VALÈNCIA. Cuando Adán y Eva llegaron al paraíso lo hicieron totalmente desnudos y, al contemplarse el uno al otro, corrieron a taparse con una hoja de parra para no sentir esa “vergüenza” del cuerpo. Al igual que Adán y Eva, el pintor y escultor valenciano Juan García Ripollés (Alzira, 1932) también aterrizó en el planeta tierra encuero, con la intención de vestir el mundo con su arte y, de esa manera, descubrirse a sí mismo más allá de la desnudez del cuerpo: con la del alma. Ahora el Ateneo Mercantil de València repasa su “revestimiento artístico” a través de la muestra El artista al desnudo, en la que se expone su producción durante 70 años de trabajo y que estará a vista del público valenciano hasta el 29 de septiembre en el Salón Noble del Ateneo.
En la “desnudez” de Ripollés entra también la producción que se muestra por primera vez al público, tal y como lo señalan los comisarios Marcos Campos y Carmen Chaves. En la sala se muestran 45 cuadros y 30 esculturas inéditas, de la colección propia del artista o de colecciones privadas, aunque por petición expresa del artista no se muestra quien cede sus obras: “Hay algunos cuadros muy valiosos y únicos que dialogan con los objetos de su casa y de su vida cotidiana, la idea es comprender al artista desde su arte y sus objetos”, señala Chaves, quien resalta que desde la concepción de la muestra hasta el montaje han estado trabajando durante dos años, un trabajo de equipo para hacer “una relectura de su carrera”, que no una retrospectiva, ya que Ripollés no se siente comprendido en ese concepto.