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covid-19 / OPINIÓN

Bitácora de un mundo reinventado (día 25º)

30/04/2020 - 


Pruebas

Mosqueo general por los pasillos: la prueba le sale negativa a casi todo el departamento. Primaria, Urgencias, Interna; raro es encontrar a alguien positivo. Sabíamos que no era un Predictor. Sabíamos, a estas alturas, que la verdad sólo emerge después de integrar las pruebas en una nube de datos. Que la verdad se extrae de la interpretación, no del test puro. La clínica manda. Hay "positivos débiles" en las PCR. La cronología alumbra. Los síntomas. El entorno. Es lo que se nos enseñó en la facultad, pero el deseo de amanecer agraciados con anticuerpos de memoria nos embelesaba.

Soy negativa, claro que sí. Soñé con una preciosa inmunidad y hoy me levanto otra vez en el día cero con mi traje de obrera lleno de rotos. Todo en estos días son mareas emocionales y yo fui la primera en dejarme llevar. Qué se le va a hacer, soy cordera que va contenta al matadero, como describe Juan Gervás, del equipo CESCA. La violencia simbólica a la que alude (del sociólogo Bourdieu, que describe a los dominados "cómplices inconscientes de la dominación") se instaura a través de narrativas emocionales. Hemos derivado de forma acrítica en el discurso único, nos recuerda. Marcos, frames como él llama, del "todos a una" para sostener el bien común. Estábamos tan asustados y los aplausos eran tan embriagadores, me digo al leer sus argumentos. No se tenía otro alimento que lo épico. Los héroes. Gervás no acierta del todo: no conozco a un solo compañero que se sintiera cómodo con la ovación. Del mismo modo que los pacientes gustan en darnos obsequios cuando se sienten bien tratados, igualmente les dedicamos poca ceremonia y los apartamos del centro de la consulta nada más  llegan.

Teletrabajo

Hundo la nariz en el galimatías de mi contrato móvil antes de iniciar la jornada. A una compañera le ha llegado una factura de 200 euros. Minutos ilimitados, compruebo en mi área de cliente, a móviles y fijos y tal y no-sé-más. Soy osada. Aspiro a entender la Covid pero no soy capaz de interpretar mi factura de teléfono.

Mamá, quiero ser científico

Necesito una mente científica. No sólo yo: todo el mundo se ha metido a científico estos días. Es tentador. Es sexy. El arma contra la devastación vendrá de esos enclenques intelectuales que desatienden lo prosaico y se encierran entre probetas, tochos de consulta, tablas y papers por un sueldo precario que no va a durar. En España no tenían glamour hasta hace un mes, hacían buena ciencia a golpe de picaresca y talento puro. Lo sé de primera mano, sacan adelante proyectos como un director de cine de bajo presupuesto: la buena peli funciona sin efectos caros, sin escenografía, y toda la apuesta está en una buena idea.

Foto: PIXABAY

Ya no quiero ser futbolista, mamá, ahora seré científico. Experto acreditado. Todos hacen hipótesis brillantes. Desde los ejemplos más ramplones, como Donald Trump que recomienda ingestas de cáusticos, hasta mi amigo agricultor que ya predijo la buena marcha de sus naranjos en Denia porque gozan de sol y brisa (en Denia, me escribe, han salido las tasas más bajas del virus). Pero una observación no es ciencia. Conectar lo que anda por tu cabeza con una verdad científica sólo es la centella inicial. La gente que ahora padece por la tardanza de la vacuna debería mentalizarse de lo laboriosa y larga que es la ciencia. Y de la inversión que requiere. La buena ciencia. El dogma, el sesgo de selección, y las iluminaciones transitorias son otra cosa.

La abuela de mi paciente

La abuela ha sido intervenida. El traumatólogo ha querido meterla en quirófano antes de que desarrollara los síntomas Covid. Le repiten la prueba para intentar sacarla de la planta cuanto antes. Está estupenda, mañana la ponen a caminar. La foto de un día puede traer borrasca cerrada y la del día siguiente brisa, dulzura.

Artistas

Una niña pregunta por sus abuelos y se le dicen que no puede ir a visitarlos al pueblo. Baja la mirada, cambia de tercio, se enreda con los bloques y luego con las témperas. "¿Qué son esas ondas, mi amor?". El papel está surcado de brochazos verde oliva y la niña se ha recreado con los valles y los picos. "La sierra, mamá, y el pueblo de los abuelos".

Rosana Corral-Márquez es psiquiatra y escritora

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