Nada mejor que poner una comisión parlamentaria o municipal en la vida. Es otra forma de pasar el tiempo y justificar complementos. Las últimas de nuestra cámara autonómica son puro sainete
Siempre he tenido mis dudas, que son múltiples y diversas por no decir interminables, sobre la utilidad real de las comisiones de investigación que nuestras señorías, ya sean diputados o concejales, se montan para “investigar” este o aquel asunto que se les antoja. Aún no he logrado descifrar su necesidad, salvo si se trata de una simple forma de atribuirse algo de faena a fin de poder justificar subidas de sueldo y dietas y, al mismo tiempo, demostrar a la ciudadanía su gran preocupación por los temas que afectan a la sociedad que representan, o mejor dicho, a sus bolsillos e inteligencia. Mera batalla política circunstancial y pasajera.
No recuerdo ninguna de esas comisiones de investigación que haya servido para apenas nada, salvo para animar algo a la prensa, generar titulares, ofrecer un poco de espectáculo e incluso para mostrar la mediocridad dialéctica y funcional de muchos de nuestros electos o antiguos gestores.
En estas comisiones, según tengo entendido, los políticos afectados deberían de comparecer por higiene democrática, aunque los letrados correspondientes tampoco se aclaren mucho al respecto. Aún así, están obligados a decir la verdad. Pero sus mentirijillas “no tendrían” consecuencias penales de no ser cargos públicos. Por tanto, la chirigota estará garantizada. Sin embargo, todos los citados están obligados a efectuar acto de presencia aunque en caso contrario las consecuencias serían mínimas. Es el arte del toreo y el rejoneo.
Ante un tribunal judicial un testigo está obligado a decir la verdad si no quiere que le empitonen, pero un acusado está en su pleno derecho de negar la contestación. Como mucho, en las políticas te pueden abrir una causa de inhabilitación, pero no creo que ni a eso se atrevan nuestras instituciones vistas las evidencias y el compadreo. Demasiado esfuerzo y dolor de cabeza. Total, ya se ha cubierto el expediente político.
Como hemos tenido tantas de esas comisiones inservibles durante los últimos años, también hemos podido ver de todo, como si hubiéramos acudido a una representación teatral. Acuérdense si no de la dedicada al pitufeo municipal de los 500 euracos en la que cada uno/a iba a la suya. Sólo hizo algo de ruido. Sin embargo, fueron necesarios meses de convocatorias y muchos folios, sellos y gasto innecesario en luz y ujieres.
Esta semana, sin ir más lejos, Valencia Plaza informaba de dos de esas sesudas reuniones contadas y descritas de forma genial por mis compañeras Marta Gozalbo y Loreto Ochando. Ambas coincidían en el fondo. Una de ellas titulaba su crónica de manera muy ilustrativa: “Trini Miró y Marcos Benavent torean al tripartito en la comisión de investigación de Taula”; la segunda lo efectuaba de forma descriptiva y muy contundente: “Pitorreo en Les Corts: los comparecientes se mofan de la comisión de Crespo Gomar”. Aún quedan periodistas con valor. No me dirán que no daban y dan ganas de leerlas. Pero después era muy triste comprobar cómo ambas crónicas coincidían en la tontería en que hemos convertido un hemiciclo que debería ser modélico y ya parece el Club de la Comedia.
El primero de los titulares tenía como objeto intentar aclararnos algo más sobre el desfase económico sucedido en torno a la Fundación Jaume II El Just, la misma que se dedicaba a gestionar la recuperación y gestión del Monasterio de la Valldigna, ese templo espiritual de los valencianos como reza nuestro Estatut y que debería añadir, también de saqueo.
En ella se intenta aclarar el destino de unos cuantos millones de euros que desaparecieron entre contratos y comisiones, esto es, lo normal. Le tocaba aparecer a la exconsellera de Cultura Trini Miró, la gerente que sustituyó a su antecesor en el cargo, Vicente Burgos, el del Clan de Agujero junto a González Pons y los Camps, Gerardo y Francisco, y el denominado garganta profunda del caso, Marcos Benavent, el yonki del dinero. Total, lo esperado: no aclararon nada, porque no se enteraban de nada o ya no recuerdan. Algo así como cuando la mujer de Bárcenas contestó que no sabía de las ocupaciones de su marido porque en casa sólo hablaban del amor.
La segunda de las comisiones tiene como objeto estudiar la financiación del PSPV y Bloc. Como bien contaba la crónica, esta era la cuarta vez que las ausencias se convertían en protagonistas del día. Ninguno de los cinco llamados a comparecer se presentó. Y no creo que fuera por amnesia u olvido pasajero. Ya ven lo que asustan nuestras Corts y esta comisión a la que no va casi nadie. De los 17 convocados desde su puesta en marcha sólo han acudido cinco. Pero se nos irá un pico en gastos colaterales, algo así como mil euros por sesión a repartir entre los quince protagonistas de la consiguiente comparsa. Así funcionamos. Ya que estamos de fin de legislatura borren de la lista tanta inutilidad pasajera.
No entraré en lo que corresponde al fondo de la segunda comisión porque de tener evidencias son los juzgados quienes deberían de resolver. Ya está haciendo nuestra cámara autonómica bastante papelón, pero sobre la primera sí añadiré que todo lo que sus señorías quieran conocer de los hechos que después de años investigan ahora con tanto interés sería mucho más sencillo y económico que acudieran a los informes de la Sindicatura de Comptes y a los informes de Intervención General donde están todos los detalles. O en su defecto, que acudan a las hemerotecas para comprobar cómo se denunció tanta tropelía que nadie quiso atender. Igual ni se habían enterado. Así que, menos circo. Ya no estamos en Navidad, aunque nos acerquemos a carnavales.
Enric Morera debería promocionar como despedida al frente de su presidencia en Les Corts un baile de disfraces. Me apunto.