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José Ignacio Casar: "El Museu de Belles Arts necesita plena autonomía. La desconcentración no puede ser el fin"

28/09/2018 - 

VALÈNCIA. Si nos dieran un penique por cada gestor público que ha anunciado el renacer o desbloqueo de la situación del Museu de Belles Arts de València… Tendríamos muchos peniques. El centro expositivo, al que se le atribuye el título de “segunda pinacoteca de España”, vive una continua etapa de transición que –de nuevo- se alargará más de lo previsto. Si esperaban licitar y ejecutar el plan museográfico entre 2018 y 2019, no será hasta 2020 que podamos empezar a ver -si se cumple el nuevo calendario- la renovación del centro. Un retraso más. La cosa se complica cuando se analiza el funcionamiento interno. “Somos poquísimos”, recalca su director, José Ignacio Casar Pinazo durante su conversación con Cultur Plaza. Por su parte, las necesidades parecen estar identificadas, pero, ¿y las soluciones? Descartada la fórmula del consorcio para conseguir la ansiada autonomía del centro, desde la Dirección General de Cultura y Patrimonio se ha dado con otra opción, la desconcentración, un mecanismo que desde la dirección del museo no se entiende como doble check. Mientras trabajan en proyectos en torno a la figura de Vicente López o junto a la Cátedra Demetrio Ribes, es también momento de analizar la remodelación de la primera planta del centro, un prototipo de su futura renovación que ha sacudido contenedor y contenido. Hablamos con José Ignacio Casar Pinazo. 

-¿Cuál ha sido el criterio en los cambios de piezas tras la remodelación de la primera planta?
-Hay un criterio de aquilatamiento de la colección, de mostrar aquello que entendemos que es más especial, huyendo de la acumulación de piezas. Las selecciones, como siempre, pueden ser cuestionables, pero esa es la que nosotros hemos planteado. También nos ha preocupado mostrar las piezas que tenemos en su contexto. Antes había una Sala Velázquez con tres Velázquez, en este momento no hay una Sala Velázquez, ni Goya, ni Vicente López, sino que están mezclados con su contexto. Otro aspecto es el de superar la idea de la pinacoteca, hablar de un museo de Bellas Artes, incorporando escultura y la colección de artes suntuarias. El objetivo es dar una visión más holística.

-Cuando se inauguró dijo que era un "experimento", ¿ha detectado aciertos y errores a la hora de expandirlo al resto del centro?
-La percepción que tenemos de los visitantes, a través del feedback de las encuestas o conversaciones, es que la gente se siente satisfecha con el museo. Vamos en el buen camino, ¿errores? Quizá nos falta dar una información de sala más precisa, tenemos que hacer un esfuerzo por atender al visitante no castellano o valenciano parlante.

-El secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, aseguró en enero que el museo va a ser "absolutamente diferente, la gente no lo reconocerá" en 2019. ¿De qué manera?
-Cuando Girona habla de 2019 es porque pensábamos que en 2019 íbamos a poder mostrar todo el desarrollo del nuevo discurso expositivo. Esto necesariamente se ha retrasado. En aquel momento el compromiso era que durante 2018 se iba a licitar el proyecto museográfico y en 2019 implementar. Estamos en septiembre de 2018 y todavía no se ha licitado, con lo que tenemos que hablar ya de 2020. Ese retraso es importante porque se están dilatando compromisos adquiridos. La V Fase sigue ahí esperando su apertura.

Foto: KIKE TABERNER.

-De esos "compromisos adquiridos", ¿cuáles son las cuestiones que apremian al director?
-El museo necesita un calendario claro, necesita saber cuándo va a licitarse el proyecto. La ausencia de una programación clara nos hace trabajar con un sinfín de variantes, estamos reelaborando calendarios mes a mes para poder tener una programación razonable. Son temas muy serios para este museo.

-¿Cómo se trabaja en este contexto?
-Con mucha intranquilidad, con muchas dificultades. Es un tema complicado. No quiere decir que el museo vaya a estar cerrado 3 o 4 años como en el caso del Museo Nacional de Arqueología, pero habrá un momento en que el propio trabajo tendrá una exigencias que habrá que acometer. Una de las cosas a las que hemos dado vueltas es hacer una selección de obras que expondremos en las salas de exposiciones temporales, un top 10 o 20, para que la gente que venga al museo pueda ver las obras más significativas. Pero todo eso necesita una programación. Ahora estamos manejando el ultimo trimestre de 2019 como el momento para iniciar la transformación. Lo que puedo adelantar es que durante 2019 el museo tendrá un funcionamiento habitual.

-En una entrevista concedida por Miguel Falomir a Cultur Plaza, al respecto del presupuesto de ambos museos, dijo: “Uno de los grandes dramas del Museo del Prado es que durante mucho tiempo no estuvo a la altura de su colección y creo que, en estos momentos, es lo que le ocurre a Bellas Artes de València”. ¿Cómo sienta?
-Creo que Miguel Falomir tiene un perfecto conocimiento de cómo se mueve este museo. Él siempre insiste en la carencia de personal. Esta cuestión... ya no sabemos cómo decirlo, ni cómo reclamarlo, ni cómo hacer participe a todas las instancias políticas sobre las enormes dificultades que hay de personal. Si alguien me preguntara qué no he conseguido en tres años, mi respuesta sería que no he conseguido completar la plantilla. Supongo que no depende solo de mí, pero realmente me produce un enorme nivel de insatisfacción. Supone que no he sido capaz de conseguirlo ni de transmitir la importancia que tiene que esta plantilla se recupere, ni siquiera hablo de aumentar.

