RESTORÁN DE LA SEMANA

Casa Milán

Producto y cariño son los dos pilares del restaurante Casa Milán. Un mesa en la que refugiarse siempre que uno necesita reconciliarse con la gastronomía. 

| 27/01/2017 | 1 min, 33 seg

A veces uno está harto de vanguardia, de menús interminables y raciones microscópicas, de vajillas de diseño y cartas indescifrables. En esos momentos, pocas cosas reconfortan. Una de ellas son las pochas con almejas de Casa Milán, o su potaje con manitas, o su fabada. Cualquiera de sus platos de cuchara te devuelven la fe en esa cocina que en ocasiones se aleja demasiado de las raíces.

El producto es aquí el rey y se le trata como tal. Sin excesos ni maquillaje de ningún tipo. Un rodaballo al pil pil, un bacalao fresco, una paletilla de cordero manchego... Todo lo que ofrece Santi en las mesas a una velocidad pasmosa es lo mejor que han encontrado en la lonja o el mercado ese día. Por eso no hay carta. Cada día la oferta se adapta al producto. 

Cuarenta años tiene a sus espaldas Casa Milán. Santiago Illescas padre lo montó con algo más de veinte años y hoy sus cuatro hijos continúan con su legado, tanto en la cocina como en la sala. Es uno de esos sitios en los que, además de comer bien, a la segunda visita ya conocen tu nombre y tus gustos. 

De esos restaurantes en los que no puedes evitar pensar en tu padre, que fue asiduo cliente, y en lo mucho que hubieras disfrutado hoy allí con él. 

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