VALÈNCIA. De ‘Los vecinos de arriba’ a ‘53 Domingos’ hay dos factores en común: el conflicto y su resolución (o no) desde el humor. En ambas obras Cesc Gay investiga sobre el tratamiento de los problemas por parte de los que los ocasionan y los afectados. En el caso de ‘53 Domingos’ la historia se construye sobre las relaciones entre hermanos y lo hace desde la rivalidad, los celos y la envidia que corroe a los personajes, con el objetivo de descubrir qué les une y que les separa dentro de la familia.
Esta obra cuenta la historia de tres adultos desesperados que no saben qué hacer con su padre, quien ya no puede continuar viviendo solo. Lo que debería ser una conversación normal y corriente acaba convirtiéndose en una discusión sin tregua a lo largo de tres semanas. Los actores Pere Arquillué, Cristina Plazas, Àgata Roca y Lluís Villanueva son los encargados de dar voz a los personajes de la historia, chocando entre sus caracteres y mostrando sus puntos débiles durante lo que para el espectador es apenas una hora y media y para ellos es una eternidad.
El cineasta, guionista, dramaturgo y director teatral Cesc Gay mantiene una conversación con Culturplaza sobre el teatro, la comedia y la importancia del conflicto dentro de sus obras.
-No podemos comenzar la conversación sin felicitarte por tu nominación en los premios de cine europeo por ‘Sentimental’, la adaptación cinematográfica de ‘Los vecinos de arriba’ ¿Qué supone esto para ti?
-Los premios y las nominaciones lo que finalmente nos aporta a los creadores es confianza, es alguien que te dice: “Está bien esto que has hecho”. Aclara estas dudas que tenías mientras escribías y dirigías. Cuando te dan premios te llenan el depósito de la confianza, es lo más valioso para nosotros.
-Además es la única película española nominada que irá a Berlín.
-En realidad intento no darle muchas vueltas para no ponerme nervioso. Al final cuando te encuentras con estas situaciones lo mejor es no pararte a pensarlo demasiado. Al final vas, coges un avión a Berlín y ya. Es un poco como con los festivales y las galas, son cosas que hay que pasar porque son bonitas pero en el fondo es mejor no anticiparlas. Sí suceden y terminan bien pues es maravilloso, claro.
-Y después de esto… ¿Te has planteado que '53 Domingos' de el salto a la gran pantalla?
-Cuando escribí 'Los vecinos de arriba' ya pensé en que podría terminar convirtiéndose en una película, pero con esta obra no ha sido el caso, para nada. La puesta en escena es muy distinta, en ‘53 Domingos’ hay aspectos más teatrales como la configuración de los personajes o la narrativa. ‘Los vecinos de arriba’ contaba con una estructura que facilitaba bastante la adaptación cinematográfica, en cambio en esta obra hay cuestiones que no se pueden adaptar, como por ejemplo el hecho de que un personaje interaccione directamente con el público.
-¿Dirías que entre las adaptaciones de teatro a cine pasa lo mismo que con las adaptaciones cinematográficas de los bestsellers?
-Los productores a veces se empeñan en comprar libros porque les gustan y en el fondo son poco adaptables, siempre hay que estar muy atento en responder bien al ¿por qué adapto esto?. Hay que responder a esa pregunta en un diálogo entre ambas disciplinas, ya sea entre teatro y cine o para adaptar un libro. Es necesario encontrar el por qué lo haces y ver más allá, de cara a contemplar que es lo que vas a conseguir con ello.
El conflicto como base
-¿Por qué te interesan tanto los conflictos?
-Yo siempre estoy buscando donde está el lío, me encanta.
-¿Y por qué vende tanto?
-Creo que pasa un poco como con los programas del corazón, el conflicto lo es todo, es lo que te reclama la atención. Es muy difícil escribir desde la idea del no conflicto, sin lío no hay historia… y yo siempre estoy buscando dónde está el alboroto. A veces he escrito sobre personajes que no expresan lo que sienten y al final acabo dándome cuenta de que lo que hacen esos personajes es evitar la confrontación. Por ejemplo, cuando escribo sobre hombres que no comparten sus emociones en realidad me doy cuenta de que lo que hacen es huir de las peleas.
-¿Qué tiene de humorístico el factor conflicto?
-No sabría acercarme al teatro de otra forma que no fuera desde el humor, para mi la comedia se basa en encontrar una confrontación y darle vueltas. Mis dos obras están hechas desde esa base, y es porque para mí la comedia se basa en eso. Para lograr esta interacción el teatro es perfecto, te obliga a enganchar al público con el diálogo. Mis obras suelen durar una hora y media y ciertamente durante ese rato no dejan respirar demasiado al espectador. En ellas hay un trabajo de repetición que nunca había hecho de una forma tan clara, ya sea con frases, giros de guión… Me gusta hacer obras complejas.
-¿Y cuál dirías que es el factor clave para representar obras de comedia?
-Que el público se encuentre cerca de los personajes, sin duda. En los teatros pequeños se genera un diálogo mucho más cercano con el espectador y se nota, a la comedia le van muy mal los teatros enormes. Otro factor clave sin duda son los personajes, los actores que los representan tienen que hacer la historia suya, y mostrarla desde el diálogo. Todo depende de como defiendan las palabras, pero he de añadir que siempre he trabajado con actores que lo hacen estupendamente.
Del drama matrimonial al familiar
-En ‘Los vecinos de arriba’ pones el foco en los problemas de un matrimonio, y ahora das el salto a la discusión entre hermanos. ¿Qué diferencias has encontrado entre ambos vínculos?
-Entre los hermanos hay una historia provocada, empieza desde el día que eres pequeño y compartes habitación con un completo desconocido. Sin quererlo llegas a generar un vínculo con esa persona, y de ahí nace vuestra relación. La pareja sin embargo es un vínculo que creas desde la conciencia, generalmente cuando se llega una edad adulta y por elección propia.
-¿Varía mucho el conflicto según la relación?
-Los hermanos te dan una relación paternal, que no tiene nada que ver con la sentimental. Las discusiones de pareja son inacabables, y a la vez se puede escribir desde este tipo de relación por muchas vías, y se hace tanto en cine como en teatro. Para mí lo interesante es detectar cada vínculo y ver qué cosas te da.
-¿Por qué te interesan las relaciones entre hermanos?
-Las relaciones de hermanos que nunca acaban de funcionar siempre me han parecido muy absurdas, se llegan a pelear por completas ridiculeces. Sin embargo, detrás de esas peleas siempre pasan cosas que forman parte de tu subconsciente y que tu no controlas. Eso me parece muy interesante, en el fondo ves a gente y grupos de hermanos que siguen manifestando roles entre ellos tremendos. Señores y señoras de 80 años que se tienen envidia o celos, me resulta increíble.
-¿Gusta más hablar de sexo o de problemas familiares?
-Todo puede funcionar y no funcionar en este mundillo. El sexo vende y atrae de una forma tremenda, pero al final uno puede hablar de lo que sea y encontrar la forma de conectar y de que el público lo pase bien. Para mi la clave está en quién cuenta el relato, los actores elevan siempre tu historia, hacen que tu partitura suene muy bien.
-‘Los vecinos de arriba’ está basada en una experiencia personal, ¿ha pasado lo mismo con ‘53 Domingos’?
-Yo soy como un vampiro [ríe], lo que hago es chupar de todos lados. Aunque en este caso no me he nutrido de mi familia, nosotros somos 3 hermanos y nos llevamos todos bien, pero sí que tengo grupos de personas cercanos que me han dado más inspiración para esto.