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NUEVO DISCO  

Anna Andreu, "pop de cámara" para acallar a las fieras

En su segundo álbum, La Mida (Hidden Track, 2022), la artista catalana vuelve a unir fuerzas con la violinista castellonense de formación clásica Marina Arrufat, que en este proyecto toca la batería y lanza sonidos de sintetizadores. Podremos verlas en directo el 24 de abril en Almassora (Castellón) y el 30 de mayo en La Rambleta (València)

7/04/2022 - 

VALÈNCIA. Pop minimalista, bedroom pop, pop metafísico… las melodías sencillas, las cadencias lentas y las letras intimistas han encontrado un enorme y heterogéneo caladero de público en la tercera década del siglo XXI. Curiosamente -o no tanto-, en estos años raros de curvas y derrapes al filo del abismo ha emergido una necesidad brutal de acallar el ruido y acantonarse en lugares más amables y seguros. Por otra parte, es fácil observar cómo, en el mapa del pop contemporáneo, esta tendencia se solapa sin fricciones con el hambre de propuestas diametralmente opuestas, mucho más festivas, extravagantes y disruptivas. Por eso no es nada raro encontrar a un fan de Rosalía que también lo sea de Jimena Amarillo. Hay espacio para todo, por suerte.

Anna Andreu (Sant Quirze del Vallés, 1988) es una de las voces más interesantes dentro de ese pujante pop sin artificios que en Cataluña ha adquirido un sonido muy distintivo. Alrededor de grupos como El petit de cal Eril y cantautores como Ferran Palau -y, al mismo tiempo, alrededor de productores como Jordi Matas y sellos como Hidden Track Records- se ha generado un grupo pequeño pero muy potente de artistas que se declaran admiración mutua y de hecho colaboran juntos a menudo. Desde fuera parece una gran familia; de ahí, quizás, ese juego estético que hace Ferran Palau con la idea de secta o de clan en el videoclip de “Joia”, canción incluida en su último EP. En esta pieza audiovisual, muchas de sus compañeras de sello se reúnen en un mismo espacio, bajo una misma paleta de tonos amarillos y marrones. Entre ellas se distingue a Anna Andreu y a su compañera musical y sentimental, la castellonense Marina Arrufat, con quienes hablamos de la reciente publicación de su segundo LP, La mida (Hidden Track, 2022).

Ferran Palau, “Joia”

Tras la disolución de su antiguo proyecto, el grupo de folk con letras en inglés Cálido Home, Anna Andreu entró en un periodo de hibernación musical que se prolongó durante varios años; un tiempo que dedicó a ganarse la vida con un trabajo que no la satisfacía creativamente, pero que le permitía llegar cómodamente a fin de mes. Pero la llegada a su vida de la joven violinista Marina Arrufat (Vila-Real, 1989) y el empuje emocional de amigas como Louise Sansom, cofundadora de Hidden Track, la animaron a coger de nuevo la guitarra y a componer nuevas canciones. Esta vez no lo haría junto a su antiguo compañero de banda, Eduard Pagès, ni tampoco buscaría refugio en el inglés. Cambió la guitarra acústica por la eléctrica y se lanzó a escribir en su lengua natal.

“Escuchar el disco Santa Ferida de Ferran Palau me hizo pensar que podía escribir en catalán utilizando un lenguaje atemporal. De pequeña escuchaba mucho a artistas como Raimon, que empleaban la lengua en toda su riqueza, pero escuchar a Ferran me dio confianza y ganas de intentar llevar el catalán al presente. En mis nuevas canciones utilizo a veces palabras que están un poco en desuso, pero no suenan excesivamente clásicas. El idioma con el que escribes canciones puede llegar a ser una barrera muy grande. El inglés me distanciaba un poco del público, pero al mismo tiempo me protegía. Por el contrario, cuando cantas sobre cosas íntimas y sabes que te están entendiendo todo, te sientes más expuesta. No hay personaje”.

Nos preguntamos a qué “medida” se refiere el título del disco, y cuál es el significado que deberíamos otorgar a ese retrato de portada en el que Andreu sostiene un huevo entero, que en la contraportada aparece espachurrado por la oclusión de su mano. “La mida se refiere a la contención de los primeros impulsos, a la templanza, que es un valor profundamente clásico en estos tiempos en los que todo el mundo da su opinión muy rápidamente sin medir las consecuencias ni pensar demasiado. El huevo, por su parte, es una metáfora que me gustaba porque, aunque parezca muy pulcro, en realidad es muy frágil. En cierto modo es como lo que nos pasa ahora; nos esforzamos por enseñar a los demás esa parte perfecta, cuando detrás puede estar todo roto y fuera de control. Dependemos demasiado de cómo nos ven los demás”.

