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LARGA VIDA A LAS MOTILLOS  

Corceles a pedales por ‘l’Horta Nord’

17/03/2021 - 

VALÈNCIA. Por un caminillo de tierra entre una acequia y un campo de patatas petardea un ciclomotor. Sobre él hay un hombre sin casco homologado. Viste un mono de trabajo manchado de barro. 

Barraca sin cañas, cajas de fruta vacías, una crew gatuna, un perro cansado, un remolque oxidado, una zapatilla chafada sin pareja, una bandera de España roída, ladrillos descompuestos en el suelo, basura de todo tipo —hay que ver lo guarros que están los alrededores de los campos de donde sale lo que vamos a comer—, macetas con geranios insultantemente llamativos, una virgen en azulejo para bendecir la caseta de aperos y casi en equilibrio, apoyada en un caballete sin enjundia, la motillo del llaure. Fiel corcel que gasta poco y da muchos kilómetros. Años de vida cargando kilos de naranjas y a su dueño. De casa a la parcela y de ahí a esmorzar y a casa o a terminar de entutorar los tomates.  

A los llaures motorizados —por lo general, personas mayores— les llaman “guerreros”. La denominación es parte de la jerga que emplean en la comunidad moped. La traducción al castellano de la voz inglesa ‘moped’ es ‘ciclomotor’, aunque el rigen del término fue acuñado en 1952 por un periodista sueco como abreviatura de motor y pedal. Ciclomotores y colectividad. Personas que aman y reparan ciclomotores sencillos. De paso, evangelizan en el uso de este medio de transporte. “Este movimiento nació en América. También se da mucho en Alemania, donde hay mucha cultura de hacerse un garaje entre amigos para aprender mecánica. La esencia de las personas que siguen con este movimiento es, entre toda la comunidad, rescatar motos, arreglarlas y mantenerlas. Con un poco de mecánica aprendes a montarlas y desmontarlas. Además, tienes una comunidad muy unida para apoyarte. Las moped no necesitan casi mantenimiento y gastan poca gasolina”. Quien habla es Vicente Requeni, artífice de Horta Nord Mopeds, un garaje y taller mecánico donde Requeni, con la ayuda de su pareja Vanesa Rodríguez, encargada de la gestión, da una nueva vida a los ciclomotores abandonados. “Restauración. Customizacion. Reparación. Vespino. Variant. Mobylette. Ciclomotores, mofas, mopeds, motorini, pero de 2T y a pedales”, reza su información online. 

Foto: KIKE TABERNER.

“Empezamos en enero con esta aventura. Aunque hace cosa de tres años montamos algo parecido, pero no llegó a ser algo esto. Trabajábamos en el patio de un amigo, a la intemperie. Durante la cuarentena tuvimos tiempo de pensar qué queríamos hacer, de darle forma.  Estuvimos hablando con otras personas del mundillo, compartiendo información con otros grupos. Decidimos que teníamos que volver a intentarlo, y en ello estamos”. Su ubicación en la huerta es natural. Por una parte, es el hábitat natural de las moped. “En la huerta la moto es una herramienta más. Las hemos visto cargando de todo, con la ITV sin pasar… Nuestra misión es coger esos vespinos que solo usan para la huerta y ponerlos bien. Arreglárselas a los agricultores. También rescatamos motos abandonadas que nos las dan o que nos las venden. Las acondicionamos, pasamos la ITV y después las vendemos. Nos sacamos unos eurillos y que no se pierden”. 

Requeni empezó a estudiar mecánica. “Pero a los seis meses me iba a los recreativos. Aprendí trabajando. Yo las motos las tocaba en la calle, en la ermita de Moncada teníamos nuestro taller en el porche. Con herramientas de unos y de otros tocábamos los vespinos. Teníamos 16 años, hasta los 18 estuvimos con ellas, per después se olvidaron un poco. Pasamos a las motos con marchas, después nos sacamos el carnet de conducir y olvidamos de las motos”. 

Vanesa no monta. “Yo voy de coche escoba, me da miedo subirme en la moto. Si alguien necesita algo, gasolina, guardar la mochila, yo ayudo y acompaño”. Aficiones compartidas a dos velocidades. No está mal. «Hace años, cuando iba a recogerla en la parada del metro, me hacía bajar de  la moto y empujarla desde la parada hasta mi casa”, cuenta Vicente entre risas. 

