VALÈNCIA. La artista valenciana Lluci Juan presenta en la Galeria Freijo (Madrid) una muestra generada a través de piezas realizadas con el barro real de la riada que arrasó Paiporta, la muestra activó el duelo colectivo y dio voz, a través de los asistentes, a quienes vivieron una tragedia que marcó un antes y un después en el territorio valenciano. Las piezas de la artista Lluci Juan están realizadas con el barro real de la riada que arrasó Paiporta y otros pueblos de l’Horta Sud. En ellas se conservan huellas de perros de rescate, recogiendo la brutalidad del desastre, la tragedia de las pérdidas humanas y la fuerza de la respuesta solidaria.

Lluci Juan es una artista visual valenciana que mantiene un vínculo afectivo y profesional con Paiporta, donde se encuentra su espacio de trabajo afectado por la Dana. Ese lugar, testimonio material del desastre, se convierte en origen simbólico de esta exposición. Como en anteriores trabajos de la artista, el territorio que habita y desde el que crea influye profundamente en su obra, convirtiéndose en reflejo de los aspectos formales, sociales y emocionales que lo atraviesan. Durante el acto participaron representantes de la plataforma 7291 Verdad y Justicia, entidad que lucha por la dignidad de las personas fallecidas en residencias de Madrid durante la pandemia. Su presencia reforzó los vínculos entre colectivos que trabajan por la reparación y la justicia en contextos de vulneración institucional, destacando el apoyo generado entre las principales asociaciones de víctimas de la Dana con las que tejen redes de acompañamiento.

En la presentación de la muestra los testimonios leídos narraron lo sucedido el 29 de octubre de 2024, antes de que sonara la alarma a las 20:11. Algunos relataron la pérdida repentina de familiares y el sufrimiento de esperar horas o días sin saber qué había ocurrido; otros describen cómo permanecieron a salvo en sus casas mientras veían la devastación desde las ventanas; y otros cuentan la angustia de pedir ayuda al 112 sin obtener respuesta. Los textos se leyeron en castellano y en valenciano, respetando la lengua original de cada historia y reforzando el vínculo emocional con el territorio.