“La certesa”

Una unión simbiótica

La mida es la continuación de Els mals costums (Hidden Track, 2020), un primer álbum en el que la voz clara y los acordes sencillos de Anna Andreu aparecían ya con el acompañamiento de Marina Arrufat a la batería. Esta joven violinista de formación clásica se había visto obligada a dejar a un lado su instrumento transitoriamente debido a una tendinitis en el hombro. En este impasse, surgió la posibilidad de coger las baquetas y encontrarse con esa otra dimensión de la música en la que no hay partituras ni se busca necesariamente el virtuosismo técnico, pero que a cambio le regalaba el placer de la espontaneidad. Anna y Marina están convencidas de que, independientemente de su relación como pareja, su encuentro musical ha sido muy beneficioso para ambas. De alguna manera, una salvó a la otra en un momento complicado de sus vidas. Anna recobró las ganas de componer y tocar, y Marina aprendió a superar un miedo escénico que llevaba años atormentándola cuando debía actuar en solitario en un auditorio. Un verdadero problema para una persona que ha dedicado una parte importante de su vida a formarse en Cataluña, Austria e Italia, que ha sido miembro de la European Union Youth Orchestra y ha colaborado con formaciones como la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias y diversos ensembles.

“No solo sufrí una lesión física, sino que estaba atravesando un momento duro en mi carrera debido a mi miedo escénico. Tocar con Anna, en un contexto completamente diferente, me ha ayudado a ver la música desde otra perspectiva y a relativizar. Ahora disfruto tocando en directo de una forma que no había experimentado antes”, comenta Marina, que actualmente compagina sus conciertos con Anna con las colaboraciones puntuales con orquestas y sus proyectos con el grupo de cámara Bambú Ensemble. Su implicación con el pop ha crecido en La mida, al añadir segundas voces y sonidos que crea en directo desde un pad, como si fuese un sintetizador de nueve teclas. Por su parte, Anna Andreu también ha incorporado en este nuevo trabajo líneas de bajo de las que carecía el primer disco; un bajo “falso”, puesto que se produce filtrando el sonido de su guitarra con un pedal octavador que consigue que las notas suenen más graves.

“Hemos tratado de exprimir al máximo, dentro de nuestras posibilidades, lo que pueden hacer dos personas en directo. Hemos metido más sonidos, pero no como meros recursos de producción. Al no tener nada secuenciado, nuestra puesta en escena es más exigente, pero nos gusta que el público vea que cada sonido que escucha se puede asociar a un movimiento visible”.

Marina, que en su adolescencia formó parte del grupo de “ska rumbero” Adona’t (del que habla con una mezcla de orgullo y pudor), reconoce las lecciones que ha extraído de Anna. “He aprendido que no todo tiene que estudiarse. Soy una persona que siempre necesita un método, y me maravilla la creatividad innata de Anna; su gracia para componer melodías que son muy suyas, y que nadie le ha enseñado. Eso y su manera de asumir riesgos en los conciertos, que es una cosa que a los que venimos de la música clásica nos cuesta mucho más”.

“Yo, al mismo tiempo, he aprendido de Marina la importancia de ser disciplinada en los ensayos, y también he descubierto que hay otras formas de practicar mucho más inteligentes. Si en una canción solo hay diez segundos que no acaban de funcionar, ¿por qué repetir una y otra vez la canción entera, pudiendo centrarte exclusivamente en atacar el problema? Marina es muy pragmática y sabe detectar muy bien qué es lo que no está funcionando y cómo hay que trabajar para resolverlo. Otra cosa muy importante que he aprendido de ella, y que viene del mundo de la música clásica,  es a comunicarnos en el escenario sin necesidad de hablar; solo con la respiración y la observación de los movimientos de la otra persona. Saber marcar e interpretar los silencios y las pausas”.

La conversación con Anna y Andreu con Culturplaza se desarrolla en una llamada telefónica “sin manos”. Marina al volante, y Anna de copiloto, ambas camino a un concierto en el norte de España. Los trayectos por carretera son también momentos idóneos para nutrirse con la música de otros artistas. Así que terminamos la entrevista tratando de adivinar qué puede está sonando últimamente en su coche.

¿Sandra Monfort?. “Sandra y yo estudiamos juntas, ella guitarra y yo violín. Luego nos perdimos un poco la pista, pero nos hemos encontrado de vez en cuando. Somos muy fans de su manera de tocar la guitarra. Es una artista super potente, muy  completa, y además majísima”, comenta Marina.

¿Lidia Damunt?. “Solo he escuchado canciones del disco en el que aparece con la cara plateada [se refiere a Nacer en Marte (La Castanya, 2019)]. Es una letrista muy peculiar. Creo que voy a escucharla un poco más”.

¿Big Thief?. “Hemos escuchado a este grupo de forma bastante obsesiva, sobre todo yo, porque no los conocía. A la hora de hacer este disco, Big Thief han estado muy presentes, dándonos ideas de sonidos que nos apetecía plasmar en las canciones”, señala Marina.

¿Aldous Harding?. “Nos gusta muchísimo y, al igual que Big Thief, estuvimos muy enganchadas durante una temporada. Tiene algo muy inquietante. No la hemos visto en directo, pero hemos visto algunos conciertos en internet, y es alucinante la cantidad de muecas que hace por minuto. A las chicas siempre se nos presupone que tenemos que tener apariencia dulce y bonita, y ella es diferente. Me fascina que sea tan libre, y que tenga ese punto desquiciado que genera un punto de incomodidad”, dice Anna.

¿Pj Harvey?. “Los últimos discos no los he escuchado mucho, pero machaqué un montón el Let England Shake. Me gusta mucho su extravagancia. Al igual que Harding, es una artista muy potente con una presencia escénica que no es nada canónica. Tiene temazos que me hacen muy feliz”, concluye Anna.

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