De todos los piropos que se le pueden echar a Bar X el mejor es que no pretende ser más que un bar. Excelente y con personalidad, pero un bar.
Un bar que, aunque lo firme uno de los mejores cocineros de este país, sigue manteniendo alma de bar. Bar x tiene el trasiego, la energía y el cobijo de los locales que se convierten en una segunda casa. Porque después del hogar, pocas cosas que arropen tanto como los bares que una elige y donde suceden tantas cosas importantes. Y aquí, en Bar x, ese calorcito se intuye.
Me pregunto, más allá del nombre (tremenda genialidad ese juego de palabras), cuánto le deberá esta última apertura a aquel primer barecito que abrieron Ricard y Mari Carmen en la piscina de su pueblo: Barx. Aquel bar que fue el inicio de todo lo que vino después, planea sobre este, y una vez más, esta apertura, demuestra el enorme trabajo del cocinero y el gran equipo de profesionales que lo acompañan, tanto en la cocina como en la sala. En esta, la bienvenida la da Alicia López, que lleva ya varios años al lado de Camarena. Alicia es una profesional de la hostelería como la copa de un pino, pero además irradia luz y buen rollo. Algo que valoro cada vez más cuando voy a comer a algún sitio. Alicia y el resto del equipo de sala es de este tipo de profesionales que se anticipan a las necesidades del cliente y adivinan si te apetece otra cerveza o te has quedado con ganas de probar ese otro plato al que le hacías ojitos.
La carta de Bar x deambula entre los clásicos: bravas, ensaladilla, croquetas, sepia con mayonesa o boquerones en vinagre, pero siempre con ese toque que los eleva aún mas (a la ensaladilla se le puede añadir caviar, la mayonesa de la sepia es de kimchi y los boquerones van acompañados por straciatella); y otras raciones menos ortodoxas como los mejillones con queso azul, la coliflor con blanquet y ajos tiernos o la berenjena frita con mojo. La corvina en adobo es una delicia (la pido siempre) y para acabar, el sandwich de queso, la hamburguesa o el pepito son apuesta ganadora, aunque reconozco que el pan de hojaldre que acompaña a estos dos últimos no me vuelve loca. También tienen productazo, el que te devuelve el espejo de la vitrina de detrás de la barra y que va variando según el mercado pero donde no suelen faltar gamba roja o cigalas. Y qué vitrina...
La barra que atraviesa prácticamente todo el local invita a acodarse en ella y dejarse mecer por el trasiego del local a casi cualquier hora del día, porque Bar x abre a las doce de la mañana y no cierra hasta pasada la medianoche. Abre, además todos los días, por lo que ha conseguido mitigar ese páramo en que se convierte Valencia los lunes y los martes por la noche si uno se aventura a salir a cenar. Parece un detalle sin importancia, pero no. Es casi un servicio público.
De nuevo, cuando parecía que ya no podría acertar más el tiro, Ricard lo ha vuelto a hacer. Abrir el local que le faltaba al Mercado de Colón, y hacerlo con el nivelón que le caracteriza.
Muchas suerte a Bar x, aunque con esaas credenciales y el éxito de sus primeras semanas, no la necesita.