VALÈNCIA. Algunos dicen que no hay horchata sin fartón. Y es que, aunque algunos los tomen solos, con leche e incluso con granizado de limón, y aunque combinen a la perfección con bebidas calientes como el chocolate a la taza o el café con leche, lo habitual es mojar los fartons en un vaso de horchata bien fría, sobre todo en las tardes y en las noches de verano.
Pero, ¿cuál es el origen de este dulce valenciano? ¿Quién fue su inventor/a?
Según las crónicas, el origen de los fartons está, como no podía ser de otra forma, vinculado a la horchata. De hecho, los horchateros de Alboraya estuvieron muchos años buscando un dulce que encajara a la perfección con esta bebida, más allá del pan duro o de las rosquilletas.
Lo consiguieron en los 60 del siglo pasado, y muchos años después de que el rey Jaume I bautizará como "oro puro" a la bebida extraída de la chufa, otorgándo fama en toda la región.
Al parecer, una familia de Titaguas, localidad de la comarca interior de Los Serranos, se trasladó en la década de 1950 hasta Algemesí, algo más próspera, donde abrió un negocio de ultramarinos. Durante el verano, en su comercio vendían productos frescos, entre ellos granizado de limón y horchata.
Poco después, esta familia se trasladó a Alboraya, la "cuna" de la horchata. Y fue allí donde empezaron a buscar el complemento perfecto para acompañar a esta bebida.
La idea inicial era encontrar un dulce esponjoso, que absorbiera bien el líquido. La torta y el "panquemao" eran perfectos para ello.
Pero, además, tenía que caber cómodamente en el vaso y ser agarrado fácilmente por el comensal. Es decir, debía tener la forma de las rosquilletas, pero con una textura más tierna.
Al final, la familia Polo dio en el clavo: utilizaron la masa del típico panquemao valenciano, elaboraron un bollo algo más ligero y le dieron forma alargada.
Para terminar, le añadieron una capa de glaseado. Y, ¡ya está! Así es como nacieron los fartons.
Más tarde, la misma familia Polo amplió su gama productos, y comenzó a elaborar fartons con chocolate, rellenos e incluso hojaldrados. Pero eso ya es otra historia…
Los fartons son un dulce ideal para absorber bebidas típicas del desayuno o la merienda.
Sus ingredientes son muy básicos, como puedes leer a continuación:
Estos fartons no contienen colorantes ni conservantes.
En el caso de los fartons hojaldrados, se añaden otros ingredientes, como azúcares en forma de jarabe o manteca de cerdo.
Elaborar los fartons tradicionales no es complicado, aunque es necesario dedicar tiempo al amasado y dejar que la masa fermente lo suficiente para que crezca.
Los pasos a seguir son:
En un bol, pon agua y vierte la levadura fresca con una cuchara. Mueve hasta que ambos ingredientes se mezclen bien.
Después, añade en este mismo bol el azúcar, el aceite de girasol y los huevos batidos, y sigue removiendo.
En otro bol, pon harina y una pizca de sal. Después, mezcla el contenido de ambos recipientes con las manos. Una vez esté todo unido, amasa durante 15-20 minutos. La masa debe quedar suave, elástica y sin grumos.
Cuando lo hayas conseguido, haz una bola, tápala con papel film y deja que fermente durante una hora. La idea es que su volumen se duplique.
Coge pequeñas porciones de masa de unos 25 gramos y, con un rodillo, estira hasta conseguir un rectángulo. Después, enrolla la masa sobre sí misma.
Ponemos los fartons alineados en la bandeja del horno, que debemos precalentar a 180 °C arriba y abajo.
Después, hornea durante 7 minutos o hasta que los fartons queden dorados.
Sácalos y ponlos en una rejilla para que se enfríen.
Por último, añade el glaseado: solo debes mezclar azúcar glass con agua tibia y, cuando obtengas un grumo, añadirlo al fartón.