de la catalogación o conservación del cómic valenciano ha provocado la pérdida de no pocos ejemplares y colecciones, un olvido que obliga ahora a reconstruir una historia hasta ahora mimada por unos pocos. Un caso similar es, de hecho, el del Arxiu Valencià del Disseny, impulsado también por el vicerrectorado de Cultura de la UV, que actualmente está preparando su mudanza a La Marina y que nace con el objetivo de recuperar ese patrimonio perdido. “Apoyar el cómic desde el sector público ha sido una necesidad especialmente en los últimos años”, defendió Pons.
El centro nace con el objetivo de ser un espacio desde el que se generen proyectos expositivos, en colaboración con otras instituciones como el Museu del Còmic i la il·lustració de Sant Cugat, que parte de una iniciativa privada, o el centro de Angoulême, ciudad clave en el sector. "Hay un interés evidente en ir más allá del ámbito local", explica a este diario Pons. También quiere el espacio velar por la buena conservación de unas colecciones que hasta ahora no han tenido un lugar natural en el que descansar. El propio Álvaro Pons lamentaba que estos años no son pocos los tesoros de papel que han acabado “en contenedores”. Con todo, es el impulso de la tarea académica, la investigación, el gran pilar del nuevo centro del cómic, convirtiéndose a la postre en el espacio de referencia para estudiosos en la materia.
El anuncio llega como un espaldarazo definitivo al sector del cómic, un proyecto que se ha cocinado a fuego lento. "No creo en los milagros, sino en el trabajo hecho", explica Pons. Con el anuncio del nuevo centro todavía fresco, Culturplaza habla con Álvaro Pons sobre el proyecto:
-¿Por qué era necesario crear este espacio?
-Porque no existía nada igual. Tenemos un problema ahora y es que las colecciones de cómic, sobre todo las clásicas, aquellas anteriores a los años 60 o 70, son muy difíciles de encontrar. Precisamente ahora estamos viendo como está creciendo la investigación en torno al cómic, lo vemos en el número de tesis doctorales que se están impulsado en los últimos años, que se han disparado de una manera espectacular. Esta dificultad la veo con la gente que colabora y ayudo, todos chocan con una misma barrera: cuando quieren investigar una determinada colección o un determinado periodo de la historia del cómic, no hay ningún sitio para poder consultar esos materiales. La Biblioteca Nacional tiene algunos, pero otros están perdidos, mal catalogados; En San Miguel de los Reyes tienen unos fondos que no son completos... Falta un sitio que ayude a centralizar estas cuestiones. Era necesario un espacio físico que ayude a conservar el patrimonio de colecciones de un cómic que se consideraba material fungible.
Mucha gente cogía los Pumby y los tiraba a la basura. Hemos visto que grandes colecciones han acabado en los vertederos, porque la familia no quería hacerse cargo y no había una institución que lo hiciera. Al final, ese material desaparecía. Y era, quizá, la última oportunidad para poder acceder a según qué materiales de gran valor cultural. Por esto la necesidad de un espacio físico, para poder mantener estas colecciones, restaurarlas y trabajar sobre ellas. Evidentemente lo que no queremos es ser un sitio donde tengamos todos los cómic del mundo, sino poder colaborar con espacios que tienen otras colecciones, como San Miguel de los Reyes o el IVAM, trabajar a través de préstamos u otras colaboraciones para poner en valor este patrimonio que está un poco disperso. No se trata solo de centralizar, sino también de coordinar.
-Por una parte está la pérdida de patrimonio que no se ha cuidado y, por otra, la posible fuga de piezas que han podido acabar en colecciones o centros de fuera de València.
