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vals para hormigas  / OPINIÓN

Amnistía y tabla de planchar

9/11/2023 - 

Una vez que se comprende que es inútil tratar de entender España, la vida se lleva mucho mejor. Es como decidir que en tu casa no va a entrar ninguna plancha, un problema menos. Naturalmente, tienes que acostumbrarte a la ropa arrugada o ser capaz de demostrar que tus prendas se alisan en el armario por mera intervención de la gravedad. 

En el caso que nos ocupa, las negociaciones para la investidura del gobierno y el revuelo de magnitud 7 en la escala de Richter que se está produciendo a cuenta de la amnistía, no me negarán que España está arrugándose bastante. Y no sé aventurar si las cosas acabarán cayendo por su propio peso y, por consiguiente, se allanarán. Lo que sí cuesta más, teniendo en cuenta que uno debe afrontar una columna de opinión como esta, es eludir el asunto. Así que, echaré mano del agua destilada y rescataré la tabla de planchar de la alacena. Les avanzo que, como Rick en Casablanca, me pondré del lado del zorro pero tendré en cuenta el punto de vista del sabueso. Primer mandamiento de la ley de Bogart, que parece haberse olvidado en el confín de las redes sociales.

En primer lugar, debemos remontarnos a los resultados electorales del 23-J. Una mayoría de votantes dio la victoria a una serie de partidos que se alejan del centralismo. O que, al menos, no rechazan de plano un refuerzo del poder autonómico e incluso vías como la del federalismo. Naturalmente, hablo en general, porque los electores también habrán tomado en consideración cuestiones como los avances sociales o las políticas destinadas a frenar el cambio climático, entre otras. Pero en el asunto que nos ocupa, el PP tendría que haber tomado nota de la repercusión que tuvieron sobre su electorado las medidas tomadas durante el 1-O o el cambio de tendencia de voto registrado entre las autonómicas y municipales y las generales, probablemente cimentado en sus pactos con el partido que no deja trabajar a los periodistas, que promulga la eliminación del estado de las autonomías pero no rechaza ni un solo puesto de consejero o diputado autonómico, sobre todo si conlleva un sueldo sustancioso. Si Feijóo hubiera frenado a la ultraderecha en un primer momento, quizá ahora dormiría en La Moncloa con algo más que el voto canario. Pero no parece este el sustento del cocido. Los dos partidos mayoritarios han sabido dialogar con los nacionalistas y periféricos cuando les ha convenido.

Los verdaderos quebrantos han nacido del pacto entre PSOE y ERC, en el que se acuerda la promulgación de una ley de amnistía, en principio, porque aún no hay ningún documento que lo acredite, para los políticos catalanes que impulsaron la vía unilateral de independencia de Cataluña. Y aquí, estamos equivocados todos, me temo. Todos perdemos, como en El hombre que mató a Liberty Valance. Por un lado, porque el PP no puede pretender arreglar el conflicto de Cataluña con las herramientas con las que lo destrozó. Ni junto a quienes sacan a pasear el aguilucho frente a las puertas de Ferraz al grito de viva Franco, que tampoco tendrían que ser la excusa que esgrime el ala más izquierdista del Parlamento, socialistas incluidos, para sacar a subasta sus convicciones porque la alternativa es inviable. Por otro, porque el PSOE tendría que haber hecho valer la victoria del PSC en Cataluña, por ejemplo, o las cifras de un independentismo que caía en picado, para rascar un apoyo que no tensara la situación incluso, me consta, entre sus propios votantes. No se pueden tender puentes si luego se cobra peaje. La solución no es fácil, pero nadie dijo que los votos eran gratis.

@Faroimpostor

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