Arquitectura y patrimonio

DESVELADOS POR PILAR ROIG

Los secretos de la recuperación de los Santos Juanes

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VALÈNCIA. A los frescos de Palomino les queda bien poco para volver a ver la luz natural del sol. El próximo 28 de noviembre la iglesia de los Santos Juanes reabre por fin sus puertas al público para mostrar su restauración completa, un trabajo que lleva en activo desde los años noventa y que por fin se culmina. Tras la restauración de este emblemático espacio se encuentra el equipo de la Universitat Politècnica de València (UPV) que trabaja de la mano del arquitecto Carlos Campos -encargado de la intervención arquitectónica de las fachadas- y las restauradoras valencianas Pilar Roig y Pilar Bosch -encargadas del interior y los frescos- junto a su equipo para volver a sacar brillo a las pinturas de Antonio Palomino, pintor de cámara del rey Carlos II. 

Ahora, con una parroquia que se puede recorrer por fin sin sortear andamios, Roig repasa cómo se ha llevado a cabo la fase final de este proyecto de restauración en el que lleva trabajando desde los años noventa y al que se ha unido su hija, Bosch, en esta fase final en la que también se ha trabajado con unos microbios que se han encargado de limpiar las capas de suciedad superiores de algunas obras de arte y también de fachadas, tal y como lo contaba Culturplaza hace un año. Un trabajo que ha sido posible gracias a una inversión de seis millones de euros a cargo de la Fundación Hortensia Herrero.

 

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A unas semanas de que los Santos Juanes viva su gran reapertura Roig, profesora del departamento de Conservación y Restauración de Bienes Culturales e investigadora del Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio de la UPV, explica cuáles han sido los mayores retos del proyecto de su vida al que lleva dedicada desde los años 90 y que define como “un sueño hecho realidad”. “Es increíble que por fin podamos ver la grandeza de Palomino sin andamios, comprendiendo toda la inmensidad de la bóveda y cada pequeño detalle que se contempló en los primeros planos de este espacio”.

 

“Desde el 10 de septiembre la parroquia deja brillar su obra y muestra la grandeza de este proyecto”, explica la restauradora sobre su trabajo en esta iglesia católica declarada Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico Artístico Nacional. Sobre la bóveda, apunta, el equipo de Menta y la Fundación Hortensia Herrero, ha trabajado en una proyección que servirá para explicar a los visitantes cómo se ha trabajado en este espacio que, destaca, ha trabajado su restauración a “puertas abiertas”, permitiendo siempre que entraran los visitantes mientras se trabaja en la restauración, al igual que sucede en la Sagrada Familia. 

 

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Siguiendo el mismo modelo del espectáculo de luz que se puede ver en San Nicolás a través de la proyección inmersiva La Luz de San Nicolás. Este proyecto, que sirve para explicar la historia del espacio, se ha servido de algunas herramientas de Inteligencia Artificial (IA) para completar algunos de los espacios de la enorme cúpula de los Santos Juanes.  “La proyección de video mapping ayuda a comprender la grandeza de nuestro trabajo. Este pequeño homenaje a Palomino -la proyección del presbiterio- ayuda a contar como hemos trabajado en la zona y cómo trabaja la paleta de color y sus formas”. 

 

Este recurso, que ha empleado IA para “rellenar huecos en sombra” sirve para que los visitantes entiendan cómo era Santos Juanes antes del gran incendio de 1936, que provocó que se perdieran gran parte de los frescos que contaban la historia de San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Además de esta tragedia, Santos Juanes ha afrontado durante ocho siglos cuatro grandes incendios, aunque la pérdida de los frescos es la más significativa en su historia. 

 

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¿Y cómo se viaja en el tiempo para contemplar de nuevo los frescos? Roig explica que sería imposible de no contar con las fotografías de archivo sobre las que han trabajado, que les sirven como memoria real y visual de lo que fue la basílica: “Tenemos imágenes y documentos que nos ayudan a generar algo que tenga un sentido, el gran reto teniendo estos materiales es poder replicar lo máximo posible lo que contemplamos. Que Palomino pueda volver a la vida es gracias a las imágenes con las que contamos. Desde restauración somos muy respetuosos con la memoria histórica, cuando hay información lo haces y cuando no hay información no te puedes inventar nada”.

 

Y sobre la información que tenían se han enfrentado también al reto de subsanar algunos de los errores de la primera fase de restauración de este espacio: “Hemos conseguido salvar a Palomino y recuperarlo en un trabajo que parecía imposible de rehacer. Cuando entramos a trabajar en los Santos Juanes en los años noventa era todo un desastre, resultado de una mala intervención. Poco a poco hemos ido eliminando repintes y volviendo al espacio en su versión más original”. Para la restauradora, lo más importante de este proyecto, en el que ha trabajado más de treinta y cinco años, es que se ha conseguido rescatar a Palomino del fuego: “Lo más importante que nos ha podido pasar es salvar a Palomino y recuperarlo”.

 

  • Pilar Roig, maestra restauradora

 

Echando la vista atrás, Roig señala que una de las cualidades de su labor es el propio paso del tiempo. Desde los años noventa, y gracias a la labor de los investigadores de la UPV, se ha podido avanzar a pasos agigantados dentro de las fases de restauración. Aunque desde los equipos han tenido que “aprender y desaprender algunos procesos” Roig ve una gran ventaja en poder perfeccionar su labor con el paso del tiempo: “La labor de restauración es un trabajo que se hace en paralelo con la investigación en la universidad. A los restauradores no nos cambia la forma de mirar a lo que nos rodea, sino que perfilamos más los resultados”.

 

Algo que compara con un trabajo que se podría hacer en digital: “es como los avances del mundo digital, hay cambios y aprendizajes que se han podido aplicar como nuevas capas sobre un enorme fresco digital”, explica Roig, para que se pueda “divulgar su labor de manera más fácil”. Ahora, a unas semanas de que los Santos Juanes abra de nuevo, se despide de un trabajo en el que se ha rodeado de un equipo maravilloso de “personas con vocación y pasión por su trabajo”, que han vivido dentro de este espacio la pandemia y han paralizado su labor por el paso de la Dana. 

 

“Hemos vivido momentos muy duros, pero también muchos muy bonitos. Entre el equipo nos hemos tenido siempre, y eso también ha influido en mantener una marcha constante para llegar al final. Podemos decir con orgullo que hemos llegado a cumplir los plazos establecidos gracias a la emoción que nos empujaba a terminar el proyecto”, una labor que no se llega al cincelar las superficies y que no se puede proyectar en el video mapping, pero que para Roig es tan importante como todas las fases que ha vivido un proyecto que le hace emocionarse cada vez que lo mira con perspectiva, bajo el arte y resguardo de Palomino, a quien devuelven el brillo. 

 

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