Después de una legislatura neo progre, lo bien cierto es que poco parece haber cambiado en el mundo de la cultureta. La subvención sólo garantiza fidelidad. Apenas han existido grandes sorpresas y coordinación más allá del reparto de cargos
Ardo en deseos. Me come la curiosidad. Después de cuatro años de legislatura botánica/naútica y tantos concursos públicos de cargos maquillados, lo que realmente me preocupa ya no es conocer si los que están seguirán, que por lo que se ve en sus contratos, muchos/as lo harán, sino sobre todo saber con qué nos sorprenderán o si, por el contrario, todo continuará igual y no disfrutaremos de novedades que animen el panorama y generen renovación generacional y cultural.
Quiero aceptar que en estos últimos cuatros años, la gestión debe de haber sido complicada por la deuda heredada. No lo dudo. También entiendo que poner en marcha una supuesta “nueva maquinaria” sin excesivo guión, habrá sido abrumador. Más aún a salto de mata. Por ello están tan exhaustos detrás de la justificación.
Sin embargo, mi reflexión aspira a ir un poco más allá. Lo que quiero conocer es si nos van a ofrecer algo nuevo, algo distinto, algo de alegría, línea, identidad y hasta originalidad; o si por el contrario nos van a sumir en otro bucle insistente autonómico, provincial o municipal. Y es que, aunque nos los quieran hacer creer, pocas cosas de fondo han cambiado, salvo caras, o aplicación de métodos nada innovadores. Porque del resto, y tras mucho discurso republicano agotado, supuesto teatro de combate al dictado, dedo dócil, compromiso de partido, televisión de reparto, más de la misma música y cambio de subvención, pues parece que estemos en la misma casilla de salida. Y sin orden, concierto y coordinación entre cada una de las instituciones implicadas.
Espero muchas críticas personales. Las deseo. Serían beneficiosas. Habría debate. Pero sobre todo, esperaría autocrítica y no sólo complacencia llevadera de partido o poder. Más bien, desearía cambios radicales y a veces menos provincianismo.
En esta última campaña apenas se ha hablado o magnificado, por ejemplo, la cultureta. Muchos tenemos la sensación de que tras el reparto del mestizaje, el área en su conjunto no ha dado demasiado de sí. Ha sido situarse en los sillones y mantenernos en la misma cantinela. Además, cada uno a la suya. Lista de cargos muy larga, hasta de afinidad familiar. Si alguno tiene ganas que revise en Les Arts por mucho lazo con que se envuelva. Y eso no es hablar de una política cultural global.
En política no es inteligente gestionar sólo para los tuyos. Tampoco lo es la mera subvención para acallar voces. Que es lo habitual y sencillo para comprar voluntades y tener al personal dócil y tranquilo con mesas de la cultura y comités científicos con los de siempre pero que no conducen a casi nada o sólo sirven de parapeto. Lo importante, creo, es una idea global y un proyecto a cumplir. Algo de lo que llevamos mucho tiempo ausentes. Será quizás cuestión de ese mestizaje que servirá para parcelas de mera gestión pero no en las relacionadas con creatividad e iniciativa privada.
Ardo en deseos, como apuntaba, de saber cómo quedará el nuevo reparto del pastel político, que es de lo que se trata, porque lo que podemos encontrarnos son simple cambios de cromos en diputaciones, concejalías y consellerias, secretarías autonómicas o direcciones generales. Algunas agotadas intelectualmente o ni siquiera exprimidas. La sensación es que volveremos a comenzar. Partiendo del mismo tópico: ¿Sorolla o Pinazo?
Así que, perderemos un par de años más hasta ponernos de nuevo en marcha. Mientras tanto, los agentes continuarán manejando desde mesas de buen mantel programaciones de nuestros auditorios, repitiendo nombres, fórmulas, protagonistas y programas; y los festivales de todo tipo programarán la denominada cultura de barrio. El exceso expositivo y hasta repetitivo nos conducirá de nuevo a un paradigma convertido en dogma de fe. Nuestros museos seguirán, salvo excepciones, anclados en su pasado y endogamia. Y continuaremos cerrando espacios privados, quemando ilusiones individualidades y desprotegiendo creadores y proyectos emergentes azotados por un sistema que desprotege.
Tómenlo como quieran. Pero el factor sorpresa continuará sin aparecer y el orden, por ordenar. Necesitamos una coherencia institucional. No un simple reparto de cargos o departamentos en función de pactos de gobernabilidad. No ha funcionado. No existe motivación, aún menos discurso global. Hace falta un orden y una coherencia de espacios, teatros institucionales, salas de exposiciones, líneas…, un proyecto común y general. Pero para eso sería necesaria también voluntad. Los cargos políticos no están para decidir programaciones ni contrataciones, sino para marcar líneas estratégicas y dejarse aconsejar a partir de su propias carencias.
Admito también cierta frustración. La que me transmiten. De momento hemos sido incapaces de haber logrado ir un poco más allá del mero discurso momentáneo y cierta complacencia mediática. Sólo hay que observar el panorama. Y si no, que me lo expliquen porque acabaremos quemados de tanto deseo y ocurrencias variopintas que pasan al olvido en apenas unas horas. No todo es aparentar en los papeles. Eso es mera propaganda.
Y, por favor, no me creen más instituciones. Antes aporten soluciones en las existentes y sobre todo pónganse de acuerdo y determinen prioridades aunque para eso haya que reunirse un ratito, pensar bastante y hablar todo lo que haga falta.