VALÈNCIA. Son incontables las veces en la que se ha hablado del renacimiento del Museu de Belles Arts de València. “La segunda pinacoteca de España”, dicen. Tantas que uno se pregunta si esas vidas son finitas. De momento, y como esto no va de videncia, nos ceñimos al presente, un tiempo que pasa directamente por Carlos Reyero Hermosilla (Santander, 1957). El historiador del arte es desde hoy el nuevo director del museo, tomando el relevo a José Ignacio Casar Pinazo y Margarita Vila, tras ser elegido a través de un proceso solo dirigido a funcionarios. El hasta ahora subdirector del Departamento de Historia y Teoría del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid se pone al frente de una institución con muchos retos por afrontar, un contexto irregular al que se enfrenta, al menos, con un aparente consenso del sector cultural, que ha visto con buenos ojos la llegada del santanderino a una València que pasará a ser ahora su casa.
“El museo no es un almacén de obras, es un espacio de reflexión sobre la cultura”, explicó Reyero durante su primer acto como director del museo, en el que estuvo acompañado por la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga. Aunque el proyecto presentado por el historiador del arte no se ha hecho público, con lo que se desconoce la concreción de su plan expositivo, su discurso dejó patente que su llegada no hará saltar por los aires lo construido, sino que mira con mimo la herencia recibida a la hora de construir su futuro. Y cuando hablamos de herencia no solo nos referimos al pasado inmediato, sino que va un poquito más allá en el tiempo, un plan que “piensa en la historia y en los grandes elementos que han construido el museo”, incluyendo en esta suma a los principales autores de la colección o pilares como la Real Academia San Carlos. “Uno es heredero de todo lo que ha ocurrido y en el pasado hay muchas cosas aprovechables […] Aquí se han hecho exposiciones fantásticas”, explicó.
El futuro pasa por conectar el museo con los modos y discursos del arte contemporáneo, que le resultan también cercanos a Reyero, revisando los fondos desde un punto de vista actual y fomentando la reflexión a partir de temáticas como la violencia, la identidad cultural o sexual. No se trata -“solo”- de pensar en la relación con el territorio. “Ante una obra de arte se puede reflexionar sobre la vida”, incidió el director, que ha sido profesor en la Universidad de Cantabria (1981-82) y catedrático en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (2010-2015). Entre los retos, destacó pasa la necesidad de conectar los fondos del museo con países como Italia y Francia, especialmente, reforzando las relaciones con otras pinacotecas y potenciando las coproducciones de muestras.
A pesar de que destacó lo irrenunciable de nombres como Sorolla o Pinazo en la construcción del museo, lo cierto es que Reyero abogó por un centro donde los nombres tengan “una importancia relativa” con respecto al todo. "La construcción de un relato democrático necesita de todas las voces”. El proyecto del nuevo director, eso sí, tiene un condicionante: el plan museográfico. "Es uno de mis retos. No me va a coartar", aseveró Reyero, quien indicó que "aún queda tiempo" para que el plan salga adelante. "Un museo es un acuerdo social, es un canon, es un pensamiento colectivo de una ciudad". Pero, por fuerza, el proyecto artístico pasa por la gestión del centro, que ha torpedeado el correcto funcionamiento de la institución desde hace años, dejando más de una cuenta pendiente con la que tendrá que lidiar Reyero.
Uno de las piedras en el camino es la falta de personal. “Ya no sabemos cómo decirlo, ni cómo reclamarlo, ni cómo hacer participe a todas las instancias políticas sobre las enormes dificultades que hay de personal. Si alguien me preguntara qué no he conseguido en tres años, mi respuesta sería que no he conseguido completar la plantilla”, explicaba el pasado mes de septiembre Casar Pinazo, durante una entrevista con Culturplaza. Esta realidad no es ajena para Reyera, que confiesa haberse empapado de noticias y artículos de opinión en la últimas semanas para conocer la percepción del estado del museo. “Los museos provinciales tienen un déficit”, confesó durante el encuentro. En este sentido, Amoraga destacó que la futura Oferta Pública del Empleo tiene previstas seis plazas de gestor cultural, de las cuales tres están reservadas para conservadores, “para que no vuelva a pasar lo que pasó”. Se refería a la inclusión de tres historiadores del arte sin la preparación necesaria para ocupar un puesto de restaurador, que generó numerosas críticas entre el sector profesional.
La segunda piedra, claro está, es la pasta. El parné. La panoja. Se llame como se llame, la cuestión del dinero no es poco importante a la hora de fijar los límites de un proyecto que, por lo pronto, quiere dar especial mimo a la investigación -“en humanidades no es tan costosa”- y la educación. Amoraga destacó en este punto que el centro cuenta con 5,2 millones de euros, un presupuesto que “puede seguir aumentando”, pues ya comienzan a perfilarse los presupuestos de cara a 2020. Es este es uno de los pilares de la ‘etapa Reyero’, quien apuntó que el museo “debe ser un centro de investigación de la pintura valenciana”, un espacio de referencia potenciando el patrimonio existente. También reflexionó sobre una necesaria estrategia de educación para acceder a nuevos públicos. "Se trata de que sea un centro cultural, que llegue a mucha gente. Que gente que no tiene acceso a las obras de arte comprado que ver un cuadro no es lo mismo que verlo en la pantalla del móvil. Un objeto artístico al lado de otro construye un discurso que solo se puede vivir presencialmente. Esto es un reto”.
La tercera cuestión a tener en cuenta es la propia arquitectura interna del museo, un centro nacional pero de gestión autonómica que sigue teniendo pendiente un reconfiguración de su estructura. Descartada la fórmula del consorcio, que rechazó el Ministerio de Cultura, la conselleria movió ficha y anunció que trabajaba en un proceso de ‘desconcentración’, una modificación del decreto que rige al centro, para dotarle de una mayor autonomía. "Se continúa trabajando en el marco jurídico del museo de la mano del Ministerio de Cultura, ya que la actual situación administrativa del museo no es la que queremos, pero en cuanto se aclare la situación política en Madrid se retomarán las conversaciones”, explicó Amoraga
Para esquivar estos baches el 'salvavidas Reyero' necesitará de mucha voluntad de conselleria por redirigir un espacio que, tal y como explicaba Yolanda Gil en una columna publicada en este diario, “es un magnífico museo”. Y conviene no olvidarlo.
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