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políticos al habla / OPINIÓN

¿Aznar ha vuelto?

13/11/2018 - 

13-11-18. Sí. Y con él vuelve la confrontación política al escenario parlamentario y mediático de nuestro país. Desde el Congreso Nacional del PP que aupó a Pablo Casado a la Presidencia del PP y rescató la figura de Aznar han vuelto las estrategias de la “confrontación política”, las estrategias de la crispación.

Aznar ha vuelto. Y vuelve tras años de manosear, desde fuera, el espacio de la derecha española como si se tratase de plastilina. No importa que Rodrigo Rato, su súper Ministro de Economía, el del milagro económico, esté en prisión. No importa que su partido, el que él presidiera durante tantos años, haya sido condenado por corrupción, dejándose una presidencia del gobierno por el camino. No importa que a su Tesorero le descubrieran cuentas millonarias en Suiza, o que Zaplana, su Ministro Portavoz, aun esté en prisión pendiente de juicio. No importa quebrar al partido y arrastrar a Mariano Rajoy al fango. No importa nada. Él, ha vuelto.

Aznar vuelve de la mano de su discípulo más aventajado, Pablo Casado, el que fuera su joven asesor, que como bien expresa en todas sus intervenciones, viene para recuperar las esencias de la derecha, sin complejos, sin ambages, con rotundidad.

En su reciente visita a Valencia, Casado, llamó a su militancia a sentir orgullo de la herencia del PP en esta Comunidad: "en la Comunidad Valenciana no hay que arrastrar los pies ni agachar la cabeza cuando pertenecemos al partido que más ha hecho por esta tierrano voy a permitir que nadie oscurezca un legado impecable …", dijo.

Es la estrategia del ocultamiento, de la confusión. Hay que blanquear el pasado, borrar todas las huellas y crispar la sociedad. Polarizar los mensajes. Vuelve en definitiva el “¡Váyase señor González!”.

Aznar tonteó con Ribera para erosionar a Rajoy, debilitarlo y prepararse para su caída de la Moncloa, para evitar, en definitiva, la destrucción del aznarismo. Una caída que llegó de forma inesperada, en modo de sentencia, por la corrupción en las entrañas del PP de toda una época en la que él mismo lideró.

Ahora Albert Rivera se ve también descolocado tras la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez a la presidencia. Ha perdido el efervescente espacio ideológico que, incomprensible y gratuitamente, le brindaron las elecciones catalanas desde septiembre de 2016 y que ha venido a disfrutar hasta la moción de censura que acabó con Rajoy y que él intentó abortar. Ahora, descolocado, se ve lastrado por el discurso aznarista de Casado que le impide buscar el espacio del centro derecha político.

Casado y Bonig juntos en un acto en València. Foto: KIKE TABERNER

Aznar ha vuelto. Y tiene digna representante en la Comunidad Valenciana, aunque él tal vez ni lo sepa. Isabel Bonig lanza exabruptos a diestro y siniestro en cada una de sus declaraciones, incendia las sesiones de control y –al igual que Casado- se tapa lo ojos ante todo el daño que han hecho a esta tierra y sus gentes durante las dos décadas de gobiernos populares.

Olvidan que los ciudadanos les han enviado al rincón de pensar por sus tropelías, olvidan que por fin tenemos en la Comunitat un gobierno decente y estable. Desoyen los indicadores económicos que nos hablan de una recuperación sin pausas y sin dejar a nadie por el camino, más solidaria.

Aznar ha vuelto y debemos prepararnos, hasta elecciones, para una escalada sin límites en el clima político y social que no busca otra cosa que el colapso, un colapso en el que los “salvapatrias” y charlatanes encuentran sus oportunidades.

La estrategia de crispación extrema, como bien explica en su libro “La Confrontación PolíticaJosé María Maravall, tiene como propósito “movilizar a la derecha y desmovilizar al centro izquierda, fundamental para consolidar el crecimiento electoral del partido socialista”. Al mismo tiempo que ahora se busca también frenar la aparición de nuevos competidores por la derecha, como Vox, y arrebatar el protagonismo a Rivera. Como afirmaba recientemente un dirigente popular: “Ciudadanos se va a quedar sin hueco”.

Ya en el debate del Estado de la Nación de 1994, Aznar se dirigía al Presidente del Gobierno, Felipe González, en estos términos: “Es usted responsable de la brecha que se ha abierto en el crédito de nuestro sistema democrático….Es usted responsable de haber contribuido a crear el más irrespirable clima moral de nuestra historia….están en juego la dignidad de la vida pública española….no le queda más que una salida honorable: presentar su renuncia al Rey….Váyase, señor González”. Las acusaciones de incompetencia, falta de crédito, de fiabilidad, incluso de mentir fueron constantes hasta conseguir la victoria en 1996.

Debate en el Congreso el día del "Váyase, señor González" proferido por Aznar

Lo bien cierto es que el primer designado por Aznar, Mariano Rajoy, también utilizó la estrategia de la confrontación y crispación. Rajoy llegó a acusar a Zapatero de: “traicionar a los muertos”, que “necesita triturar la constitución para que ETA se atenga a una tregua para que los españoles le disculpen haber triturado la constitución”. Incluso en la sesión parlamentaria del 15 de enero del 2007, Rajoy le dijo a Zapatero: “Si usted no cumple, le pondrán bombas, y si no hay bombas, es porque ha cedido”. Rajoy disfrutó, inicialmente, de la confianza del aznarismo, hasta que fue acusado de “felonía” desde los espacios ideológicos de FAES.

Ahora, unos años después, vemos como Casado y su nuevo equipo sigue estrategias similares. El pasado 24 de octubre, Casado desde la tribuna del Congreso acusaba al Presidente del Gobierno de ser: “responsable y partícipe del golpe de Estado que se está perpetrando en España” al igual que apuntaba que se “presiona a los fiscales” para cambiar la tipificación de los delitos que pesan sobre los políticos secesionistas.

En un reciente acto de la precampaña en Andalucía seguía con sus gruesas acusaciones al Presidente del Gobierno: “o se está con el Rey, o con Puigdemont”. También, Ignacio Cosidó, portavoz en el Senado, en su intervención en la interparlamentaria popular aseguraba que el Gobierno de Pedro Sánchez es: “el Gobierno más sucio de la historia”, mientras que Dolors Monserrat añadía: “un Gobierno en descomposición

La crispación política es una vieja y repetitiva estrategia siempre utilizada por la derecha, que consiste en intoxicar el ambiente político, donde solo importa deslegitimar al adversario para ocupar el poder que la derecha considera que les corresponde a ellos por derecho divino.

En definitiva, Casado se propone, por un lado rescatar a Aznar y su modelo de crispación extrema y, por otro volver a esa estrategia de la deslealtad global que el PP siempre utiliza cuando está en la oposición.

Lo que pasa es que el pasado se empecina en perseguirles, y sigue dejándoles muertos (políticamente hablando, claro) en el camino. La última Mª Dolores de Cospedal. Al final son víctimas de su propio legado, de sus estrategias de crispación, de sus propios pecados.

Alfred Boix es diputado autonómico y portavoz adjunto del PSPV en Les Corts 

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