Acudimos a Tokio con los deberes bien hechos, pero los resultados no han estado a la altura de las expectativas
VALÈNCIA.- Los Juegos Olímpicos son la meta donde quieren llegar todos los deportistas. En los de Tokio 2020, España ha logrado diecisiete medallas (tres oros, ocho platas y seis bronces). En vela ha sumado dos más de bronce a su casillero particular, por lo que ya suma veintiuna en toda su historia y sigue defendiendo ser el deporte con más preseas en nuestro país. A pesar de eso, los regatistas españoles tienen muchas carencias en cuanto al entrenamiento psicológico pues no hay Juegos Olímpicos en los que hayamos perdido el puesto de podio durante la última jornada. Eso es achacable a la mala gestión de la responsabilidad que tienen nuestros atletas.
Acudimos a los Juegos de Tokio con los deberes bien hechos y con las cuentas claras para volver a España con, al menos, cuatro medallas. Pues bien, no solo no han salido las cuentas sino que en algunos momentos llegamos a pensar que el medallero de la vela no se movería. Primero Diego Botín e Iago López Marra, en 49er, y luego Támara Echegoyen y Paula Barceló, en 49er FX, se quedaron a las puertas del podio cuando ambas tripulaciones llegaron a la final en puestos de medalla. Y es que, les puede la responsabilidad. Quizás les haga falta más trabajo psicológico que físico, porque preparados iban, y muy bien.
España consiguió dos medallas de bronce. Una en la clase 470, que consiguieron Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez, y otra en la clase Finn, que ganó Joan Cardona contra todo pronóstico de los responsables del Equipo Olímpico Español y los aficionados.
Joan Cardona sorprendió desde el primer día. No bajó de un octavo puesto en los parciales diarios y fue muy regular logrando cuatro terceros puestos y un segundo, además de ser sexto en la Medal Race (regata final). Con tan solo veintitrés años, el regatista español es subcampeón del mundo absoluto y tercero de Europa en una clase en la que España siempre ha tenido muy buenos especialistas.
José Luis Doreste ganó el oro en los Juegos de Seúl 88, José María Van der Ploeg, oro en los de Barcelona 92, y Rafael Trujillo, plata en los de Atenas 2004. Ahora, Cardona se suma a este gran equipo de finistas cuando el Comité Olímpico Internacional ha dado luz verde a su desaparición como clase en los Juegos Olímpicos.
En el caso de la clase 470 estábamos obligados a obtener algo más. Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez consiguieron la medalla de bronce tras haber comenzado mal los Juegos con dos décimos puestos, que fueron arreglando conforme pasaban los días. Parecía que les costaba e incluso llegaron a descartar un decimocuarto puesto. Un quinto en la Medal Race les aseguró el bronce por dos puntos, pero podían haber aspirado a mucho más.
En categoría femenina, Silvia Mas y Patricia Cantero debutaban en unos Juegos Olímpicos. Las actuales campeonas del mundo acudían a Tokio sin ninguna presión; solo tenían que ser ellas y navegar con la soltura que les caracteriza, pero solo pudieron ganar una manga al final de las regatas de flota. Descartaron un decimoséptimo puesto y los parciales no fueron nada buenos. Fuera de todo pronóstico, no fueron capaces de entrar a pelear la Medal Race porque fueron decimoprimeras.
El 470 ha sido la clase talismán de la vela española. En los Juegos de Montreal 1976 Antonio Gorostegui y Pedro Millet lograron una plata; en Los Ángeles 1984, Luis Doreste y Roberto Molina fueron oro; en Barcelona 92, Jordi Calafat y Kiko Sánchez, y Theresa Zabell y Patricia Guerra lograron el oro; en Atlanta 1996, Theresa Zabell y Begoña Vía-Dufresne fueron oro; y en Atenas 2004, Natalia Vía-Dufresne y Sandra Azón, plata. Para los Juegos de París, la clase 470 pasará a ser mixta.
Pero volvamos a analizar las medallas abortadas de España. En 49er, Diego Botín e Iago López Marra se quedaron con la miel en los labios tras hacer unos buenos Juegos. Fueron cuartos con los mismos puntos que el tercero, pero el séptimo puesto que obtuvieron en la Medal Race les arrebató la ilusión de haber conseguido su premio. Los resultados parciales eran buenos y siempre se mantuvieron en puestos de podio, pero les pudo la presión del valor doble de la regata final. Salieron mal y regatearon sin soltura. Botín y López Marra ya estuvieron en los Juegos de Río 2016 en los que disputaron la Medal Race y al final lograron un noveno puesto. Fueron campeones del mundo en 2020 y eran una apuesta segura.
Un solo punto les separó de las medallas a Támara Echegoyen y Paula Barceló en la clase 49er FX. La pareja femenina española también estaba muy bien situada en las apuestas por las medallas. El palmarés de Támara es impresionante: ganó una medalla de oro en el Campeonato del Mundo de Match Race de 2013, dos medallas de oro en el Campeonato del Mundo de 49er, en los años 2016 y 2020, una medalla de oro en el Campeonato de Europa de Elliott 6m de 2011 y una medalla de bronce en el Campeonato Europeo de 49er de 2016. Además es medalla de oro de la clase Elliot en los Juegos de Londres junto a Ángela Pumariega y Sofía Toro. Fue cuarta en los Juegos de Río en esta misma clase donde le pasó lo mismo que en Tokio: la fuerza de la responsabilidad pudo más. Los parciales de Tokio desvelan la calidad de la tripulación española en una de las clases más difíciles que tiene la vela. Comenzaron regular, con un fuera de línea se pudieron descartar y finalizaron con un saco de nervios en sus espaldas, tanto que un solo puesto en la Medal Race las privó, como ya pasó en Río, de una medalla.
Las demás clases cumplieron su objetivo: participar y clasificarse lo más arriba posible. Joel Rodríguez ocupó la decimosexta plaza en Laser Standard; en Laser Radial, Cristina Pujol quedó vigesimotercera; diploma olímpico en la clase Nacra 17 con Tara Pacheco y Florian Trittel como representantes. También lograron ganar una manga y al final fueron sextos logrando un séptimo lugar en la Medal Race; en RS:X masculino, Ángel Granda debutó en unos Juegos y su actuación fue excelente logrando una décima posición y siendo quinto en la Medal Race; y en RS:X femenino, decepción de Blanca Manchón, que no fue capaz de mantener el diploma olímpico conseguido en Atenas 2004 y ocupó la decimoprimera plaza.
En definitiva, aprobado parcial en los Juegos de Tokio gracias a dos medallas de bronce. Los deberes estaban bien hechos, pero en el examen nos falló la mente, como ya viene pasando desde hace ya varias Olimpiadas. Quizás deberíamos incidir un poco más en la psicología deportiva de nuestros atletas.
* Lea el artículo íntegramente en el número 83 (septiembre 2021) de la revista Plaza