Vespineros Valencianos, otro rollo 

Vespineros Valencianos es una asociación de aficionados a las vespinos. El grupo fue fundado al calor del cincuenta aniversario de Vespino —la primera fue fabricada en 1968 en Madrid  por Moto Vespa S.A—. Esta asociación tiene más de club ciclista que organiza las rutas con un ojo puesto en la oferta de esmorzar

“Ellos llevan otro movimiento más dominguero, de salir a comer. Las moped es otro rollo, todos juntos en comunidad. Arreglarlas juntos en el taller. Es otra cultura, cultura del esfuerzo. De enseñar a todo el mundo cómo son estas máquinas, salir y que la gente diga ‘¿Estos de qué circo se han escapado?’”, explica Vanesa. Fue en esta asociación donde Requeni y ella empezaron a contactar a más valencianos interesados en los ciclomotores. 

Moped gangs en España

Foto: KIKE TABERNER.

“De momento en València está empezando Vicente. Son taller, no moped gang, pero con el tiempo le molaria em hacer algo. Gangs no hay, quien monte la primera, pues la primera será. Nos pareció raro que no hubiese, ya que en toda la Comunidad Valenciana hay tanta cultura del ciclomotor como en Murcia”. Al otro lado de la cuenta de Instagram está Culebras Moped Crew, de Murcia. Su perfil es un banquete de expresiones y proclamas metrakiteras Hijos del metrakit es su fanzine. Metrakit es una marca de piezas para ciclomotores. Una marca especial—. “Marginados en el asfalto, jinetes en la huerta”, “No todo está perdido / aún queda mezcla en el tanque / hay que trucar / hay que enroscar / ¡Y hay que cacarear!” “A to esto que paro en la Cepsa de la Super Chuy's y se me arrima un zagal a celebrarme la moto. Intercambiamos unas palabras de buen rollo y poco más, pero al arrancar y dar media vuelta, PAM, un Variolo de combate apoyao en el surtidor me escandila como cuando se le aparece la virgen a un pastor en mitad de la noche…”. Poesía a pedales. 

Fernando y Nacho son los ideólogos de esta crew que huele a gasolina y ruralidad. Somos “Un movimiento honorífico al agricultor en ciclomotor».  

Moped Barna Crew es un grupo motero de Trinitat Vella (Barcelona) surgido en 2016. Comparten ciudad con The Variolos, una pandilla que prefiere el modelo Variant de la marca Derbi. Estos se caracterizan por romper bujía y guerrear. El listado de principales crews lo complementan Los Marranos, una gang que une España con Chicago en una Vespino.

Según Hijos del metrakit, una moped gang es “un escuadrón de ciclomotores compuesto por los mopers”. Su forma natural de organización es la autogestión. El consenso impera en ella como instrumento de toma de decisiones. Las decisiones son las derramas para financiar eventos, el control del stock del merchandising y qué ruta emprender. 

Montar en moped es una emoción 

A Vicente se le ilumina la cara cuando contesta cómo se siente al rodar por la huerta en su ciclomotor. “Se te olvida todo. Vas tranquilito, a la marcheta. Cuando te subes, se te pasa todo. Mola mogollón. La gente te ve venir a lo lejos y le sacas la sonrisilla. O cuando paramos en una ruta y aparcamos, muchas personas te hablan de sus recuerdos, te regalan comentarios llenos de nostalgia”. En una de esas rutas Requeni se hizo 124 kilómetros, desde Puzol hasta Teruel. “Cuatro horas a toda pastilla. Un dolor de espalda, de culo… No sufro en los recorridos largos porque confío en ella. Si no te pasas trucándola aguanta mogollón”.  

¿Es ecológicamente sensato emplear un vehículo a gasolina en el entorno de la huerta? “Para nada. Es un coche menos. Se evita que se pierdan y que se conviertan en chatarra las motos. Con unos tres litros te haces cien kilómetros”.

Larga vida a los sons of l’horta

Foto: KIKE TABERNER.

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