VALÈNCIA.-El diseñador valenciano, con una extensa trayectoria a sus espaldas, continúa descubriendo nuevas aristas del diseño en cada uno de los proyectos que afronta.
— Ganador en la última edición de los premios ADCV. ¿Crees que continúan siendo unos galardones demasiado endogámicos? ¿Los diseñadores deberían aprovecharlos para difundir de una mejor manera su trabajo entre la opinión pública?
— En próximas ediciones lo deseable sería que estos premios merecieran la atención de À Punt, y la consiguiente retransmisión de la ceremonia de entrega, así como la asistencia del President de la Generalitat. Mientras no se den estas circunstancias, difícilmente se difundirán de manera notoria. Todo depende de la importancia que se les quiera otorgar desde las instituciones valencianas.
— En relación con la candidatura de València como Capital Mundial del Diseño, Pedro González manifestaba en una entrevista que el gran reto de la candidatura era «hacer llegar al ciudadano de a pie la importancia de ser elegidos». ¿Estás de acuerdo?
— La candidatura es una magnífica ocasión para dar a conocer la contribución del diseño a la cultura y la economía valencianas. Estoy de acuerdo con Pedro, pero el reto también consiste en que se genere un orgullo mayoritario por la elección de València. Yo estoy convencido de que se va a hacer un gran esfuerzo y de que se conseguirá ese orgullo por efecto contagio entre la población, local y visitante. El resultado deberá ser un incremento importante del prestigio colectivo de la sociedad valenciana y que se aprecie mucho más el papel del diseño. Habrá que utilizar estrategias claras y efectivas, y creo que una buena idea es elaborar testimonios audiovisuales donde empresas, concejalías, instituciones y usuarios describan cómo la vida cotidiana es mejor gracias al diseño valenciano.
— Cuentas con una trayectoria muy amplia. Podemos decir que estás plenamente asentado, pero, pese a ello, ¿cuáles son las mayores dificultades a las que te enfrentas en el día a día?
— Me resulta curiosa esa observación porque yo me sigo sintiendo un tanto outsider. De todas maneras, mi principal dificultad es lograr una calidad de proyecto satisfactoria en cada encargo. Eso que se dice de que cuanto más sabes, más difícil resulta estar contento con lo que haces. En mi caso también se da la circunstancia de que genero muchas ideas, que considero útiles e innovadoras, que no encuentran espacio entre mis clientes habituales, hasta el punto de sentir que he desarrollado, a lo largo de mi carrera, un trabajo oculto mucho más importante e interesante del que se conoce.
— Hablando de retos, compatibilizaste tu trabajo con la docencia en escuelas como UCH-CEU, EASD València o Barreira. Además de la pura enseñanza, ¿qué tratas de aportar a los alumnos?
— Hace dos o tres años que ya no doy clases, pero mi principal obsesión como profesor era hacer comprender a mis alumnos la importancia de tener una buena cultura de proyecto, conocer lo que se ha hecho en el pasado para poder diseñar mejor hoy en día. Les ponía, como ejemplo, la importancia de la jurisprudencia para los abogados. Respecto a su salida al mercado, les aconsejaba que diseñaran su propia estrategia para posicionarse y diferenciarse, que buscaran nichos de mercado diferentes o aquellos más adecuados a sus aptitudes. También les advertía que el diseño es una carrera de fondo... y un oficio en el que nunca acabas de saber todo lo que deberías.
— Compatibilizas de forma habitual el trabajo para empresas españolas con internacionales. En un mundo plenamente globalizado, ¿existe alguna diferencia en el desarrollo de los proyectos?
— Sí, pero la diferencia es el grado de madurez de las empresas, más que el país en sí, en relación a determinados aspectos del proceso, sean estos de tipo técnico o de gestión de la promoción del producto o de la marca. Cada empresa tiene su propio grado de experiencia y esto repercute en el trabajo del diseñador, facilitándolo o penalizándolo. Lo que en algunas empresas ya se da por entendido, en otras aún no ha sido planteado y es difícil por parte del diseñador hacer un trasvase de experiencias. Cada empresa hace su trayecto y llega a sus conclusiones, a veces invirtiendo demasiado tiempo en ello, aunque le hayas mostrado antes el camino que han seguido otros.
— Centrándonos en tu trabajo para empresas internacionales, ¿existe una cultura del diseño común independientemente del país donde se ubiquen?
— El diseño es, en esencia, un lenguaje universal y esto hace que cada vez haya menos diferencias en los productos, independientemente del país donde se produzcan. Aun así, cada país tiene características que le son propias y esto es muy interesante para mí, porque si hay algo que aborrezco es la uniformidad.
— A una escala más local, destaca tu trabajo para dos compañías valencianas como Inclass y Capdell. ¿Existe un común denominador entre ambas empresas?
— Ambas son valencianas y tienen una vocación muy internacional. Trabajan con diseñadores nacionales y extranjeros y las dos están buscando su propia ‘voz’.
Lo que en algunas empresas ya se da por entendido, en otras aún no ha sido planteado
— Gracias a tu contacto permanente con estas compañías tienes un conocimiento directo y exacto de sus necesidades y exigencias. ¿Cuál es la tendencia en diseño de mobiliario con un mayor impacto que detectas en este momento?
— En ambas empresas la ubicación natural de sus productos es el ámbito de las instalaciones, aunque abordan ese mercado de manera diferente. En Inclass se adhieren a una especie de estandarización de la estética que reina a nivel mundial, con productos muy depurados y sencillos, discretos pero muy bien diseñados. En Capdell los modelos son más heterogéneos en su estética y tienen una personalidad más acusada que los hace muy reconocibles. En los dos casos sus productos tienen que ser competentes a nivel internacional, en los estratos cercanos a la cúspide del mercado de diseño, donde la exigencia es altísima y la competencia feroz. Las dos empresas trabajan muchísimo para mantener su estatus y mejorar posiciones y reputación de marca. Ese esfuerzo les garantiza su evolución y buenos resultados.
— Has trabajado tanto en diseño de mobiliario para el hogar como para oficinas y espacios públicos. En la actualidad hay muchas firmas que se resisten a renovar su equipamiento. ¿Cuáles crees que son las razones para esa resistencia? ¿Sería conveniente articular desde instituciones públicas un ‘plan renove’?
— Lo del ‘plan renove’ podría ser muy interesante para activar esa renovación. En cuanto a la falta de atención de algunas empresas en lo referente a su equipamiento diría que es sorprendente en el mundo actual, como también lo es el tener una deficiente imagen gráfica, que también se da en muchos casos. Por el contrario lo que está claro es que hay una relación directa entre la implementación de diseño y los resultados empresariales. Como dijo ya en 1973 Thomas Watson, CEO de IBM, good design is good business.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 57 de la revista Plaza