VALÈNCIA. En el año 2009 València tenía una estrategia tan preclara que parece extraño cómo apenas se ha estudiado como ejercicio de posicionamiento electoral y sociológico. “¿Por qué no aspirar a que Valencia, Alicante y Castellón tengan unos Juegos Olímpicos?”, lanzó por entonces Francisco Camps, al presentar el Open 500 de tenis. La alcaldesa Rita Barberá, matizando, dijo compartir “plenamente el sueño del presidente de la Generalitat, aunque hay que respetar el deseo de Madrid. No tenemos límite para la ambición”.
‘No tenemos límite para la ambición’ pide mármol. Es un mensaje encaramado al frontispicio de una época que, desde entonces, ha tenido unos cuantos coletazos, con proyectos urbanísticos en el que la idea del ‘no-limit’ se ha ido colando en conjunción con el deporte, hasta conformar todo un equipamiento olímpico entre el sueño y la pesadilla.
Esquí: ciudad del esquí en Malilla
No solo con vocación de unos JJOO de verano, si no -¡por qué no!- unos de invierno. En 2005, en paralelo a la construcción del nuevo hospital de La Fe en Malilla, el proyecto Neutopía quiso traer hasta ese emplazamiento una ciudad del esquí con dos pistas para que uno se pudiera deslizar durante todo el año y practicar snowboard. Con 300 millones de inversión, la iniciativa prometía 4.800 puestos de trabajo. De ese tipo de promesas más emparentadas con el realismo mágico que con certezas.
Surf: sobre la ola de Turianova
El esquí no pudo ser (lástima), pero a falta de nieve buenas son las olas. Sobre ese mismo suelo, el centro comercial Infinity, en los pagos de Turianova, anunció en 2021 la inclusión de la piscina de olas artificiales más grande de España, perfecta para surfear a la vera de un centro comercial cualquier día del año. También con un rocódromo, un beach club y la llamada ‘zona friki’.