Arquitectura y patrimonio

DESTRUIR LAS RAÍCES

Patrimonio cultural: la víctima invisible de la guerra

  • Tumbas vandalizadas en un cementerio cristiano en Israel
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VALÈNCIA. La fuerza arrolladora de la guerra puede acabar con todo: vidas, lugares, culturas y cientos de historias. En el conflicto hay quienes intentan arrollar también con las raíces de un lugar atacando a sus símbolos, sus líderes y hasta su patrimonio físico y cultural. Poniendo el foco en este peculiar “protagonista”, comúnmente olvidado, La Nau de València quiso dedicar el pasado 6 y 7 de marzo un congreso para hablar de la Gestió i Salvaguarda del Patrimoni Cultural en Emergències. Lo hizo de la mano de expertos de todo el mundo que pusieron el foco en relatos como el de la Dana, la evolución de España en la gestión de catástrofes y también algunos conflictos armados concretos como el caso de Siria y Gaza. 

 

Lo hizo bajo el lema SOS Heritatge comprendiendo el Patrimonio Cultural en sus dimensiones materiales e inmateriales y centrando sus charlas y miradas en lo que implica la destrucción de este y lo que supone su posterior reconstrucción. Para ello se comprende que la Unión Europea tiene la obligación de “fomentar la identificación, protección y conservación del patrimonio cultural y natural en todo el mundo, considerado de un valor excepcional para la humanidad”. Esto se debe aplicar sobre el patrimonio cultural que en el congreso se definió como una herencia recibida por una comunidad que debe ser transmitida a las siguientes generaciones, tal y como lo determina la UNESCO. Un organismo que en el 1972 alcanzó el acuerdo para otorgar la distinción de Patrimonio Cultural de la Humanidad a lugares como podrían ser la Alhambra, espacios como el Centro histórico de Córdoba o las Fallas de València, consideradas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, por poner algunos ejemplos centrados en España.

 

Ahora bien, en esta definición hay miles y miles de lugares, historias, libros, objetos, monumentos y espacios que quedan asolados por los conflictos bélicos. Este ataque se abordó en el bloque Salvaguarda del patrimonio en los conflictos armados, moderado por Cristina Expósito de Vicente en el que se analizó la Protección de Patrimonio en los Conflictos Armados de la mano del investigador y teniente coronel Germán García Segura. También se posó la mirada en conflictos concretos como Siria y Gaza con las charlas Sira después de la tempestad: destrucción, reconstrucción y futuro de su patrimonio cultural de la mano de Joan Marc Ferrando y Del genocidio, el “culturicidio” y la destrucción Patromonioal de Palestina al Summum y el Gaza. Promise we will rebuild it” junto a Jorge Ramos Tolosa.

 

Todos ellos apuntaron a la diferencia entre vandalismo y la iconoclasia, que supone la destrucción en nombre de las ideas para atacar a un grupo en concreto. Tal y como lo definió Segura, este ataque, cada vez más común, se hace siempre en contra de la población civil con el motivo de debilitarlos, atacando a su cultura y su imaginario. “La población civil es la que más sufre el poder de las guerras, y las guerras año tras año se van intensificando. Al igual que, por lógica, no se atacaría una central nuclear en una guerra, hay que medir el nivel de ataque y destrucción contra los espacios y los individuos”.

 

Arrojando luz desde dentro del campo de batalla, el coronel explicó en su ponencia que en los conflictos armados existe una “guía” sobre la salvaguarda de bienes culturales y que existe un consenso a la hora de preservarlo: “Si un grupo se defiende en un monumento o un museo tiene que ser consciente de que pone el peligro ese espacio por una mala utilización, se pueden dar unos días para que el grupo abandone estos espacios porque se considera que el patrimonio debería ser neutral en la guerra”. Con motivo de “poner un poco de orden” sobre este caso, que no se suele respetar sobre el conflicto García aclaró que, al igual que las armas se han vuelto cada vez más potentes, también se ha endurecido las medidas que se toman contra quienes atacan los bienes culturales: “Existen personas imputadas por destruir patrimonio, se penaliza atacar a las raíces de todo un pueblo y a su estructura social. Poco a poco, y con la evolución del concepto del patrimonio, se esclarece también el consenso a la hora de preservarlo. No se pueden separar las piedras de las vidas”.

 

  • Bombardeo en Dresde -

 

Tornando la mirada hacia la realidad que se vive en Siria Ferrando quiso destacar la importancia de comprender la amplitud del concepto de patrimonio, que incluye tanto los edificios como “las tradiciones y las fiestas”. Quiso también destacar como el saqueo se ha convertido poco a poco en un arma más de “crimen de guerra y limpieza cultural” que en el caso de los ataques del Estado Islámico se refleja en el ataque a iglesias, cementerios y museos: “Destruir los edificios emblemáticos es atacar directamente a la población, es destruir un pueblo y luego resulta imposible rendir cuentas con el daño o hacer justicia con la memoria”. Ante estos ataques destaca que el ataque al patrimonio afectan al legado “común e histórico del ser humano” y que en el caso de Siria se ha visto reflejado en la destrucción de 6 sitios inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, 12 sitios que están en la Lista Tentativa y “el patrimonio inmaterial y su riqueza cultural más allá de los bienes registrados”.

 

“Ahora mismo están derruidos casi el 96% de los sitios culturales en la zona afectada por el conflicto armado, atacan sin miramientos para debilitar a los ciudadanos”, destaca Ferrando, quien a modo de conclusión quiso destacar que la protección del patrimonio “es una cuestión de derechos humanos que debería incluirse en el proceso de justicia transicional” y que, ahora mismo y por desgracia, depende en gran parte de la ciudadanía. Al igual que Ferrando el profesor Ramos apuntó que la destrucción patrimonial en la franja de Gaza ha llegado a afectar a más de 300 lugares patrimoniales, 83 de ellos protegidos por la Unesco como la Iglesia de Porfirio de Gaza y la Gran Mezquita de Omar. 

 

Respecto a lo que se puede hacer contra estos ataques, refiere también a la propia ciudadanía para mantenerse adelante: “Hablamos de una situación de cuturicidio, genocidio y destrucción que muestra que no solo la muerte nos asola en la guerra. El patrimonio se ha convertido en un claro objeto de los ataques sionistas que no dudan en atacar escenarios cristianos en fechas marcadas como la Navidad. Para frenar el “patrimonicidio” sería necesario poner estos crímenes al mismo nivel que los de sangre”. 

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