3... 2... 1... ¡Despegue! Barcelona vuelve a la cresta de la ola y esto es lo que no puedes perderte.
Barcelona es para el verano. Y para el invierno, el otoño y la primavera. Pero es la época estival una de la que mejor le sienta. Y no, aunque muchos lo pensaban, la ciudad no estaba muerta. Estaba en letargo, dormida a la espera de volver a renacer tras unos años complicados. La ciudad Condal alza el vuelo de nuevo y nos vapulea solo como ella sabe. Es hora de volver.
Una de las grandes aperturas de la ciudad ha sido el nuevo hotel The Hoxton en Poblenou. El barrio que antaño acogía fábricas de textiles, está en plena ebullición, tanto que los creadores de la marca, ven en él un Shoreditch a la barcelonesa. Y es que no podía ir mejor, este hotel, en este barrio.
Han llegado a lo grande, con 240 habitaciones, convirtiéndose en el más extenso de la cadena. Todas ellas destilan Mediterráneo con suelos de terracota, tapices inspirados en la arquitectura del Poble Nou y unas vistas envidiables sobre la ciudad. Pero hay más, porque se rigen bajo un lema “todo lo que necesitas y nada de lo que no necesitas”. No encontrarás un mini bar atiborrado hasta los topes, solo té, café de Three Marks Coffee, agua y leche. ¿Quieres un refresco, unas papas o un snack? Lo puedes adquirir en recepción a precios más que razonables. Que también puedes comprarte allí una prenda de ropa de Brava, unos chocolates de Lot o la cosmética natural de Rowse, firmas con las que el hotel colabora.
Se nota verdadera pasión por el detalle y ya era hora de tener en Barcelona la filosofía de The Hoxton, donde es el hotel el que se pone al servicio del cliente. ¿Cómo lo hace? Con su servicio Flexy Time, o lo que es lo mismo, tú decides cuándo entras al hotel y cuándo lo dejas, indicándolo cómodamente desde su web. Se acabaron los check-out con prisas un día de playa a las 12 o tener que esperar hasta las 16 para entrar si has aterrizado en la ciudad a las 9 de la mañana.
La gastronomía también es una de sus grandes apuestas. A pie de calle lo mismo puedes picotear en su lobby y tomar unos cócteles (ojo a la hamburguesa y el bikini), comprar en su colmado donde tienen marcas como las conservas de Güeyu Mar, Espinaler o Petra Mora. También allí está Four Corners, su restaurante con pizzas estilo Detroit, de esas bien contundentes y riquísimas, que maridan con una extensa y fabulosa oferta de vinos naturales.
Si subimos al cielo del hotel, llegaremos a su rooftop, con vistas 360 hacia la torre Agbar, la Sagrada Familia y el mar, donde se encuentra su piscina y zona de solarium. Pero también, Tope, un bar y taquería mexicana con micheladas y margaritas, tacos y guacamole para disfrutarlos con Barcelona como telón de fondo.
Y de azotea en azotea, conviene volver a dejarse ver por Terrat, la del Mandarin Oriental, que para este verano vuelve a tener carta del peruano Gastón Acurio, con ceviches, causa limeña, baos, anticuchos y mucho piqueo del bueno. Puestos a viajar, podemos dar un salto a Japón, con otra maravilla que ha unido a Iñaki López de Viñaspre (Grupo Sagardi) con Hideki Matsuhisa, el chef del Koy Shunka. Se llama Ikoya Izakaya y está frente al Mercado de Santa Caterina, pero entrar es como teletransportarte al país del Sol Naciente.
¿Por qué se han unido? Por una cuestión de identidad. Ambos comparten el amor por el producto y las mismas técnicas, como la cocina a las brasas. Así han recreado un espacio que emula una verdadera izakaya nipona, donde probar genialidades como el sunomono de verduras, almejas al sake, karaage de pollo, una buena selección de sushi y uno de los centros de la propuesta, la robata. Por ella pasan platos delirantes como las kokotxas sobre alga kombu, un salmonete con calçots o el sukiyaki de wagyu. Otro rollo son sus sakes. Aquí han pensado en que sí o sí, el sake iba a convertirse en otra de sus apuestas fuertes. Con más de 50 referencias en carta, tienen hasta propio espacio en la entrada del restaurante, simulando una cabaña a los pies del Monte Fuji.
Se vienen un junio especialmente movidito. Y esta semana está siendo y es de lo más prolífica. El 7 de junio abrió sus puertas de nuevo Enigma, el mítico restaurante de Albert Adrià, pero lo hace con un concepto totalmente renovado. Deja atrás la alta cocina para embarcarse en el fun dining, es decir, la diversión alrededor de la mesa. Tapas, cócteles, cocina non stop y platos que prometen como un sándwich club Gran Torino rompedor o una deconstrucción del pâté en croûte, que se vuelve a armar como si fuera una pizza.
Otra de las grandes noticias es la llegada de Compartir a Barcelona. Con una primera sede en Cadaqués, el trío formado por Eduard Xatruch, Oriol Castro y Mateu Castañas, abrió el día 8 en pleno corazón del Eixample. Luz, confortabilidad y las maravillas de los herederos de El Bulli en la mesa, con un espíritu más urbanita, pensado, cómo no, para compartir. No es una réplica del primero, pero sigue la misma filosofía con algunos de los clásicos de la casa madre, como el canelón de atún o la ensalada de remolacha, a la que se suman muchas novedades.
Una última novedad, porque ¿qué sería del verano sin helados? Directa desde Buenos Aires y con sedes por toda Argentina, Uruguay y Estados Unidos, acaba de llegar a Barcelona, la heladería Lucciano's. Pero espera, ¿esto es una heladería? Lo primero que sorprende es su interiorismo, que más parece sacado de una peli de ciencia ficción con un viaje al espacio, que una heladería tradicional. Eso es porque cada tienda que abren, tiene una personalidad propia.
Lo que no cambia es su vocación por preparar unos helados artesanos de aúpa. Nada menos que 24 sabores diferentes, de entre los que elegir helados como el de bombón praliné, chocolate blanco y pistachos o dulce de leche y 20 icepops, su propuesta de polos, como el Tonio the pig de cookies and cream o los Minion IcePops, tan chulos que te dará pena comértelos.