VALÈNCIA. “De todas las artes, la que más siente y ama es la pintura […] El pueblo reverencia la pintura como un arte familiar que tiene para él algo de misterioso”. Más de un siglo hace que Vicente Blasco Ibáñez escribía estas palabras, pertenecientes a Alma valenciana, unas palabras que siguen resonando hoy en día y que encuentran ahora un espejo entre pinturas de Joaquín Sorolla, Antonio Fillol, Luis Dubón o Antonio Muñoz Degrain. Todos ellos –y muchos más– se reúnen en Escenas y paisajes en la pintura valenciana. Siglos XIX-XX, la ambiciosa exposición que presenta Fundación Bancaja, una muestra antológica que visualiza la deriva costumbrista de la pintura de género valenciana.
El proyecto, que fue presentado este jueves por el presidente de la fundación, Rafael Alcón, y por el comisario de la muestra, el catedrático de Historia del Arte Javier Pérez Rojas, ha sido uno de los más complejos a los que se ha enfrentado la entidad, confesó Alcón, por la gran cantidad de autores y colecciones representadas, conversaciones multiplicadas que han dado como resultado una exposición que hace una fotografía completa de la creación valenciana entre 1850 y 1940, un relato que suma, además, más de una veintena de piezas inéditas. Entre ellas, algunas de Sorolla, como las delicadas Cosiendo las velas (1985) o Retrato de la señora Simarro vestida de valenciana (1897), ambas pertenecientes a colecciones particulares.
Aunque “ningún género tiene una expresión única”, y teniendo en cuenta los matices de cada autor y momento, el recorrido plantea ciertamente una mirada colorista, alegre y, quizá, idealizada de la València de aquella época, un paseo que nos sumerge en distintas tradiciones festivas y que ofrece una mirada luminosa al mundo rural. Campesinos fumándose un cigarrillo durante un descanso, retratados de manera individual o protagonistas de escenas jubilosas, festejando con desenfado o haciendo gala del traje de labradora, son algunas de las escenas que marcan el ritmo de una muestra que mira a una de las épocas doradas del arte valenciano.

En este sentido, también se incluyen carteles que miran a los nuevos lenguajes de vanguardia, firmados por Josep Renau o José Barreira, que se presentan acompañados de un audiovisual con imágenes de la Batalla de Flores de 1905 y algunas fotografías de este misma festividad. Con todo, este recorrido busca ofrecer una mirada amplia de un tema –“no un estilo”- que no es ajeno a la época en la que se sitúa. “Vamos pasando de una visión costumbrista más anecdótica a una visión regionalista y enlazamos con un discurso social, que algunos intensifican más o menos según su línea de pensamiento. También hay una interpretación más decorativa, más sensual, así como una temática en torno al trabajo, la representación de las fiestas y hay también contenido sexual y erótico, que acentúa esa fuerza y atractivo de la pintura”, explicó el comisario.
Así, esta mirada hedonista convive y se entrelaza con una vertiente más social o histórica que se ve, por ejemplo, en la imponente El Palleter declarando la guerra a Napoleón, de Sorolla, una escena que muestra la arenga de Vicent Doménech en el entorno de la Lonja y el Mercat Central contra la pretensión de Napoleón de instalar a su hermano en el trono español. Las pinturas El Tribunal de las Aguas de Valencia, de Bernardo Ferrándiz Badenes, que recoge una escena costumbrista de la institución de justicia más antigua de Europa, o La recogida del arroz en la Albufera, de Antonio Fillol, que mira a la dureza del trabajo en la laguna, son otras de las piezas destacadas de un recorrido que suma mil historias por cada pintura.

En paralelo a este acercamiento a la realidad humana local se produce un “decisivo redescubrimiento” de la diversidad paisajística, una sección menos numerosa en el recorrido pero no por ello poco relevante. Sugerentes paisajes montañosos o marinos salpican la muestra, una producción en la que tiene mucho que decir Antonio Muñoz Degrain, “uno de los primeros descubridores de la grandeza de los paisajes de montaña valencianos”, del que se muestran piezas como La sierra de las Agujas, tomada desde la loma del Cavall-Bernat, una producción cuya aproximación tiene continuidad en la obra de Gonzalo Salvá.
Con Escenas y paisajes en la pintura valenciana. Siglos XIX-XX, Fundación Bancaja se pone como objetivo mostrar "cómo grandes maestros de la época hicieron evolucionar este género pictórico" en el que la pintura valenciana “adquirió un gran protagonismo", subrayó Rafael Alcón, una exposición que se ha convertido en una misión para el centro cultural y que se teje, también, gracias a las colaboraciones con entidades de la talla del Museo del Prado, el Museo Carmen Thyssen Málaga o el Museu de Belles Arts de València, entre otras, fondos que se agrupan para formar un relato único que habla, como escribió Blasco Ibáñez, de esa pintura que amaba a València.
