VALÈNCIA. Florencio Pla Meseguer nació el 1 de febrero de 1917 en la comarca de Els Ports, y a pesar de ser un hombre intersexual se le bautizó como Teresa. En su pueblo le pusieron otro mote, uno despectivo: “La Pastora” que llevaba, tras su nombre, una amenaza, la de comerse a los niños si no se iban a dormir pronto o si se portaban mal y la de ser diferente al resto. 

Por las mismas calles por las que paseó y fue humillado Florencio ha vivido y trabajado el cineasta Marc Ortiz, quien ahora estrena en el Festival de Cine Europeo de Sevilla Els mals noms, una película en la que desmitifica la leyenda negra que acecha a la figura de La Pastora, tras quien se encuentra un hombre que tan solo quería vivir en paz. 

Con un trabajo que funciona como “un biopic histórico intencionalmente fragmentado” Ortiz busca dirigirse a un público que sepa comprender a Florencio más allá de “los malos nombres” que le persiguieron de por vida. Lo hace con su ópera prima en la que cuenta la historia de Florencio, que vivió más de treinta años como mujer hasta que se atrevió a ingresar en la guerrilla para huir de la Guardia Civil, algo que la propaganda franquista utilizó para “convertirle en el chivo expiatorio perfecto para acusarle de todos los crímenes sin resolver de la zona”.

Una farsa que ahora se desmonta gracias a la mirada de Ortiz quien pasea por las  localizaciones naturales donde vivió Florencio - Els Ports y Baix Maestrat de Castellon, Terra Alta y Baix Ebre de Tarragona- para contar su historia. “Crecí con la historia de La Pastora y su leyenda rondando por el pueblo. 

Nadie sabía exactamente quién era o que había hecho, era como una leyenda negra que hablaba de una especie de monstruo, pero cuando preguntabas por quien era todo un misterio. Pregunté a mi abuela -quien fuera modista de Florencio- sobre el relato y me encontré con una historia sobre una persona a la que no le dejaban ser quien era”.

Abogando por contar una historia que dignificara la figura de Florencio -como hace su sobrina Elena Solanas en el libro Florencio Pla ‘La Pastora’: la dignitat robada- viaja a la España de la Guerra Civil para mostrar el prisma de Florencio como nunca se había hecho antes. “Mi abuela me empieza a contar una historia que no tiene nada que ver con la leyenda negra que pone a Florencio Pla como un monstruo. De ahí nace la necesidad de desmitificar a este personaje y hacer memoria histórica sobre lo que realmente fue su vida”.

Para ello divide el film en seis capítulos que corresponden a cada uno de los nombres que va recibiendo “La Pastora” y así avanza en su relato mientras lo construye desde el presente. Viajando a todos los lugares en los que vivió, aunque fuera por poco tiempo, destruye uno a uno los “malos nombres” que recibe este hombre y le libera de la crítica sufrida en un momento en el que “lo distinto era condenado”. 

Sirviéndose de la memoria de quienes conocieron a Florencio, Ortiz construye una crónica de transformación y de libertad personal en una época en la que ser diferente era todo un castigo. Jugando con los decorados minimalistas, la poética visual y los territorios en los que vive el protagonista analiza la transición de Teresa a Florencio mientras hace que el espectador “investigue y vaya resolviendo los interrogantes” mientras, a través del cine, busca reivindicar la humanidad de Florencio a través de quienes le ven y le recuerdan.