VALENCIA. La revista satírica La Traca no cayó en el olvido por casualidad. Su pérdida fue provocada, una memoria mutilada por aquellos que pusieron dique a la libertad de expresión. El régimen franquista acabó con una publicación cuyo acceso, incluso hoy en día, ha resultado una tarea casi imposible. Casi. La destrucción de muchos de sus números no ha evitado que, escondidos aquí y allá, quedarán algunos ejemplares que dieran cuenta de la que fue una de las revistas de más éxito del país, con una tirada en 1931 de medio millón, solo comparable a Interviú. La huella que dejó, sin embargo, fue imborrable, en gran medida por su cruzada contra la Iglesia o el auge de los regímenes autoritarios. No en vano, sus dibujantes fueron los primeros y únicos en caricaturizar la figura del dictador Francisco Franco, a quien se retrataba vestido de mujer o enamorado de apuestos hombres marroquíes. El atrevimiento, sin embargo, tuvo sus consecuencias una vez llegó la dictadura, que silenció a sus impulsores a base de fusil.
El fatal destino de su editor, Vicent Miguel Carceller, no ha evitado que, tras años adormecida, despertara de nuevo la leyenda de La Traca con una exposición que rescata aproximadamente 200 ejemplares de la revista y en la que se da cuenta de su vida e importancia en la historia del país. Para completar la muestra La transgresión como norma, que se puede ver hasta el próximo 15 de enero en la Sala Estudi General del Centre Cultural La Nau, se ha llevado a cabo un intenso trabajo de recopilación en la Biblioteca Valenciana, la colección de Rafael Solaz o distintos archivos militares, en los que se ha rebuscado para tratar de completar el puzzle. Es precisamente en el Archivo General e Histórico de Defensa en Madrid donde se escondía la sentencia del Consejo de Guerra del 10 de junio de 1940, por la que se condenó a muerte al editor de la publicación, Vicent Miguel Carceller, y al dibujante Carlos Gómez Carrera, conocido por el seudónimo de ‘Bluff’, quienes fueron ejecutados pocos días después en Paterna.
“El citado semanario se dedicaba de la manera más baja, soez y grosera a insultar a las más altas personalidades representativas de la España Nacional, de la dignidad de la Iglesia y los principios informantes del Glorioso Movimiento Salvador de nuestra Patria, aprovechando la popularidad adquirida en años anteriores, en beneficio de la subversión marxista”, reza el documento que formalizaría el asesinato del editor y dibujante. De esta forma, el régimen acusaba a ambos de los delitos de adhesión a la rebelión militar, previsto y penado en el artículo 238 párrafo 2º del Código de Juticia Militar, una pena de muerte a la que sumaba otra de treinta años de reclusión mayor para el dibujante José Mª Carnicero Hernández.
"Se fusiló la risa"
Sobre Carceller, el informe detalla que “al ser liberada Valencia” el procesado trató de “eludir la acción de la Justicia, ocultándose en domicilio distinto del suyo habitual. Es según sus propias manifestaciones, de antecedentes izquierdistas de toda la vida”. El editor de La Traca se ha convertido, a la postre, en un símbolo de la libertad de prensa. “Se fusiló la risa valenciana”, aseveraron los comisarios de la exposición durante su presentación, los profesores Antonio Laguna y Francesc-Andreu Martínez. Así fue, un ataque que también acabó con el dibujante que entonces tuvo las agallas de presentar a un Franco un tanto curioso. Conocido como ‘Bluff’, el ilustrador madrileño retrató al dictador en 1937 maquillado y mirando golosón unos platanos, una de tantas que jugaba a presentar a Franco en ocasiones travestido y en otras amante de otros hombres.
“’Bluff’, de 35 años, dibujante afiliado a Izquierda Republicana, con anterioridad al Glorioso Movimiento Nacional; en el mes de noviembre de 1936 se trasladó de Madrid a Valencia, dedicándose en esta ciudad a colaborar en el semanario La Traca, para conseguir lo cual se entendió directamente con Vicente Miguel Carceller, publicando dibujos de la más baja moral, en los que se ridiculizaba al Generalísimo Franco y a los Generales de nuestra Santa Cruzada, apareciendo en los pies de estos dibujos las palabras más insultantes”, reza la sentencia. Y es que la revista se convirtió en uno de los primeros objetivos una vez concluyó la guerra, con la III Compañía de Radiodifusión y Propaganda en los Frentes, comandada por el general Aranda, pisándoles los talones.
“Debemos condenar y condenamos a la pena de muerte a los procesados Vicente Miguel Carceller y Carlos Gómez Carrera", proclamaba el fallo emitido por el Consejo de Guerra, una sentencia que tuvo una tercera víctima. Se trata del dibujante José Mª Carnicero, a quien se condenó a treinta años de prisión, quien, "durante su permanencia en zona roja publicó en el semanario La Traca dibujos e historietas en los que se insultaba a los invictos Generales del Ejército Español para la publicación de los cuales se entendía directamente, según sus propias manifestaciones, con el Vicente Miguel Carceller (sic)".
Tras casi un año de reclusión e interrogatorios, al "soez, obsceno e impúdico semanario valenciano", el Semanari pa la chent de tro, le quedaba un suspiro. Custodiada en el Archivo General e Histórico de Madrid, apenas dos folios firmados el 10 de junio de 1940 pusieron el fin a una historia -o historieta- que desde finales del siglo XIX y hasta el fin de la II República puso contra las cuerdas a más de uno a base de papel y tinta. Si bien Carceller está enterrado en un nicho, a día de hoy Carlos Gómez todavía está en una fosa común.