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el muro / OPINIÓN

Concursos y ecologismo

Foto: MIKEL PONCE
11/07/2021 - 

Cada vez que escucho a una administración cualquiera anunciar la convocatoria de un concurso para cubrir una plaza de gestión pública comienzo a temblar. Y después me pregunto a quién tendrán que colocar ahora, o de qué forma justificarán que quizás no siendo la persona idónea para el cargo ni dar el perfil, el puesto es suyo por “méritos”.

En esto de los concursos públicos ya se sabe que están los bohemios o ilusos y los recomendados. Esos a los que se invitan a participar y hasta tienen recambio por si algo falla. Que levante la mano quien no conozca a algunos de los colocados en los últimos años y le cueste entender su nombramiento. Hasta han existido sentencias judiciales.

Pero no es que esto sea aquí sólo, sino que es lo normal. Me lo contaba, por ejemplo, el responsable de un museo de alto nivel a cuya dirección accedió. “No, si a mí me invitaron a participar desde la dirección general”, confesó hace años después de una comida generosa y sobre todo bien regada.

No daré nombres porque no deseo que algunos/as pasen un mal domingo por mi culpa, pero es fácil seguir el señuelo. Busquen similitudes o afinidades políticas o de amistad y lo tendrán resuelto. No hace falta que un plumilla investigue demasiado. Está a la vista. Es más, como alguien comentaba recientemente todos los que han accedido a un cargo, por ejemplo, en la gestión cultural, están cortados con el mismo patrón. Prometen fidelidad y ofrecen perfil gris y carnet a cambio de no hacer ruido ni sombra.

Palau de Les Arts.

Luego están los asesores y los que acceden a una de esas comisiones o consejos de “sabios” o expertos en los que ya se colocan hasta parejas. Rasquen un poco en el Consell del Audiovisual, por ejemplo, y encontrarán coincidencias muy sospechosas que nos llevarán a un nuevo estadio.

Pero yo soltaba lo de los concursos públicos porque al parecer a alguien han de colocar ahora en el Palau de Les Arts, como contaba hace unos días Valencia Plaza. Y es que la supuesta renuncia de la mano derecha de su director Jesús Iglesias, quien hace apenas un par de años llegó a Valencia para ser su asistente personal, ha decidido abandonar el cargo. Así que la Generalitat Valenciana, o mejor dicho, la conselleria de Cultura, tiene la intención de cubrir la plaza, cuentan, con un concurso público.  Nada más ni nada menos. Como si un asistente personal no tuviera que ser de tal confianza que su nombramiento debiera ser siempre un derecho propio de la dirección. Pero por aquí, no. Si se convoca finalmente este concurso, algo habrá que rumiar, porque quizás sea el primer paso para poner firmes a su máximo responsable, que es lo que también parece ya que luce demasiado.

No sería el primer cargo de este Botànic que apenas dura unos meses en el puesto después de descubrir el pastel. En el propio Les Arts ha sucedido un hecho así en su parcela administrativa, y un tipo de prestigio y extenso currículum como el exdirector del Museo de Bellas Artes, Carlos Reyero, salió por piernas. Se coló en el concurso por méritos propios y una trayectoria incuestionable. Fue fácil quitárselo de encima, sobre todo cuando le decían que no a todo. 

Carlos Reyero. Foto: ESTRELLA JOVER

Lo peor de todo no es el engaño o el falso envoltorio sino que no se hace en favor de la institución sino como pago de algún favor. Y eso sí es preocupante.

No entiendo por qué las administraciones no le echan valor y nombran a dedo. Así no tendrían que justificar nada ya que será la constatación de una gestión el único carnet de identidad. Pero con esto de los concursos uno tapa carencias y justifica nombramientos. La lista es muy larga. Demasiado para los resultados obtenidos hasta ahora.

Y dos. Desconozco dónde se habrán metido todos esos ecologistas de domingo, gorra y cantimplora, que han callado la tala de los arboles que lucían en la fachada de La Lonja desde hace lustros. Justificar que cortarlos no tiene mayor importancia porque se van a plantar más con motivo de la remodelación de su entorno, pues qué quieren que les diga.

Sin embargo, esas nuevas teorías del ecologismo neo progre, se contradicen con el hecho de mantener jardines, rotondas, parques y alcorques de la ciudad abandonados. Recorrer ciertos barrios es de vergüenza. Su estado se justifica en que es una nueva forma de regenerar la flora. Pues que se den una vuelta por España y Europa y verán que a quienes necesitamos regenerar es a ellos.

Argumentar la tala salvaje en que las normas patrimoniales establecen que los monumentos históricos no han der tapados con nada es tan burdo como comprobar que la gran mayoría de museos y monumentos, incluido el balcón del Ayuntamiento de Valencia, están tapados con cartelería. Y eso sí está penado por nuestra propia Ley de Patrimonio a la que nadie, claro, hace caso.

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