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el billete / OPINIÓN

Así engaña España a la CE

Foto: EVA MÁÑEZ

En los presupuestos que se envían a Bruselas desde hace dos años va oculto un déficit de 1.300 millones provocado por la infrafinanciación de la Comunitat, que se destapa más tarde. En 2017 volverá a pasar

4/09/2016 - 

A la misma hora que la flor y nata del empresariado patrio se lamentaba junto al president Ximo Puig por la insignificancia de los valencianos en España –ni en fútbol pintamos ya nada, Mariano Rajoy lo constataba emulando a aquel doctor al que el paciente llora porque nadie le hace caso: "Que pase el siguiente".

Mientras en la sobremesa de la comida anual de L’Albufera con la que José Vicente Morata oficializa la rentrée, los empresarios daban vueltas a nuevas estrategias para resolver la falta de visibilidad de los valencianos, en el Congreso de los Diputados el candidato Rajoy, mal asesorado, aclaraba al portavoz de Compromís, Joan Baldoví, los motivos por los que el Gobierno del PP no ha mostrado interés alguno en reformar el modelo de financiación autonómica que lastra a la Comunitat: "Había otras prioridades".

Que la financiación autonómica sigue sin ser una prioridad se percibía en el pacto de investidura –ya papel mojado– entre PP y Ciudadanos. En él, la ocurrencia al respecto era crear un grupo de trabajo paralelo al que existe desde diciembre de 2013 en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, que lleva dos años y nueve meses sin dar un palo al agua, cumpliendo escrupulosamente la función para la que fue creado, que es retrasar la reforma hasta que se resuelvan las otras prioridades.

Con todo, lo más grave de la respuesta del presidente del Gobierno en funciones a Baldoví fue su argumentación. Con lo que nos ha costado convencer a Montoro y a Beteta de que la infrafinanciación de la Comunitat es la mayor y más grave de España, un caso único, como demuestran todos los informes habidos y por haber de comités de expertos, grupos de trabajo y agencias independientes, para que ahora salga Rajoy, mal asesorado, a decir que nadie está conforme con el sistema y todos se quejan de lo mismo, así que todos al mismo saco y al cajón de asuntos no urgentes.

Lo que a lo mejor no sabe Rajoy, pero sí su ministro de Hacienda en funciones, es que la continuidad del actual sistema de financiación autonómica sine die –la fecha que ofreció el candidato a Baldoví es "en algún momento"– tiene efectos perversos para los asuntos que el líder popular sí considera urgentes, como es el cumplimiento del objetivo de déficit para que la Comisión Europea (CE) no multe a España. Uno de esos efectos es el maquillaje de los presupuestos.

El maquillaje en las cuentas de la Generalitat no es algo nuevo, como bien sabe la CE. Durante años se metieron facturas en los cajones sin disimulo y con pleno conocimiento de quienes quisieron enterarse, hasta que el Consell de Fabra cortó esa práctica y afloró todas las facturas ocultas, momento en el cual Montoro dijo algo así como ‘qué escándalo, me he enterado de que aquí se juega’ y la CE multó a España por hacer trampas.

Resuelto el problema de la ocultación del déficit, quedó por resolver el del ajuste presupuestario, y ahí la imaginación de los responsables de Hacienda de la Generalitat demostró no tener límites. Dado que es imposible presentar un presupuesto equilibrado por falta de financiación, pero es obligatorio presentarlo, Moragues (PP) en 2015 y Soler (PSPV) en 2016 inflaron los ingresos con transferencias del Estado –unos 1.300 millones de euros– que el Estado no tenía previsto hacer.

Y ahí es donde está el engaño: España le dice a la CE que va a tener un déficit X, mira qué presupuestos más ajustados tengo y Bruselas se los aprueba pensando en que esa previsión de déficit es real. Pero resulta que los 1.300 millones que la Comunitat ha incluido como ingresos del Estado no están en la partida de gastos del Estado, y eso no es otra cosa que un agujero. 

¿Cómo permite Montoro eso? Pues no lo permite, pero para cuando le dice a la Generalitat que tiene que eliminar esa partida, el ejercicio está más que avanzado y Bruselas ya ha dado el visto bueno a los presupuestos. Así que la partida se elimina, la Comunitat acaba el año con un déficit adicional "no previsto" (ja, ja) de 1.300 millones, Montoro alardea de rescatarnos vía FLA y quienes no tienen ni idea de cómo va esto señalan a los valencianos como los más incumplidores. Y vuelta a empezar.

También en 2017

El Gobierno valenciano ya ha dicho que va a poner los 1.300 millones de marras también en el presupuesto de 2017, cantidad que no figurará en los presupuestos del Estado, sean nuevos o prorrogados. Y por tercer año consecutivo el Gobierno central hará la vista gorda hasta que pase el filtro de Bruselas porque la solución es la reforma del sistema de financiación, que no es una prioridad.

Así que quedan avisados todos, incluida la Comisión Europea, no vaya a pasar como con las facturas en el cajón, que la multa la hemos tenido que pagar los valencianos en solitario porque cuando la CE quiso darse cuenta del engaño, al cabo de los años, toda la culpa fue para el interventor de la Generalitat a pesar de que el Gobierno central estaba avisadísimo por la Sindicatura de Comptes y por los medios de comunicación desde que Zaplana era president y Montoro era ministro de Aznar.

Hablando de déficit, unas horas después de levantarse la mesa en la barraca de L’Albufera, cuando Rajoy todavía defendía su candidatura en la tribuna del Congreso, el Senado de Brasil aprobaba la destitución de Dilma Rousseff como presidenta del país. El motivo, haber maquillado las cuentas públicas para ocultar déficit. Aquí no echaron ni al interventor.

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