VALÈNCIA (EP). El novelista Fernando J. Múñez se describe a sí mismo como "un autor de brújula", lo que significa que no elabora ninguna escaleta previa. "Parto de los personajes, de sus esencias, para después descubrir la historia mientras escribo". Así lo ha aseverado el autor en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de la publicación de su nueva obra, 'Antes se secará la tierra' (Planeta), una historia de dos familias enfrentadas, una de Ourense y otra de Ponferrada, a mediados del siglo XIX. La novela es "un caudal de secretos, amores, desengaños, sangre, celos y traiciones sobre los cuales destaca, entre otras, la intensa historia de amor entre André de Castronavea y su tía lejana, Iria", explica.
Ambos personajes han jugado y crecido juntos pero su afinidad, la forma en la que se relacionan, les lleva a despertar un deseo por el otro, una mirada diferente que va más allá de la inicial fraternidad. De hecho, durante mucho tiempo, ese deseo incipiente ha sido sepultado por ambos bajo el peso de las convenciones decimonónicas. Sin embargo, al inicio de la novela, con la llegada de André tras estudiar leyes durante diez años, Iria le besará en un impulso en los labios y esto despertará el huracán. Llegará un momento que ambos tendrán que afrontar la verdad de su relación. Múñez construye en esta ocasión "el drama histórico de dos grandes familias decimonónicas que desnudan sus relaciones, sus odios, sus pasiones, sus amores, y una lucha encarnizada entre ellas". "Una historia de mujeres fuertes y de hombres valientes", resume.
Al autor le interesa "ahondar en las relaciones familiares así como en la idiosincrasia propia de cada familia". "Parto de la base de que la familia no deja de ser el primer ámbito que no elegimos, que nos rodea, nos protege, nos hace vulnerables y nos conforma como individuos. 'Antes se secará la tierra' profundiza, en este sentido, en cómo las relaciones intrafamiliares nos afectan, en cómo los prejuicios y los dogmas que se establecen en este primer entorno nos transforman, nos elevan o nos hacen fracasar", apunta. Preguntado por qué supone en su trayectoria personal esta tercera novela, sobre todo después del éxito de 'La cocinera de Castamar', el escritor cree que "la voz autoral crece con cada novela".
"Y yo siento que la mía lo ha hecho. Cuando escribes novelas, estén o no publicadas, aprendes a escucharte y tal vez como autor sea la lección más valiosa que he aprendido. Muchas de las cosas que escribí poseían una voz diferente, una que estaba llena también de influencias, artificios y formas heredadas de mi formación o de mis lecturas y gustos. Con cada novela he ido desprendiéndome de aquellas cosas que no eran necesarias, que no eran mías, o transformándolas en algo propio", asevera.
Agrega que no piensa en el éxito de 'La cocinera de Castamar' "más allá de la satisfacción personal" que le ha producido el hecho de que haya habido tantos lectores entusiasmados con ella. Y recalca: "Vivir en el pasado demasiado tiempo es vivir de sombras y adelantar el futuro solo contrae angustia. La felicidad solo se encuentra en el presente, en vivir el momento". Sobre si se reconoce en la denominación de autor de bestsellers, confiesa que "no demasiado", ya que "en general" no le gustan las etiquetas. "Está bien para comunicar un concepto rápido o hacer entender algo de forma inmediata, pero no sirven para edificar argumentos porque las generalizaciones tienden a la falsedad".
En este sentido, hace notar que "autor de bestsellers parece tener implícita la idea de que eres un autor de éxito por ser un gran novelista, y esto no necesariamente tiene que ser así". "Que te lean miles de personas implica que tu escritura gusta pero no necesariamente que sea una literatura de calidad y, por contra, pudiera parecer también que por escribir lo que se etiqueta como 'bestseller' dichas obras fueran una literatura funcional cuyo único objetivo es entretener a una masa de lectores cuanta más grande mejor; sin embargo, muchos de los más grandes bestseller van más allá de esta etiqueta y se mueven en otros terrenos que nos inspiran, nos transforman y hablan de universales que nos elevan además de entretenernos".
"El entretenimiento, el gozo literario atado a la trama, o el gozo estético que se sumerge en los conceptos son características que han formado y forman parte de la literatura de forma esencial. En mi caso, en mis novelas siempre trato de profundizar en las dimensiones humanas, y en especial en el problema que suponen los prejuicios cuando se transforman en dogmas inapelables como el racismo, el machismo, el clasismo, etc, porque creo que la literatura es un vehículo idóneo para poner de manifiesto las contradicciones del alma humana e invitar así a la reflexión", concluye.