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al otro lado de la colina / OPINIÓN

China sale de compras, otra vez en África

Estemos preparados para los cambios económicos que se avecinan que otros países ya lo están haciendo

8/09/2018 - 

Dicen algunos expertos que estamos en el inicio de cambio de ciclo económico, y que además, el alza de precios de las utilities y de las materia primas, lo anteceden y/o provocan. Y la verdad es que observando ciertos datos macroeconómicos, parece que algo de razón tienen, porque se está produciendo una ralentización del crecimiento, los datos de nuestro oro negro nacional -el turismo- empiezan a no ser todo lo positivos que eran antes, por diferentes factores el incremento de los costes propios o el aumento de la competencia, los precios de la electricidad e hidrocarburos se incrementan, por no citar que el pasado 31 de agosto fue el día de la serie histórica que más empleo se perdió, y contando la variación mensual entre julio-agosto del número de afiliados fue la segunda peor después de aquel fatídico verano del 2008 ¿Recordarán aquella terrible crisis verdad?.

Ante esta situación (o provocándola que dirían otros) algunos países han optado por medidas proteccionistas y de contención del gasto público, caso que no parece ser el de España, otros exportan basándose en un dumping social y ecológico colonizando el mundo con sus productos, y el publico en general permanece como espectadores impotentes, cual orquesta del Titanic, contemplando la deriva mundial de caos, y de empobrecimiento de la clase media en nuestro mundo civilizado (uno de los motivos del surgimiento de los populismos).

Así mientras en Europa seguimos discutiendo quien es mas humanitario/permisivo o mas xenófobo/egoísta, tenemos el liderazgo de Emmanuel Macron puesto en duda por las dimisiones de sus ministros, el de Pedro Sánchez buscando un hueco entre esos liderazgos europeos, pues algunos como el de Angela Merkel está más bien en horas bajas, dado que carecemos de un fuerte líder en la UE, con perdón para el bien intencionado de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea; los USA, sobre todo su presidente Donald Trump, que parece disparar sobre todo lo que se mueve (sobre todo si forma parte del personal de la Casa Blanca) esta tomando importantes y complicadas decisiones; Rusia, con su zar Vladimir Putin, a su frente va recuperando áreas de influencia; y finalmente la República Popular de China con Xi Jinping a su frente que sigue con sus planes, sin prisa pero sin pausa.

Digo esto ultimo, pues tras impulsar su mega proyecto de One road One Belt, como multi-eje de distribución de sus productos por Euroasia, vemos como en el Foro de Cooperación China-África (FOCAC) celebrado en este inicio de septiembre en Pekín y en el que se reunieron más de medio centenar de países (54 para ser exactos), se anunció por parte del mandatario chino que su país iba a invertir unos 60.000 millones de dólares, que se suman a otros 60.000 millones de dólares que ya se ofrecieron hace tres años en Johannesburgo, para seguir promoviendo Nuevas Rutas de la Seda.

Ante estas incomparables inversiones, los rumores de la aparición de un nuevo neocolonialismo chino sobre África, ha hecho que China haya prometido en este FOCAC la condonación de la deuda a los países más pobres, la no interferencia en asuntos internos, ha reivindicado su defensa del multilateralismo en lugar del unilateralismo y proteccionismo (en clara alusión a los USA), y reafirmando que las relaciones de China con África siguen el modelo de cooperación Sur-Sur, demasiado bonito como para ser verdad, añadirá yo si me lo permiten.

Porque las suspicacias ante las implicaciones de las inversiones chinas son varias y multiples, tanto en el ámbito geopolítico (exterior) como de sostenibilidad de las cuentas públicas nacionales (interior), si no que se lo pregunten al primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, que ha anulado inversiones chinas en infraestructuras por un valor de 22.000 millones de dólares escudándose en el miedo al incremento de su déficit y deuda pública; o por ejemplo la preocupación manifestada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) por Yibutí cuya deuda pública ha pasado del 50% al 85% del PIB por los créditos contraídos con un banco chino, público como todas las grandes empresas, en los últimos dos años, que coinciden con la apertura en 2017 de la primera base militar china en el extranjero ¿casualidad?.

E incluso en su discurso, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa pidió mejorar el equilibrio comercial dado que "muchas veces África exporta materias primas hacia China, mientras China exporta productos manufacturados (...). Esto limita el potencial y la capacidad de producción de África, así como la creación de empleo en el continente africano". Por su parte el antiguo Secretario de Estado USA Rex Tillerson ya advirtió a los países africanos de tener cuidado de no perder soberanía en el proceso de los acuerdos por inversiones chinas.

Pero también intelectuales e investigadores ponen sus peros, con mucho cuidado claro, por ejemplo Cobos van Staten del proyecto China-Africa de la Wits University, ha advertido que “China está invirtiendo en África para ganar dinero y eso es lo que África quiere también: el desafío es hacer que sea sostenible y no solo para las élites”. Por su parte Yun Sun del Brookings Institute ya en el año 2015 advirtió que “China estaba interesada en cambiar sus industrias intensivas en mano de obra a África”; es decir (y esto lo añado yo), trasladar los modelos feudales o de siervos de la gleba de trabajo de China a África, ademas por supuesto de asegurarse una gigantesca fuente de materias primas como es el continente africano, origen de multitud de las guerras en ese continente; ya saben, la maldición del Rey Midas.

Y mientras China hace caja en nuestra frontera sur, Europa seguirá recibiendo pobres y desgraciados migrantes que van feneciendo en el Mare Nostrum, por no hablar, pues eso ya es otra historia, del último informe de la ONU, de este agosto, sobre la alarma por las masivas detenciones de Uigures (etnia de religión musulmana) en la China popular. Algo deberíamos hacer el mundo libre, digo yo.

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