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el sostén de la sostenibilidad

Bluelife-Battery triplica la vida útil de la batería de vehículos ecológicos

21/12/2015 - 

MADRID. Empezaron dedicándose a la regeneración de baterías de coches eléctricos e híbridos. Ahora fabrican ya sus propias baterías e intentan expandirse por todo el mundo con la fórmula de la franquicia.

Dentro de las energías renovables, ellos dicen bailar con la más fea, la acumulación energética. Aquí hallaron su nicho en 2012 con una notable solución de ahorro de costes para profesionales del coche, especialmente taxistas. Posteriormente, fueron ampliando las líneas de negocio hasta convertirse en lo que es hoy, un Centro para el Desarrollo de Servicios Integrales de Acumulación Energética de referencia dentro y fuera de España.

Nacieron en plena crisis económica, cuando el argumento forzoso para hacerse hueco y posicionarse en el mercado era esgrimir el ahorro de hasta un 60% que aportaba el uso de sus baterías regeneradas. Superado el bache, como hay quien dice que está, ya no es momento de ponerle suelas a los zapatos sino de sacar a relucir el trasfondo medioambiental y de consumo inteligente que subyace desde los orígenes en Bluelife- Battery.

Los primeros en conocer sus soluciones fueron los taxistas, concretamente los que utilizaban como vehículo de trabajo el Toyota Prius y Auris, la mayor parte de las licencias correspondientes a los que optan por coches impulsados con gasolina y electricidad. El problema de estos vehículos estaba en el precio (una media de 1.800 euros)  y la durabilidad de las baterías las cuales, en menos de año y medio, estaban agotadas.

La solución de Bluelife-Battery fue ingeniar un sistema que permitía su regeneración y devolución al circuito activo como si fuesen nuevas, al precio de 800 euros y con garantía de usabilidad a veces superior a la ofertada por el fabricante original. Está demostrado que el proceso puede aplicarse dos veces sobre una misma batería pero las pruebas realizadas en el laboratorio hablan de hasta cuatro veces consecutivas, dependiendo del uso del coche y de cómo se practique la conducción.

En esta fase inicial no fabricaban nada, sólo regeneraban, y lo hacían mediante un método no intrusivo que les permitía moverse sin permisos ni consentimientos legales de los fabricantes. Que el método funciona lo ponen de manifiesto los cerca de 1.000 bloques de baterías reutilizados hasta el momento. “Casi mejor no saber lo que opinan de nosotros”, declaraba Alfredo Omaña, CEO de la compañía, cuando alguien se interesaba el año pasado por conocer la reacción de los fabricantes originales de baterías para vehículos eléctricos e híbridos. Sin embargo, recientemente Toyota lanzó una nota de prensa reconociendo el provecho del invento con patente internacional.

Círculo de sostenibilidad

Otro punto del modelo de negocio concebido daba un paso más allá y era que, una vez agotados los renacimientos de la batería para el uso de la máquina para la que fue diseñada, fuera trasladada a otras máquinas distintas que no precisaran de tanta potencia. Generaban así un círculo de sostenibilidad y una cadena de valor donde pudieran ir rotando las baterías en diversos estados tecnológicos. Farolas alimentadas con paneles de energía solar o boyas marinas son algunos ejemplos ya experimentados.

Vendida esta idea de negocio y acogida gratamente en el mercado pasaron a contemplar la posibilidad de no limitarse a regenerar sino también fabricar y comercializar sus propias baterías. El salto a la producción resultó más complicado y tedioso. Primero porque la empresa sufrió una reestructuración en el organigrama y un parón para implementar el modelo que la mantuvo cerrada durante los cinco primeros meses de 2015 y, segundo, porque la fabricación sólo podía acometerse en Asía.

Al final fue el pasado mes noviembre cuando llegaron las primeras unidades producidas a España. “Hemos desarrollado un sistema propio de baterías de mayor capacidad, de menor tasa de fallo y sobre todo de mayor durabilidad que creemos que es un paso adelante en la dirección tecnológica adecuada. Estamos hablando de módulos que sextuplican en durabilidad los modelos comerciales actuales”, dicen en referencia a su nuevo producto.

No obstante, el deseo y la lucha actual de Alfredo es traerse a Europa la fabricación para lo que se han acogido al programa Instrumento Pyme 2020, cuya primera fase ya han superado, y han pedido ayudas de apoyo al CDTI a través de la iniciativa Neotec, para la creación y consolidación de empresas de base tecnológica promovidas por emprendedores nóveles.

Asimismo, para incentivar la investigación, Alfredo Omaña confía en aumentar la plantilla que actualmente integran 8 personas con la incorporación de 3 especialistas en acumulación energética porque esa es otra de sus ambiciones, “poder recuperar talento externo para que regresen a España en las mismas condiciones que tienen en Inglaterra o Dinamarca, por ejemplo”.

Plan de expansión

Madrid es, por el momento, el único punto de venta directa y donde se ubica el centro tecnológico para la regeneración. Realizadas ya todas las pruebas y más que testadas las soluciones en Bluelife entienden que ha llagado la hora de crecer, sobre todo para agilizar los procesos de restauración y no detener en exceso la actividad de los profesionales. En líneas generales, el plan estratégico para la expansión es: de aquí al 20 de enero entre 6 y 10 franquicias, al 31 de julio 20 franquicias más y al 31 de diciembre de 2016 tener las expansión cerrada en el mercado nacional para abordar ya en 2017 la internacionalización.

Obviamente, los puntos de apertura se priorizarán en función de la demanda. Zonas preferentes ahora son Valladolid, donde la normativa legal exige ya el sector del  taxi el uso de un vehículo eléctrico o híbrido, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Bilbao, Coruña, Vigo, Las Palmas y Murcia. “Queremos crecer. Queremos que haya un bluelife en cada ciudad de España no sabemos si como punto tecnológico y como punto comercial para que todo el mundo tenga un servicio cercano y pueda decidir en cada momento si quiere utilizar una de nuestras baterías”, en palabras de Alfredo Omaña.

La iniciativa fue premiada con los Premios Emprendedor XXI de Madrid en 2014 y acaban de recoger otro galardón, El Premio Generacción, que conceden Cotec y Deloitte, en colaboración con la Real Academia de Ingeniería, a los emprendedores que difunden un nuevo modelo de negocio. Los reconocimientos los agradecen pero saben que todavía les queda por delante una importante labor didáctica que impulse un cambio en los hábitos de consumo. “Hasta el día de hoy las baterías se compraban, se usaban y se tiraban. Nosotros proponemos las 3 R’s: reducir, reciclar y reutilizar”.

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