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¿religión vs cultura?

Arte desde el convento: los frailes dominicos tienen mucho que contar en la cultura

Félix Hernández y Antonio Praena combinan su mono y su boli -respectivamente- con el hábito

22/02/2019 - 

VALÈNCIA. El convento de los Frailes Dominicos se despierta cada mañana cuando aún no se han puesto las calles. Es la hora de los primeros oficios, los Laudes, en los que los 30 hermanos que conforman la comunidad bajan a la basílica y rezan juntos. También comparten las horas de comer, sobremesa y cena, aunque el resto del día tienen más libertad para sus diferentes trabajos: unos dan clase, otros ofician misas, algunos teorizan o se involucran en proyectos sociales... Todos tienen dos carreras, la de teología y una más. En València, las cosas no son muy diferentes a las de otras comunidades, salvo por la peculiaridad de contar en ella a dos artistas que han destacado, de una manera u otra, en el mundo de la cultura. Son algo recelosos de las fotos, y cuando se les pregunta por su obra, incluso tímidos. Aunque normalmente van vestidos de calle, se ponen hábito para hacerse la sesión fotográfica y atender las preguntas.

Fr. Félix Hernández, OP enseña primero su estudio. Sus cuadros abstractos, hechos a óleo, desprenden colores, formas y figuras sin definir, que conviven de una manera extraña y que necesitan la mirada pausada de quien se quiera acercar a ellos. Los tiene apilados, aunque admite que nunca tiene mucho tiempo libre. Suele responder a los encargos, que a veces se le acumulan. Cuando está en la habitación donde pinta, cambia el hábito por un mono manchadísimo y cambia los oficios por los lienzos, sin perder en ningún momento las visceras. La obra de Hernández es intensa, muy intimista pero no tranquila; parece hecha desde la oscuridad o desde la luz, pero nunca será un artista de grises (tal vez sea una analogía de los símbolos de los propios Dominicos, que combinan el negro y el blanco en una metáfora sobre la convivencia de los claros y los oscuros). Según el propio artista, sus cuadros buscan "ser un lugar de encuentro con los sentimientos y la intimidad personal, que sea exigente tanto con el propio autor como con el espectador".

Fotos: KIKE TABERNER

Luego es Fr. Antonio Praena, OP el que nos enseña su estudio, cuyo olor a tabaco recuerda más al de un poeta que al de un fraile. Es teólogo en la Escuela de València, pero su éxito editorial no pasa desapercibido: su último libro, Historia de un alma, ha recibido numerosos premios, entre los que se encuentra el Gil de Biedma (uno de los premios más prestigiosos de la escena nacional), el de la crítica valenciana y también el que otorga su homóloga andaluza. Del él han destacado la transgresión que propone de la poesía social a través del collage que crea con historias poliédricas que llaman no solo a ser leídas, sino interiorizadas. Natural de Granada, el poeta desprende en sus cinco poemarios publicados, un gusto especial por las formas clásicas (compone en endecasílabos) sobre las que reflexiona basándose en problemas contemporáneos como puede ser el amor, la libertad o la deriva moral. En sus poemas refleja todo aquello que ocupa la intimidad de su cabeza y que tan solo la página en blanco puede entender como toca, con amor al lenguaje y teniendo muy en cuenta al lector ("un poema no acaba sino cuando una persona lo ha leído y ha transcrito las imágenes que se han propuesto"). 

Arte y religión, y viceversa

Uno y otro viven en el Convento de la Orden de Predicadores desde hace pocos años, pero su experiencia personal les hace tener una mirada menos sesgada sobre dos mundos que parecen estar llamados a enfrentarse, el de la cultura y la religión. Durante la sesión de fotos, Praena se mancha accidentalmente el hábito con un cuadro aún fresco de Hernández, y se produce un paralelismo curioso.

En el caso de Fr. Félix Hernández, OP, su obra recurre en algunas ocasiones a la simbología religiosa, algo que "explica mejor ese punto de encuentro que intenta construir desde el convencimiento de que dentro de nosotros están los mismos convencimientos, anhelos, fragilidades y sueños, a pesar de la riqueza de lo plural entre las personas". Y añade: "Busco conscientemente y sin complejos estas referencias. Este tipos de alusiones o de guiños a la religión no siempre están muy bien vistos en el mundo artístico, pero si quiero ser sincero con mi obra, tengo que reflejar lo que soy. Mi objetivo en ningún momento es hacer arte solo para personas creyentes; todo lo contrario, es encontrarme con la gente y con la transformación que se produce en el contacto entre dos intimidades".

