VALÈNCIA. El festival de cine Dona i Cinema celebra su octava edición en València (del 21 al 28 de febrero entre el CCCOctubre, el Colegio Mayor Rector Peset y los Cines Babel), y desde que nació este espacio, cada dos años vuelve la pregunta de cuánto se ha avanzado y cuánto quedar por avanzar en la oportunidad y visibilidad que la industria cinematográfica les da a las mujeres. En los últimos años el cambio parece haber sido veloz, y se puede constatar con una lista de resultados individuales. Pero Dona i Cinema viene a recordar que el punto de vista singular sigue haciendo falta, que aún hay cosas que contar. Pongamos coordenadas a la situación actual.
Giovanna Ribes, co-directora del festival junto a Deborah Micheletti, reconoce que la nueva generación de cineastas llega "más libre", sin el peso de las estructuras narrativas y críticas que marcaban a sus predecesoras: "Antes nos costaba escapar de ciertos modelos culturales que sin querer repetíamos en pantalla”.. Ahora, en cambio, hay una mayor variedad de géneros, desde la comedia hasta el terror, donde "parece haber más libertad para hacer barbaridades en una historia convencional". Este cambio se hace visible en el festival, que en su selección oficial incluye desde documentales de denuncia hasta ficciones con enfoques diversos, alejados del "dramón" que tradicionalmente se asociaba al cine hecho por mujeres.
En el ámbito industrial, el acceso de las directoras a grandes festivales ha mejorado en la última década. "Ahora vemos películas dirigidas por mujeres ganando en Cannes, en la Berlinale, en los Goya", señala Ribes. Sin embargo, a pesar de estos avances, la composición de los equipos técnicos sigue siendo desigual, tal y como van señalando los diferentes informes encargados por instituciones como CIMA, o el Insitut Valencià de Cultura —que en todo caso se centran solo en las películas que reciben ayudas púbicas—: “Muchas veces los equipos creativos y técnicos siguen siendo mayoritariamente masculinos”; en roles como la dirección de fotografía o la música la presencia femenina avanza pero sigue siendo limitada.
Ribes en todo caso remarca que es importante desmontar el falso espejismo de que la igualdad está conseguida por el simple hecho de que unas pocas directoras logren reconocimiento: "Parece que porque cuatro películas han llegado a festivales importantes ya está todo normalizado, pero no es así", advierte Ribes. Los éxitos individuales han dado el golpe encima de la mesa, pero el elefante sigue en la habitación: la brecha de género persiste.
Más allá de lo puramente industrial, en todo caso, también ha habido avances en la percepción del público del cine hecho por mujeres, tal y como señala la co-directora del festival. Durante mucho tiempo, se esperaba que las películas dirigidas por mujeres tuvieran que centrarse exclusivamente en denunciar el patriarcado. Sin embargo, en Dona i Cinema han apostado por incluir historias que abarcan todo tipo de realidades: "No nos limitamos a un enfoque temático cerrado; simplemente ponemos las coordenadas de selección para que se escuche nuestra mirada sobre cualquier aspecto de la vida", subraya.
Y añade: "Durante décadas hemos visto 50.000 películas de vaqueros protagonizadas por hombres, tenemos todo el derecho a contar nuestras propias historias desde nuestra perspectiva", reivindica Ribes.
La batalla por la distribución y la exhibición
Uno de los principales obstáculos sigue siendo la distribución de las películas dirigidas por mujeres. "Muchas no logran salir de su país de origen, igual que ocurre con las producciones locales, que rara vez trascienden sus propias comunidades", explica Ribes. La competencia en la distribución es feroz y, aunque en algunos festivales se ha logrado la paridad en selección, la llegada de estos filmes al circuito comercial sigue siendo muy complicada.
En este contexto, Dona i Cinema se reivindica como una ventana a cinematografías que de otro modo serían difíciles de ver en España. 43 películas de 19 países —como Japón, Polonia, Líbano, Serbia, Colombia o Irán— forman parte de la selección de este año, todas inéditas y “no suelen encontrar fácilmente un espacio en el circuito tradicional”.
Este año se han considerado cerca de 400 películas en formatos tan amplios como el largometraje ficción, largometraje documental, cortometraje ficción y documental, videoarte y animación. La orgnaización destaca, entre los estrenos más esperados, Hard to Break, un documental finlandés que sigue la transición a la adultez de dos jóvenes con una perspectiva íntima. Desde Brasil, Fernanda Young ofrece un retrato de la escritora y actriz homónima, mientras que Postmarks, de la directora rusa Natalia Nazarova, explora las desilusiones de una generación en busca de su identidad. En Different Paths To Holiness, Aniela Astrid Gabryel entrelaza seis historias que conjugan un retrato desilusionado de una generación que busca su lugar en un mundo donde los valores parecen haberse desdibujado. Además, el festival presenta el estreno europeo de El Vaquero de Emma Rozanski, un drama edificante sobre la autodeterminación desde Colombia que ha tenido recorrido en festivales latinoamericanos.
En el ámbito de los cortometrajes, destaca Prima che arrivi AL, un conmovedor trabajo de videoarte sobre el Alzheimer, y Sona, de Zahra Torkamanlou (Irán), que aborda la presión social sobre las mujeres para casarse. El festival también acoge la duodécima edición de Olhares do Mediterrâneo - Cinema no Feminino, muestra de cine portugués que proyectará una selección de cortos de directoras mediterráneas y homenajeará a la directora, productora y guionista alicantina Pilar Pérez Solano.