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Cillian Murphy: “No quiero ser un portavoz político ni una animadora”

El actor irlandés estrena la comedia negra 'The Party'una película de urgencia frente al Brexit 

18/02/2018 - 

VALÈNCIA. Cillian Murphy (1976, Cork, Irlanda) ha resaltado que para su papel en la icónica serie Peaky Blinders tuvo que realizar un enorme trabajo físico. Ni los productores ni él mismo confiaban en que su delgada complexión pudiera aportar credibilidad a un atormentado veterano de la I Guerra Mundial que en los años veinte se convierte en líder feroz de un clan familiar de gánsters en Birmingham. Para intimidar, además de ejercicio, desarrolló lo que ha venido en llamar el paseo George W. Bush. Esto es, “hombros afuera y el torso lo más ancho posible”.

Sin embargo, todos aquellos seguidores de la serie, cuyas cuatro temporadas se pueden ver en Netflix, compartirán que más allá de la apostura física que esos andares le otorgan, el peligro de su personaje reside en sus magnéticos ojos azules. En el fondo de esa mirada reside la amenaza y el tormento de Tom Shelby.

En la película que ha estrenado este 16 de febrero, The Party, la interpretación sí pesa más rotundamente en la expresión física. En parte porque es una trama coral rodada en blanco y negro, con apenas primeros planos, pero en mayor medida, porque su banquero cocainómano y errático es puro nervio. La acción de esta farsa de la directora británica Sally Potter se desarrolla en una reunión de amigos que celebran el ascenso político de la anfitriona. En este microcosmos el personaje de Cillian es el que inicialmente más desentona por su excitación y su agresividad, pero cuando todo salta por los aires, su desespero va a ser la tónica general entre los invitados. Bienvenidos a la fiesta. 

-¿No te has preguntado por qué los personajes no se marchan sin más antes de que todo estalle?
–Eso era algo que le comentaba a Sally, y ella me decía que los personajes son como polillas atraídas por la luz. ¿Sabes cuando hay una pelea en una fiesta o en una boda? La gente gravita en torno a ese conflicto. No se marcha. De modo que mientras lo interpretábamos asumimos que nuestros personajes se sentían atrapados irremediablemente por el dolor que iba surgiendo. El malestar se va hinchando como una burbuja y ha de tener un alivio, un escape al que todos aguardan.

-Hay muchas frases brillantes en esta película. ¿Hay alguna de las que dice tu personaje que hayas sumado a tu repertorio personal? 
–Este banquero capitalista no tiene nada que ver conmigo. Creo que robaría alguna de las agudas frases del personaje de Patricia Clarkson. 

-Sally Potter ha comentado que eligió el género de la comedia negra para poder aliviar el malestar que le producía la situación política en Reino Unido. ¿Qué opinas de su decisión?
-Las comedias negras me encantan, porque te hacen reír y al momento, te preguntas: “Joder, ¿de qué me estoy riendo?”. La situación es divertida, pero lo que sucede es macabro. Y aquí está la dificultad de este género: la única forma de lograr esa sensación contradictoria en el espectador es a través de la honestidad. No puedes interpretar el gag, sino el momento. 

-¿Consideras que los actores han de hacer uso de su fama para alzar la voz en determinadas causas? 
–Nuestro oficio consiste en contar historias y retratar a personas en situaciones determinadas. Personalmente, no quiero ser un portavoz ni una animadora. Doy mi opinión si se me pregunta, pero prefiero poner las palabras en mi trabajo. Cuando lees un guión y te das cuenta de que tiene un punto de vista político está en tu mano decidir implicarte en el proyecto o no. Del mismo modo que eliges trabajar con un director que tiene un acercamiento personal a su trabajo. 

-Tu padre trabaja para el departamento irlandés de educación. ¿Ha afectado a tu percepción del servicio público?
-Procedo de una larga saga de educadores, pero yo no quería ser maestro. Lo que ha dejado poso en mí es una gran respeto por este trabajo porque es vocacional. Todos hemos tenido la experiencia de tener a un buen profesor que nos ha cambiado la vida.

The Party se rodó en 12 días, dura apenas 71 minutos y toda su acción transcurre en escasas cuatro estancias de una casa de campo inglesa. Es el grito exasperado de la directora británica Sally Potter ante la deriva política de su país. Esta farsa espídica se rodó durante la quincena en la que se voto el referéndum que dio luz verde al Brexit. La idea del guion había surgido poco tiempo atrás, cuando los políticos del Partido Laborista, descolocados por los resultados de las ultimas elecciones generales, empezaron a maquillar sus discursos a fin de lograr el respaldo de los electores. The Party es una detonación cáustica al cerebro del espectador, una llamada urgente de atención. No obstante, en ningún momento se hace mención a una potencial salida del país de la Unión Europea, ni se concreta sobre el contexto político del momento. Los incisivos diálogos de los protagonistas remiten a la democracia parlamentaria, al humanismo y a la fidelidad a las creencias, y ponen de manifiesto la crisis política y la división del Reino Unido. 

-¿Cuál ha sido tu experiencia en un rodaje con un ritmo tan frenético?
-Rodamos a marchas aceleradas, en dos semanas. Hubo un poquito de improvisación, pero el diálogo estaba ahí. Sally es muy precisa.

-Es un film muy teatral, tanto por estar rodado en una única localización como por la abundancia de diálogos. ¿Te serviste de tu experiencia en los escenarios durante el rodaje?
–Es cierto que grabar secuencialmente recuerda a la actuación en tiempo real del teatro, pero en esta película había muchos elementos técnicos que tener en cuenta. El teatro es un músculo totalmente diferente. Aquí se notaba que estábamos haciendo un urgente y jodido filme. 

-Durante tu carrera has alternado la pequeñas películas con las superproducciones. ¿Es algo planeado?
–Ese es Chris Nolan. Sus películas han ido creciendo y yo sólo soy una pequeña parte de su trabajo (Cillian Murphy ha trabajo junto al director inglés en la trilogía de Batman, en Inception y en Dunkerque). Para mí, la diferencia entre una película grande y una pequeña son los recursos y el tiempo. Pero las buenas historias pueden suceder tanto en las superproducciones como en el cine independiente. Todavía hay grandes películas dentro del sistema de estudios.

-Hace un año dijiste que pronto tendrías 40 años y que empezaba una nueva etapa de tu vida. Ahora tienes 41, ¿realmente sientes que ha empezado una nueva fase vital?
–La verdad es que cumplir los 40 no ha sido para tanto. Lo he disfrutado mucho. Y ahora puedo interpretar a padres, porque ya lo soy yo mismo. Has de abrazar cada nueva fase de tu vida, no puedes vivir como si tuvieras 25 por más tiempo. Aunque hay gente que lo hace.

-Pero sigues interpretando papeles que te demandan un esfuerzo físico. ¿Te atraen más este tipo de roles?
–Me gusta la fisicidad en la interpretación, porque empecé en el teatro. Es bonito usar tu cuerpo en el cine, pero resulta raro que te lo ofrezcan, porque la mayor parte del tiempo hay quietud y primeros planos. 

-¿Cómo compatibilizas el rodaje de Peaky Blinders con el cine?
-Esta película se rodó en dos semanas y Peaky Blinders, en cuatro meses. La serie es muy intensa, te enfrentas a páginas y páginas. Eres una máquina de aprender textos, así que el cine me resulta hasta relajado.

 

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