CASTELLÓ (EP). Cerca de un 20 por ciento de la población sufre, en mayor o menor grado, misofonía, un trastorno que provoca hipersensibilidad al ruido, y en torno al 6% le afecta "significativamente" en su día a día, según ha explicado el doctor Sergio Arques, psiquiatra del Centro Médico Vithas Castellón, quien ha añadido que "es importante no confundir la misofonía con la hiperacusia, que consiste en percibir ciertos sonidos de una forma anormalmente alta y sentir incluso dolor físico al escucharlos, ni con la fonofobia, que es el miedo que producen ciertos sonidos".
El término misofonía significa, literalmente, "odio al sonido" y se caracteriza por una reacción negativa e intolerante, así como desproporcionada a uno o más sonidos sea cual sea la intensidad de estos. Según Sergio Arques, "también se conoce como síndrome de sensibilidad selectiva al sonido (SSS) y se trata de una patología relativamente reciente, por lo que muchos de los detalles que la rodean son una absoluta incógnita y afecta por igual a hombres que a mujeres".
Aunque el origen de este síndrome es desconocido, se piensa que la causa de la misofonía no subyace en los oídos, sino en una disfunción del sistema auditivo central en el cerebro. "Se ha propuesto que las reacciones causadas por la misofonía podrían deberse a una alteración del sistema límbico que controla las emociones y el comportamiento y del sistema nervioso autónomo", ha subrayado el doctor.
"Hoy en día sus causas siguen siendo prácticamente un misterio" ha indicado el especialista, de hecho mientras algunos autores plantean la posibilidad de que haya una predisposición genética a sufrir este trastorno, otros creen que el aprendizaje podría explicar en parte los síntomas emocionales y conductuales de la misofonía, es decir, que un estímulo neutro -por ejemplo, teclear un ordenador- se asociaría a un estímulo aversivo, desencadenando una respuesta incondicionada.
Asimismo, el doctor Arques ha añadido que "es habitual la asociación con trastornos donde predominan patrones obsesivos de comportamiento, como por ejemplo el autismo, el Síndrome Gilles de la Tourette o el trastorno obsesivo compulsivo" y aclarado que" en este sentido, se cree que el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo podría predisponer a desarrollar misofonía".
Los síntomas de la misofonía suelen aparecer al final de la infancia, aunque pueden comenzar a cualquier edad. Lo habitual es que la primera vez un sonido específico desencadene esa reacción inadecuada y, posteriormente, se van sumando más sonidos detonantes a la lista.
Tal y como ha explicado el psiquiatra, "desafortunadamente, en la actualidad no existe ninguna prueba para saber si alguien tiene este problema, por lo que el diagnóstico es clínico, es decir, se realiza identificando las reacciones del individuo a ciertos sonidos". En este sentido el doctor Arques ha confirmado que "no existe un tratamiento efectivo o una cura para la misofonía, aunque sí se pueden emplear distintos tipos de terapias para aprender a convivir con ella y poder sobrellevarla".
El abordaje de este trastorno pasa en gran medida por la terapia cognitivo conductual que, a través de la reeducación auditiva y la habituación, puede aumentar la tolerancia a determinados ruidos haciendo que desaparezcan los sentimientos desagradables. "En ocasiones, los tapones que cancelan el ruido, pueden ser una medida provisional, al igual que utilizar algunos 'escudos' que mitigan la percepción de los patrones insoportables, como por ejemplo escuchar música", ha recomendado el doctor.
En cuanto a la evitación de este trastorno, el especialista ha asegurado que "a no ser que vivas en una burbuja, es imposible de prevenir o de evitar, por ello, muchas personas tienden a aislarse para impedir determinados sonidos que les resulta insoportables" y ha comentado que "hay veces que la misofonía puede ocasionar consecuencias graves y perjudicar el bienestar de la persona, hasta el punto de que deja de relacionarse socialmente y se recluye en la más absoluta soledad. Las personas que padecen este trastorno se sienten incomprendidas porque se les puede tildar de histéricas o exageradamente sensibles".
El especialista recomienda a las personas que viven en poblaciones con tradición pirotécnica que "se armen de paciencia y entiendan que son unas fechas complicadas en las que tendrán que convivir con estruendos y alborotos a todas horas, aunque, si sus medios se lo permiten, siempre podrán escapar".