"Que el primer museo valenciano de arte clásico solo tenga un conservador dice mucho de cómo la sociedad considera este museo"

A José Miguel G. Cortés le viene muy mal que compare este museo con el IVAM, porque él también tiene necesidades de personal, pero en el IVAM hay más subdirecciones que personal administrativo aquí. En el IVAM hay nueve conservadores; en Belles Arts teóricamente tres, pero solo hay uno, porque los otros dos no estás cubiertos. En el IVAM hay cinco registradores para una colección de 15.000 piezas; aquí hay dos para una colección de 30.000 piezas. Claro, cuando voy al apartado de staff en la web del IVAM me muero de envidia. Que el primer museo valenciano de arte clásico solo tenga un conservador dice mucho de cómo la sociedad considera este museo.


-Quizá sea por deformación profesional, pero también sorprende que la segunda pinacoteca de España no tenga un equipo de comunicación específico.

-Es cierto. ¿Al final la solución cuál es? Contratar un equipo externo. Pero ahí entramos en otra dinámica, las dificultades que tenemos con el personal administrativo con el que contamos para llevar a cabo contratos de ese tipo. Aquí han trabajado personas contratadas en 2017 para apoyar en el tema de publicitación de actividades y redes sociales y, al final, llegó un momento en que la dinámica de contratación nos llevaba a sacar un concurso público, pero no tenemos técnicos capaces de elaborar esos pliegos. La propia ausencia de personal genera estas corazas. Estamos atendiendo a los problemas del día a día y no nos deja mirar al futuro.

-El pasado mes de mayo la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, confirmó que el futuro del museo no pasaría por la fórmula del consorcio sino por una nueva, la desconcentración. ¿Qué significa?¿Es la solución definitiva?
-[Medita] El Ministerio en su momento frenó la posibilidad del consorcio y desde la Dirección General se ha considerado la fórmula de la desconcentración para mejorar la situación del museo. Se está trabajando en reelaborar los dos decretos que regulan el funcionamiento del museo. Indudablemente cualquier mejora sustancial del funcionamiento del museo pasa porque este museo tenga plena autonomía, mientras no sea así cualquier otro tipo de medida -lógicamente tendrá efectos beneficiosos- pero nunca podrá ser considerada como definitiva. Es un paso más, pero no es definitivo. Esta institución necesita plena autonomía. La desconcentración es un paso en el trayecto, no puede ser el fin.

-En pocas semanas inaugura junto al IVAM  Teníamos todo a nuestro favor, pero por lo que cuenta da la sensación de que tiene mucho en contra.
-El problema sería no tener público ni colección. Lo demás, evidentemente, son cosas que se pueden superar. Tenemos una colección de 200 años de historia y un público que parece satisfecho. Lo sustancial lo tenemos. El resto es la jodida gestión.

Foto: KIKE TABERNER.

-En este proceso de reordenación de la colección, ¿qué necesidades han detectado? 
-Hay autores fundamentales para entender la colección que no están representados en el museo. Lo que pasa es que son autores con un nivel de precio que excede nuestras posibilidades económicas. En ese sentido sería muy importante conseguir apoyos externos. Aquí no hay ninguna operación de mecenazgo, ningún patrocinio claro, ¿por qué? Hay un tema fundamental, cualquier operación de patrocinio no revierte en el museo, sino en la Generalitat, porque hablamos del principio de caja única.

-¿Hay una política de búsqueda de patrocinios?
-Lo hemos intentado. Es algo a lo que no hemos dedicado un esfuerzo intenso, y el que hemos dedicado han sido nada fructíferos. Cuando intentamos un proceso a través de un profesional de la captación de servicios resulta que el propio contrato del profesional tenía que salir a concurso con lo cual... Es otro pliego, otro contrato. Al final estás absolutamente desbordado por temas de gestión.

"EL MUSEO SOROLLA NO SE PUEDE HACER DESVISTIENDO LA COLECCIÓN SOROLLA DEL MUSEO DE BELLAS ARTES"

-En el caso de que se materialice el proyecto político de un Museo Sorolla en València se nutriría en parte de los fondos del Museu de Belles Arts de València, ¿qué consideración hace de esta idea expositiva?
-Entiendo que el Museo Sorolla no se puede hacer desvistiendo la colección Sorolla del Museo de Bellas Artes. Sorolla es un personaje lo suficientemente importante en el hilo conductor del arte valenciano como para privar de las obras a este museo. Eso no quiere decir que algunas piezas no puedan depositarse en ese futuro museo. No tiene sentido desmontar la colección Sorolla para montarla en otro emplazamiento, eso sería casi como un fraude para los visitantes del Museo de Bellas Artes de València. No se puede desnudar la colección. Aunque es importante, no es una colección en la que estén los cuadros que todo e mundo quiere ver, habrá que negociar con Madrid.

Foto: KIKE TABERNER.

-En un primer momento el conseller Vicent Marzà le anunció como “director provisional” de la pinacoteca, para un año después consolidar la plaza, a la que accedió fuera del marco del Código de Buenas Prácticas impulsado por la conselleria, ¿se presentaría a un futuro concurso?
-Al principio, cuando me hacían estas preguntas, inmediatamente decía que no. Con el paso del tiempo lo dejo abierto. Ya veremos.

-El corto plazo le ocupa más tiempo del que querría pero, ¿cuál es la ambición a medio/largo plazo?
-La ambición es tener una plantilla razonable, no completar la actual, sino que sea razonable, porque eso supondría que las administraciones valoran este museo con la importancia que tiene; y tener un estatuto de autonomía plena. En el fondo, la existencia de un estatuto de autonomía supone liberar el museo de los vaivenes políticos, desvincularlo de la política inmediata.

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