desde 1983 hasta hoy en porta de la mar

Amparo Chen: la pionera de la muralla china en València elige de nuevo

Hacía los deberes detrás del mostrador de la Gran Muralla, la propuesta de una familia que encontró en València su nueva vida. Desde hace unos años, puerta con puerta, gestiona el restaurante Tria. 

| 16/06/2023 | 3 min, 24 seg

En 1983 un restaurante chino en València no era una propuesta exótica. Simplemente, era una idea remota. Cuando abrió la Gran Muralla, en Porta de la Mar, fue el inicio de una nueva fase. Otras comidas que se abrían paso. Nuevos acentos. Para los Chen, el momento fue todavía más decisivo. Acababan de tomar una elección vital que definiría sus siguientes generaciones.

Llegaban del sureste de China, en busca de una vida mejor. Su gusto por la cocina, añadido a las primeras pistas sobre el boom de los restaurantes chinos en Europa, hizo que lo intentaran. 

Si alguien por entonces les hubiera dicho que, cuarenta años después, los Chen seguirían regentando su Gran Muralla, quizá hubiese pecado de un exceso de optimismo. Pero si les hubiera indicado que desde entonces crearían una saga que hoy sitúa a tres hermanos al frente de tres restaurantes de la ciudad, el optimismo pasaría a desvarío. Juan sigue en la Gran Muralla, Silvia en el Zen (el de Pío XII) y Amparo, Amparo Chen, con Tria, casi puerta con puerta respecto de donde comenzó todo.

Con apenas cinco años Amparo -por entonces Yajie- llega desde la ciudad-distrito del sureste, Tianhe, a una València de la que nada conocía. La Gran Muralla se transforma en su lugar en el mundo. Si hasta entonces estaba acostumbrada a que en su familia casi todos los episodios de vida se celebraran alrededor de una mesa, son las propias mesas las que pasan a protagonizar su vida. “Hacía los deberes en el almacén, celebraba mis cumpleaños, vivía aquí”, cuenta Amparo.



En el recuerdo genético de los suyos, las albóndigas y los pescados al vapor que preparaban su madre y su tía abuela. La Gran Muralla, en cambio, adaptó su carta a la europea, con algunos clásicos que todavía perduran en la carta: el pato Pekín, el pollo crujiente… 

Desde la sala, Amparo Chen fue convirtiéndose en uno de los rostros más carismáticos del barrio. Hizo amigos, “muchos amigos”, matiza, y entendió que socializar con los clientes, cuidarlos, llevar la batuta del restaurante, era su mejor versión. Hasta que eligió algo más. Desde hace siete años Tria es su nueva propuesta -en conjunto con su socio, José Antonio García, ex de La Embajada o Alto de Colón-. Con García en cocina, y Chen en todas partes, han hecho de un restaurante de dos plantas sin demasiadas alharacas, un lugar bullicioso en el que el menú cambia cada día. Mientras que en la carta dominan los arroces y los típicos mediterráneos, el menú da cabida a mezcolanzas entre los dos mundos. Aquel Tianhe de la infancia, esta València.

Algunos clientes, se montan su propio crossover. Si Tria está lleno, se van a la Gran Muralla y piden un poco de aquí, y viceversa. Aunque son dos empresas distintas, comparten familia y espíritu.

Hace pocos años, Chen y García se marcharon de tour por China. Recogieron unas cuantas ideas para su nuevo restaurante. También probaron, en un callejón oculto de Pekín, el mejor pato de sus vidas. Era un lugar sin baño, con las letrinas enfrente, que se dedicaba solo a lo trascendente.


Si en los primeros ochenta los Chen eligieron comenzar de nuevo, ha sido con Tria cuando Amparo decidió corroborar su compromiso. Preguntada por lo mejor de todo este tiempo, resuelve rápida tras darse una vuelta revoltosa y confirmarlo con su equipo: “los amigos que hemos hecho”. Haciendo amigos desde 1983. 

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