GRUPO PLAZA

EL PEOR DE LOS TIEMPOS / OPINIÓN

Calidad de vida en España: realidades y percepciones (II)

Nuestro sistema social es más igualitario, solidario y con capacidad redistributiva que el de otros muchos países de nuestro entorno

24/07/2016 - 

Si bien en la entrega anterior partía de la comparación de la calidad de vida en España con Estados Unidos, me gustaría aquí situar la discusión en un contexto más amplio. A nivel internacional, aunque siempre resulte complicado comparar precios, consumo o renta de los diferentes países, las expectativas o las percepciones son mucho más etéreas y difíciles de cuantificar. Buscando en internet fuentes adecuadas para realizar dichas comparaciones, llegué a un indicador que la OCDE elabora con carácter bianual. Se presenta en un informe titulado “¿Cómo va la vida? Midiendo el bienestar”, cuya última edición es de 2015. Es interesante entrar en la página web, pues se presenta en forma de flores, donde la longitud de los pétalos indicarían el nivel del indicador. Además, permite comparaciones tanto entre países como a nivel regional dentro de un país, así como con otras regiones del mundo. Incluso el usuario puede confeccionar su índice (asignando valoración a los diversos aspectos) y ver qué país se asemeja en su funcionamiento a sus preferencias.

Antes de nada, para entender adecuadamente el concepto de bienestar aquí analizado, no debemos confundir términos. Bienestar en este indicador equivale a “well being”. En España, de forma errónea, se ha traducido mayoritariamente el término “welfare state” como “estado de bienestar” y se le ha dado una connotación positiva. En realidad, la traducción correcta sería “estado asistencial”, pues quienes tienen que recurrir al “welfare” son los que no tienen suficientes medios propios. Este índice (que se mide de 0 a 10) no se refiere al papel del Estado en la economía o el nivel de servicios públicos, sino que combina magnitudes macroeconómicas con variables de carácter cualitativo. Los indicadores que utiliza son: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción, seguridad y balance vida-trabajo. A su vez, todos estos indicadores utilizan diversas variables. Pueden consultarse los datos país a país y región a región.

Voy a intentar sintetizar los principales resultados en el caso de España, completados con algunos gráficos que he elegido entre los muchos disponibles. Los valores más altos se alcanzan en salud (8.3), gracias a la elevada esperanza de vida; comunidad (8.7), indicador que se refiere al apoyo en el ámbito social, muy elevado en España; seguridad (9.1), debido al bajo número de muertes violentas y al sentimiento de seguridad, sólo superado por Noruega; y balance vida-trabajo (8.8), destacando el mucho tiempo dedicado al ocio y al cuidado personal. Los peores resultados son los de ingresos (2.9), que deben ser matizados: no se computa la riqueza no financiera (inmobiliaria), sólo la renta per cápita y la riqueza financiera. Muy cerca, con un 3.1 sobre 10, el empleo, indicador sintético que no sólo incluye la elevada tasa de desempleo, sino a la inseguridad en el mismo (la probabilidad de volver a encontrar empleo tras quedarse en paro es baja). En educación el resultado es medio (5.5), pues se computan los resultados de PISA y la tasa de abandono del sistema educativo. Es destacable un indicador puramente cualitativo: la satisfacción con nuestra vida, que alcanza un valor también comparativamente bajo: 5.5.

"España resulta ser uno de los países con menor polarización, puesto que el 10% de población con más ingresos apenas supera el 32% de la renta"

Por lo que se refiere a los ingresos o renta (con un valor del indicador de 2.9), los datos de distribución de la renta son, sin embargo, relativamente mejores, como puede verse en el primer gráfico. España resulta ser uno de los países con menor polarización, puesto que el 10% de población con más ingresos apenas supera el 32% de la renta, mientras que el 60% de menor ingresos alcanza el 30%. Si lo comparamos con la media de la OCDE, el 10% más rico tendría el 50% de los ingresos y el 60% más pobre no llega al 15%. Estados Unidos sería el país con peor distribución: el 10% más rico acumula el 75% de la renta, mientras que el 60% más pobre no llega al 5%. Estos datos confirmarían el informe reciente del FMI discutido hace un par de semanas, que hablaba de los riegos para EEUU de la mala distribución de su renta.

Respecto a la vivienda (con un resultado general de 6.1), aunque no se incluye dentro de la riqueza de los hogares, sí que algunos de los indicadores recogidos por la OCDE reflejan la elevada proporción de familias con vivienda propia. Así, el número de habitaciones por persona llega a 1.9, por encima de la media de la OCDE que es de 1.7, y el mismo valor que en Finlandia o Dinamarca.

Uno de los indicadores claramente mejorables es el de educación (5.5). Son varios los elementos que explican este valor: además de situarnos en la encuesta de PISA por debajo de la media y ser la tasa de abandono elevada, también es bajo el indicador de competencias (matemáticas y lectura) de la población adulta, pues de los 21 países de la OCDE considerados en el gráfico, España estaría en el penúltimo lugar, sólo por delante de Italia.

Lo que resulta una pauta común a todos los resultados para España en 2015 es que, independientemente de los valores de las medidas cuantitativas de nuestro nivel de bienestar, cuando se pregunta a los ciudadanos cómo se sienten, las respuestas son mucho más pesimistas de lo que cabría esperar. Es notable que, a pesar de tener un sistema sanitario que todos apreciamos y una esperanza de vida elevada, cuando nos preguntan por nuestra salud, la contestación es relativamente mala (69 sobre 100), lo mismo que cuando la cuestión se refiere la satisfacción con nuestra vida y si vale la pena vivirla: sólo 5 países están más deprimidos que nosotros. Los peores, Portugal y Hungría, seguidos por Grecia, Estonia e Italia. Los más satisfechos con su vida resultan ser checos, finlandeses (a pesar de las largas noches de invierno) y mejicanos. Bromas aparte, es evidente que en todos los indicadores cualitativos hay un cierto sesgo a la baja, influido probablemente por la situación económica.

Retomando mis cuitas veraniegas, es evidente que el principal problema que nos resta bienestar a todos, como sociedad, y crea desasosiego, es el desempleo. Es importante, con los datos en la mano, hacer un análisis riguroso de la situación de nuestro país, tanto en términos absolutos como comparados, y evitar la demagogia y el populismo a la hora de buscar soluciones. Acabemos esperanzados: tenemos muchas ventajas derivadas de nuestra cultura y de nuestro sistema social, más igualitario, solidario y con capacidad redistributiva que en otros muchos países de nuestro entorno. Pero hay importantes desequilibrios aún por corregir, ineficiencias que eliminar y reformas que realizar. Esperemos que el otoño nos sea propicio, aumente la estabilidad económica y mejoremos nuestras expectativas, de forma que salgamos por fin del círculo vicioso de la crisis y la depresión (en todos los sentidos).

* Mariam Camarero es catedrática Jean Monnet Ad Personam, Universidad Jaume I

Noticias relacionadas

next

Conecta con nosotros

Valencia Plaza, desde cualquier medio

Suscríbete al boletín VP

Todos los días a primera hora en tu email


Quiero suscribirme

Acceso accionistas

 


Accionistas