Nos asomamos por vez primera a esta Guía Hedonista a la que venimos a hablar de vinos. Empezamos por la hora del aperitivo, esa buena costumbre que nos encanta y que desde aquí apoyamos fervientemente. Pero hoy en lugar de cerveza o vermut beberemos una copa de vino. O dos. O tres.
Porque sí, el chateo de toda la vida puede ser tan divertido como sofisticado si le echamos un poco de imaginación. Así que ahí van unas propuestas para salir de la rutina de lúpulo y espuma en la que, muy a nuestro pesar, la mayoría ha convertido este ceremonial.
Para abrir boca, unas aceitunas de calidad y bien aliñadas, bocado digno de todo hedonista. Con ellas pocas cosas mejores que una manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Si son más bien suaves, una buena opción sería la manzanilla Micaela (Bodegas Barón) o La Guita (Bodegas Valdespino), ambas sin filtrar, en rama, que son las que nos gustan para apreciar todos sus matices. Si las olivas son más potentes podríamos irnos a otras dos manzanillas también en rama: una Sacristía AB (Antonio Barbadillo) o a la saca de primavera de Solear (Bodegas Barbadillo).
Sin irnos del Marco de Jerez seguimos con otro clásico aperitivo: los boquerones en vinagre. Es difícil y arriesgado combinar vino y vinagre, pero son sabores que casi siempre quedan bien con un buen fino como el de las Bodegas Gutiérrez Colosía. ¿Y qué tal unas patatas fritas coronadas por unos mejillones en escabeche casero? Fantásticas y más si se acompañan con Blanquito (Bodegas Callejuela) o cualquier Bota de manzanilla pasada del Grupo Navazos.
Cambiamos de barra y nos animamos a pedir un plato de jamón ibérico de bellota de esos que erizan la piel. Bien podríamos seguir con generosos, unos de los vinos más versátiles que hay. Pero nos apetece cambiar y pasamos a las burbujas, otras buenas compañeras de casi todo. Un champagne de pequeño productor como Laherte Frères o Chartogne-Taillet; algún cava rico como los de AA Privat (Alta Alella) o Turó d’en Mota (Cavas Recaredo), o acaso un espumoso sanluqueño que nos encanta como es el Alba Brut Nature (Alba Viticultores). Otra vez el sur, otra vez Cádiz.
A estas alturas, ya liados, una cosa lleva a la otra y saltamos a la ensaladilla rusa, otra de esas recetas que no deben faltar en un buen tapeo. En este caso buscaremos algo que limpie el paladar a la vez que aguanta la contundencia del plato. Así que vamos a quedarnos con un blanco con cuerpo. Por ejemplo Reto (Bodegas Ponce), un vino de uva albillo envejecido en barrica de roble francés en Manchuela, esa región vinícola a medio caballo entre Cuenca y Albacete. Siendo un poco atrevidos volaríamos a Francia para tomar un chardonnay-savagnin de Côtes du Jura, un Jean Macle, por ejemplo
Se va haciendo tarde. Rematamos la fiesta con uno de los bocados más deliciosos que hay. Un vicio confesable en forma de torrezno. Crujiente, graso y potente, esta golosina nos pide un tinto fresco y ligero. Un vino de corte atlántico, un gallego de la Ribeira Sacra como Lalama (Bodega Dominio do Bibei), o por qué no, un desenfadado Tragaldabas, vino de uva rufete de la Sierra de Salamanca (Mandrágora Vinos).
Seguiríamos de aperitivo horas y horas, pero ha llegado el momento de volver a casa a comer mientras vamos pensando que vino abriremos esta vez.