VALÈNCIA. La bailarina y coreógrafa Carmen Werner (Madrid, 1953) lleva bailando ya más de cinco décadas. No solo bailando, dirige la compañía Provisional Danza y asesora producciones coreográficas y tambié se encarga de formar a los que serán los próximos mejores bailarines nacionales e internacionales. En el año 2007 recibió el Premio Nacional de Danza y en el año 2020 recibió la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, dos galardones que reconocen su capacidad de creación infinita. Este fin de semana su compañía visita València, en Espai Inestable junto a su compañía Provisional Danza, presenta tres nuevos solos únicos en los que ha estado trabajando con nuevos creadores.
Al escenario de Espai Inestable se suben Plasma, de Raquel Jara; Divague, de Sebastián Calvo y 101 volando de Cristian López Sánchez. Tres solos de danza contemporánea en los que se reflexiona sobre el dolor, las apariencias, y la libertad respectivamente. Tres piezas tras las que ha estado el asesoramiento de Werner, quien más allá del baile se siente cómoda fuera del escenario acompañando a los nuevos creadores desde la ayudantía de producción “ayudando a los bailarines” dentro de su propia creación: “Promociono a los bailarines para que ellos sean creativos y para que se encaminen hacia una creación propia”.
-¿De qué hablan los solos que se pueden ver en Inestable?
-Para mi Plasma habla un poco de lo que es la salida a la vida, es una pieza que se estrena absolutamente en València y habla de ese renacer. Divague habla un poco de una persona que está en duda y de cómo eso se traslada a la danza. 101 volando habla de la libertad.
-¿Cómo se trabaja desde la producción?
-Es emocionante, desde los años 90 promociono a los chavales de la compañía para que hagan sus creaciones y luego hago las coreografías, mis coreografías son de toda la compañía. Yo lo que intento es que ellos tengan la capacidad de la re-creación.
-Entiendo que no será lo mismo hacerlo en los 90 que hacerlo ahora
-Claro, siempre son nuevos grupos y perfiles. Estoy aprendiendo todo el tiempo, porque al final nunca se deja de aprender, es una cuestión de captar, de ver y de aceptar. Ahora mismo acabo de terminar un ensayo en el que estoy trabajando con una creación propia y los bailarines me están aportando mucho. Para mi ese aprendizaje es imprescindible.
-¿Cambian mucho los públicos?
-No sabría decirte, considero que el arte siempre ha sido para quien quiera verlo. Cuando vamos a València, a Espai Inestable o a carme Tetare por ejemplo -donde actuarán en noviembre- vemos un público encantador y muy cercano.
-¿Disfrutas de la cercanía en estos espacios?
-Cuando un espacio es de calidad el resto de factores son indiferentes. Yo no noto la calidad de una sala alternativa como un espacio más directo que un teatro grande, disfruto mucho bailando en todas ellas. Al final si llevas el espectáculo en ti misma no importa, lo vas adaptando donde vayas y la esencia es que estás preparada y disfrutas haciéndolo.
-Hablaba con Sol Picó de cómo afecta socialmente el factor de la edad, y como los públicos se acercan menos a perfiles “envejecidos”, ¿estás de acuerdo?
-Pienso que a mi me gusta bailar y mientras me guste bailar seguiré haciéndolo.
-¿Cuál es el pulso de la danza en España?
-La danza ahora mismo está maravillosamente bien, desde que he empezado ha habido una evolución tremenda a nivel coreográfico y en la capacidad de hacer giras diferentes. Está claro que no se paga del todo bien pero me quedo con lo que disfruto y lo que me gusta de la danza.