-Lo estamos viendo ya, con ejemplos como el Archivo Lafuente, que está en Cantabria, y ha adquirido obra de Mariscal o Nazario, que estaba en Barcelona. Y aquí se podría producir también. De hecho, ya hemos perdido algunas piezas. Al Museu del Cómic de Sant Cugat han ido algunas colecciones privadas, por esto queremos generar colaboraciones con estos centros. Ellos, en cualquier caso, están trabajando desde el ámbito privado, sin prácticamente ayuda. Es importante que este proyecto tenga un apoyo público porque estamos trabajando por nuestra cultura, por nuestro patrimonio. A veces parece un simple tebeo, pero ese tebeo forma parte de nuestro patrimonio. Más en nuestra tierra, que tiene en su ADN el cómic. Debemos evitar esa pérdida de riqueza cultural, que se está yendo a la carrera a otros sitios.
-¿Con qué fondos echa a andar el centro?
-Ya estamos hablando con algunos autores y coleccionistas que nos van a ceder material para que esté catalogado, esto es muy importante. También queremos recuperar aquellas colecciones perdidas, que sepan que aquí tienen un espacio. Ya tenemos una colección donada, de un profesor de la Universitat de València, Vicente Forés, que falleció tristemente el año pasado. Su familia nos ha cedido toda colección, que reúne varios miles de ejemplares de los años 70 y 80. Seguimos negociando con otros coleccionistas, un proceso fundamental y que ahora se intensificará. De hecho, desde que hemos dado a conocer la noticia ya tenía tres o cuatro mensajes para realizar donaciones [ríe] Lo que esto demuestra es que el sector necesitaba este centro.
-La fanzinoteca del IVAM surge de una donación tuya y teniendo en cuenta el cambio de dirección en el museo, ¿cabe recuperarla y llevarla a este nuevo centro?
-No habría ningún problema pero creo que es más interesante que forme parte del IVAM y seguir trabajando con ellos. Además, en este caso, estamos a un tiro de piedra. Lo ideal es seguir colaborando.
-¿Hay algún objetivo concreto a la hora de crear o trabajar sobre los fondos?
-No hay una línea principal en este sentido, pero evidentemente vamos a intentar primero recuperar lo más difícil de conseguir, aquellas publicaciones de los años 40 o 50. Esa época es fundamental. Evidentemente tendremos una mirada especial a esa parte más patrimonial, aunque también es importante no perder materiales actuales. En el primer caso sí hay una necesidad de movernos rápido, porque cuanto más tardes más difícil será de conseguir. No solo por el hecho de que desaparezcan, sino también porque se degradan. Utilizan un tipo de papel que necesita un tratamiento especial, un proceso de restauración, con lo que sí hay una cierta urgencia por conseguir estos ejemplares.
-Han puesto el acento en el apartado académico del proyecto, ¿en qué se traduce?
-Nosotros lo que queremos es fomentar la investigación, con espacios para el trabajo de becarios, generando un programa residencias, etc. Desarrollando proyectos de investigación tanto de ámbito nacional como local o vinculándonos a proyectos europeos como iCOn-MICS (investigación en cómics y novela gráfica del área ibérica). Todo trabajo en la investigación también está vinculado al apartado de la divulgación. Ya estamos trabajando para generar cursos en el centro.
-Desde el punto de vista expositivo se ha aclarado que será una parte puntual del centro, que también asume la tarea de coordinación de proyectos fuera de su propia sede.
-El centro de investigación no nace como una idea de museo. Un museo por desgracia tiene una tendencia a hacer algo estático, con vocación de aglutinar. Este espacio, de hecho, no da para hacer grandes exposiciones, y casi que lo prefiero. Quiero que el centro sea un espacio desde el que favorecer la puesta en marcha proyectos. De esta manera, el centro no es el único espacio expositivo, sino que toda la ciudad lo es. Podemos colaborar con exposiciones con la Universitat de València, con el MuVIM o con el Museu de Prehistòria, que ya han acogido proyectos en torno al cómic. Nuestra labor de divulgación pasa por esto, por fomentar exposiciones e itinerancias, dentro y fuera de València.