Los dos frailes coinciden en relacionar claramente su vocación artística y religiosa y las definen como "las dos caras de la misma moneda": "Mi vocación religiosa es creadora o creativa, y mi vocación artística es transcendente. El anhelo final, personalmente, es el encuentro con los demás, con Dios en última instancia, la comunión en definitiva",  explica Fr. Antonio Praena, OP. Sin embargo, las rutinas de un mundo y otro muchas veces son muy incompatibles: "Es difícil conciliar pero esa tensión y esa paradoja a veces es el propio motor creativo: por una parte, tú tienes un mundo interior que a veces no puedes compartir con tu comunidad y además tienes que cumplir con ciertas rutinas, horarios, obligaciones que te desacompasan de lo que quieres vivir, aunque en nuestra Orden lo comparten y lo entienden. Por otra parte, hay ocasiones que ese desencaje hace que te des cuenta de que tienes ciertas obligaciones y la necesidad de conectar con otra gente. Es un equilibrio que te enriquece".

Esta dicotomía entre religión y arte, que se ha distanciado aún más con la contemporaneización del mundo del arte (es decir, con la adopción de los vicios de la sociedad contemporánea), es vista con una destacada lucidez por parte de los dos frailes. "Es obvio que nuestra vida es rechazada sistemáticamente, pero también por prejuicios y desconocimiento. A lo mejor nosotros somos más alternativos que el tópico del rockero que va de ciudad en ciudad y que es fruto de una moda pasajera. El arte tiene que buscar siempre la alternativa, lo auténtico, y creo que nosotros desarrollamos así nuestra obra", argumenta Hernández, y a lo que Praena añade: "vivimos en un momento en el que se han mercantilizado prácticamente todas las expresiones artísticas, y normalmente lo más popular no es lo mejor. Pasa en la música, pasa en la poesía... Son fuegos de artificio y puedes optar por ello o no. Yo creo que nosotros no estamos en eso".

- También hay que tener en cuenta que muchos artistas sufren una tremenda precarización y que tal vez esa mercantilización se deba a la simple búsqueda de un plato caliente al día
- Félix: Es que es así. Yo me siento muy privilegiado porque me puedo permitir el lujo de ser auténtico y no tener que venderme porque necesito pagar la hipoteca. Pero vamos, en el ámbito artístico y en todas las dimensiones de nuestra vida. Este estilo de vida está diseñado para posibilitarnos. La gente piensa que nuestra vida es solo renuncia y sacrificios, y sí las hay, pero también nos da esa libertad.
- Antonio: Libertad para hablar de justicia y de sociedad, porque tienes la capacidad de arriesgar, y contar cosas incómodas o plantear teorías que pueden ser rechazadas.

Girando el foco de ámbito, también admiten que la Iglesia, dentro de su pluralidad, también es parte de este choque entre arte y religión. "La recepción de lo artístico varía según las diferentes espiritualidades. Quizás -y esto está dicho por varios papas- se ha notado en el último siglo un alejamiento mayor porque el mundo ha ido un ritmo diferente al de la Iglesia en muchos ámbitos, como la familia o la sexualidad. Por último, desde el Catolicismo se ha replegado estéticamente hacia un arte más antiguo", comenta Praena. "Aún así, se están dando pasos, el mismo Papa Francisco pide que se preste atención a las artes. Es urgente que la Iglesia atienda y acoja los lenguajes contemporáneos. En primer lugar, porque son los nuestros, a diferencia del clasicismo, y no podemos caer los cristianos en una esquizofrenia de sentirnos parte de nuestro hasta que llegamos a la Fe. Y en segundo lugar, porque en esta contemporaneidad es donde se reflejan los sueños, los problemas y las inquietudes de las personas con las que tenemos que estar en contacto", añade Hernández.

O_Lumen, una referencia que se podría trasladar a València

El pasado mes de marzo se inauguró en Madrid el espacio O_Lumen promovido por los Dominicos. Se trata de una antigua iglesia reconvertida en centro cultural cuyo objetivo principal es el diálogo entre el arte y la religión a través de exposiciones, recitales de poesía, videoarte, performance, fotografía o arte lumínico. La acogida ha sido muy positiva a pesar de los pocos meses que lleva abierta y los dos frailes entrevistados forman parte del equipo que comisaria el espacio.

Fr. Antonio Praena, OP lleva dos años y medio en la València y Fr. Félix Hernández no lleva siquiera seis meses. Sin embargo, preguntados por si tienen fuerzas de trasladar esa iniciativa de llevar a un espacio público este diálogo, responden claramente que sí, a pesar del poco tiempo del que disponen. "València es muy permeable y muchos artistas que yo conozco están buscando rincones y experiencias de espiritualidad. Creo que lo que propusiéramos tendría buena acogida", augura Praena.

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