El congreso nacional del PSPV de Benicàssim, el que ha servido para encumbrar a Diana Morant como lideresa y señalada para llevar a cabo la remontada del bloque de la izquierda, ha finalizado. Mira por donde, pese al contexto en el que se ha generado el cónclave socialista, con la ofensiva legislativa más importante a la que se someterá la Comunitat Valenciana en los próximos meses, que pretende acabar con consensos sólidos y superados, ha sido Ángel Franco, el veterano dirigente socialista de Alicante, quién se ha llevado muchos titulares y es posible que se lleve muchos análisis.
No sabemos con qué intenciones se resucita a Ángel Franco, más allá de que Diana Morant haya querido ponerlo en el foco de su ejecutiva. Pero el congreso ha tenido muchas aristas, algunas de las cuales han pasado de tapadillo, y para que el que suscribe más importantes, y sobre todo, quienes conocen al veterano ex senador saben que su poder es limitado, tanto en el espacio como en el tiempo, pese a las sombras que le persiguen. Y como se ha demostrado en otras ocasiones, a Franco es fácil domesticarle: se demostró en la confección de la última lista electoral de Alicante ciudad, con Ana Barceló como candidata, cuando le dijeron que había que bendecir el aterrizaje de la ex consellera y él mismo no puso reparos. Es más, puso su aparato a disposición para que Barceló, como paracaidista del Palau, ganara las primarias. ¿Qué después le engañaran en las contraprestaciones? Esa es otra historia.
Pero querer poner a Franco como excusa de la ejecutiva de Diana Morant, es, a mi juicio, querer desviar la atención a cosas más importantes que pasaron en el congreso, y sobre todo, en los objetivos prioritarios que debe tener la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades para recuperar la Generalitat en 2027.
En primer lugar, el congreso de fue de unidad. Así desembocó el proceso de primarias y así se forjó el pacto, con Ferraz mediante. Y por tanto, la ejecutiva es de unidad: Morant ha confeccionado un equipo en el que ha pretendido que quepan todos; los suyos y los de sus socios. De ahí que se metiera a Franco -con el que compartió cartel semanas antes -hasta el punto de ser promocionado por sus detractores mediáticos- y a otros que formaban parte del pasado y su futuro tiene efectos limitados. Es normal que salieran 55 nombres. Ahora bien, lo que es sorprendente es que esa ejecutiva saliera con el 80% de los votos, con todos a favor, casi diez puntos menos que la de Puig en el congreso anterior, con el PSPV en el poder, pero con guiños a la disidencia, como después ocurrido en los congresos provinciales, al menos en Alicante y Castellón. ¿Qué pasó con ese 20% que no apoyó a la ministra en un cónclave sin aspirantes? Esa es la pregunta que debe responder la nueva secretaria general, casí con más urgencia que otras. A mi parecer.
Y en segundo lugar, si el PSPV de verdad quiere ser alternativa de Gobierno, sobre la mesa ya debería haber un plan para combatir la ofensiva legislativa que preparan PP y Vox en el Parlamento valenciano. Porque consiga o no ser alternativa, desde luego, la ofensiva ya brinda la ocasión para reengancharse con colectivos y sectores de la población decepcionados o confusos con el cambio legislativo que viene. O los propios desmovilizados del 28M (sobre todo aquellos que votaron Podemos o Compromís). Quizás lo de À Punt o lo de Antifraude -aunque después generen consecuencias no deseadas- no llegue a un segundo nivel de la opinión pública, más amplio, pero la Ley de Libertad Educativa o la Ley de la Conconrdia, si que suponen un quiebro que puede genenerar más descontento, en función de cómo se desarrolle y se ejecute ese cambio legal, o la rotura de consensos como es la denominada Ley de la Concordia, cuyo encaje legal está por ver.
Creo que la respuesta no vale con lo que hará el Gobierno y los choques de constitucionalidad, que también, pero quizás no corresponde verbalizarlo a Morant. Esa es tarea de la portavoz del Consejo de Ministros o del titular de Justicia. Aquí la respuesta que muchos esperan, y que el PSPV debería estar capitalizando ya, es cómo se combatirá la Ley de Libertad Educativa o la Ley de la Concordia, y las otras tres, pero especialmente esas dos. A estas horas, si el PSPV quiere ser alternativa, y Morant ampliar su radio de acción, ya debería tener convocada una ejecutiva para explicar qué el PSPV para frenar esas normas, más allá de las Cortes, donde los números -como es evidente- no dan. Y si el PSPV no lo hace, pues que no descuide a hipotéticos socios, más allá del mal momento que pasen como estructura política.
Las últimas elecciones han demostrado, más allá de las tendencias nacionales, que cada vez cuentan más en territorios como la Comunitat Valenciana, que la victorias se afianzan como estructuras fuertes, sólidas y solventes, bien conectadas con las sociedad; liderazgos conocidos y con carácter propio, y aprovechar los errores de los rivales. Eso es lo que ahora debería ver Diana Morant. Vale con que se dos de esas máximas. Materia tiene. Tampoco descuidar a ese 20% que le dio la espalda. Lo de Ángel Franco, con todos los respetos, es una anécdota. No discuto que el veterano dirigente tenga algo que ver en los enésimos proyectos electorales del PSOE de Alicante, pero no olvidemos que todos han pactado con él. Hasta sus enémigos lo hiceron hace apenas un mes para pactar la lista de delegados del congreso de Benicàssim. Así que si quiere, Diana Morant tiene tarea, y urgente. Y con el tiempo veremos ese núcleo más próximo que le debe sacar las castañas del fuego.