MADRID. La guerra sigue atrayendo todas las miradas. El efecto más notable es que los países occidentales están teniendo una fuerte respuesta a las acciones rusas, enviando armamento y poniendo un paquete de sanciones económicas muy importantes, principalmente de carácter financiero, que tienen un impacto más inmediato. Las sanciones no tienen un objetivo de parar la guerra, sino de desgastar la ya tocada economía rusa. Una solución rápida del conflicto ahora parece difícil y fácilmente podría aumentar en intensidad aún más. Por el momento todo es incertidumbre. La economía rusa es de aproximadamente 1,5 billones de dólares anuales o alrededor del 1,7% del PIB mundial (aproximadamente un 20% más grande que la economía española). Se trata de un número pequeño sobre todo si lo comparamos con los países que copan las primeras posiciones: Estados Unidos 21 billones de dólares o China con 15 billones.
Si la economía rusa colapsa la principal pérdida para el continente europeo sería que el flujo de petróleo y gas se interrumpiera. Todavía no hay sanciones a las exportaciones rusas de petróleo y gas, pero la posibilidad está ahí. En ese caso la economía europea se desaceleraría, pero podría evitar la recesión si no dura demasiado, y otros países podrían compensar la pérdida de producción de crudo y gas. Los altos precios de la energía serán un lastre para el crecimiento en Europa y tendrán consecuencias para las perspectivas de crecimiento e inflación y, por lo tanto, afectando a la política del del banco central europeo, quien ya ha habla del posible riesgo de estanflación (inflación sin crecimiento económico).
Y junto a decisiones históricas como Alemania enviando armas a Ucrania e incrementando su gasto en defensa al 2% del PIB, Suiza 'rompiendo' su neutralidad bancaria o la propia Finlandia estudiando la posibilidad de solicitar su entrada en la OTAN, los principales agentes del mercado financiero han comenzado a darle la espalda a Rusia. El gobierno noruego, que posee el mayor fondo soberano del mundo con más de 1,16 billones de euros bajo gestión, ha decidido congelar las participaciones en empresas rusas en este fondo de pensiones con el objetivo final es deshacerse totalmente de ellas. Por otra parte, EE UU ha restringido las operaciones a algunas empresas críticas para la economía rusa como Gazprom, la compañía de gas natural más grande del mundo; la empresa de oleoductos Transneft; RusHydro, una de las eléctricas más grandes de Rusia; Alrosa, la mayor empresa minera de diamantes del mundo.
Histórico fue el desplome del pasado lunes el rublo, la divisa rusa, al caer un 30%, marcando mínimos respecto al dólar estadounidense. La decisión de los países occidentales de prohibir las operaciones con el banco central ruso y el acceso a sus reservas de divisas, y de expulsar a varios de los bancos del país del sistema Swift, ha provocado un caos financiero, con colas en cajeros y fuga masiva de capitales. Las autoridades rusas pusieron en marcha mecanismos para defender su divisa, duplicando los tipos de interés hasta niveles del 20%, y ordenando a las empresas exportadoras de energía, como Gazprom o Rosneft, la conversión a rublos de sus ingresos en divisas, dado que el banco central no puede intervenir para defender la moneda. La negociación de acciones en la Bolsa de Moscú, también se suspendió.
Las principales empresas, bancos y compañías financieras como Mastercard, aerolíneas y fabricantes de automóviles han recortado envíos a Rusia y han calificado de inaceptables las acciones de Moscú. El principal apoyo ruso es China, que se ha abstenido en las votaciones de la ONU y mantiene una postura en la que reconoce a Rusia como un socio estratégico, pero admite no estar alineada con su estrategia con Ucrania. Los activos de riesgo, especialmente, en Europa, comienzan a reflejar la incertidumbre geopolítica derivada de la invasión de Ucrania. Hasta hace un par de semanas, los inversores tenían la preocupación de la potencial respuesta de los bancos centrales ante la inflación.
Ahora hay un doble frente de incertidumbre. En este entorno de incertidumbre como el actual, los activos refugio tradicionales como el oro, la renta fija soberana de países 'core' y divisas como el dólar, el yen japonés y el franco suizo están ayudando a compensar en parte las pérdidas ocasionadas por los activos de mayor riesgo. Además, en renta variable hay dos temáticas que están subiendo estos días como son la de energías renovables y ciberseguridad. En cuanto a la primera, la creciente presión sobre los gobiernos de construir más instalaciones de energía solar y eólica con el objetivo de reducir la dependencia energética con Rusia están favoreciendo este tipo de compañías.
Por otro lado, las compañías de ciberseguridad siguen mostrando subidas en el mercado ante la expectativa de un creciente gasto en este apartado por parte de empresas y gobiernos. El conflicto entre Ucrania y Rusia ha puesto de manifiesto la importancia de la defensa ante potenciales ciberataques. Dos temáticas que desde finales del 2021 habían sufrido un importante castigo (por el temor a subida de tipos de interés), curiosamente en este entorno se ven beneficiadas. Algo que pone de manifiesto la inversión a largo plazo en temáticas o sectores con un mayor potencial de crecimiento, pese a la volatilidad que puedan registrar en el corto plazo. Un nuevo ejemplo de que siempre es aconsejable mantener la calma ante los movimientos pendulares del mercado en el corto plazo.
Hoy la incertidumbre es elevada, pero esperemos que se consiga desactivar esta situación, lo que podría significar una de las mayores victorias de la sociedad occidental desde el final de la Guerra Fría y pueda arrancar una nueva era en la que China reconozca que este juego de confrontación militar/estratégica no vale la pena.
Equipo de gestión de Portocolom AV