La cotización del Inditex bajó un 6%, o sea, 5.600 millones de euros, el día en que se conoció la sustitución de Pablo Isla por Marta Ortega, como presidenta del grupo Inditex. La venta de hornillos, camping gas y grupos electrógenos se ha incrementado por el miedo al gran apagón, y ello aunque Teresa Ribera, la ministra para la Transición Ecológica, ha afirmado rotundamente que tenemos garantizado el suministro eléctrico. Otra cosa es lo que nos cueste; aunque según afirmó en octubre el presidente del gobierno Pedro Sánchez no sería más de lo que supuso en 2018.
Sin duda, la dirección es un elemento clave en todas las organizaciones y en todas las empresas, ya que en ella reside la capacidad de diseñar la estrategia y tomar las decisiones clave, por lo que si los integrantes de la organización, ya sean los ciudadanos en el caso de un país, o los trabajadores en el caso de una empresa no confían en sus dirigentes, la probabilidad de conseguir los objetivos con la precisión y la velocidad adecuadas, se reducen drásticamente.
Como muestra un botón: ¿de qué sirve confinar a la población y pedirle responsabilidad si luego el propio primer ministro británico Boris Johnson al parecer participó en una fiesta cuando estaban prohibidas por la COVID?
Más cerca de casa, el barómetro del CIS del mes de noviembre constataba que a un 66,6% de los encuestados, Pedro Sánchez le inspiraba personalmente, poca o ninguna confianza. Aspecto que seguramente no mejorará al constatarse que finalmente el recibo de la luz no se mantendrá en niveles de 2018. Y es que, según FACUA, la luz en diciembre tendría que ser negativa para que el presidente Sánchez lograse cumplir su compromiso.
Pero no escurramos el bulto: también a la inversa, es decir, si los dirigentes no pueden contar con sus colaboradores, las ideas brillantes quedan en simples intenciones. Así, si los ciudadanos no se vacunan, no guardan la distancia social y hacen uso de la mascarilla, no hay solución a las diversas olas del COVID 19. Otro ejemplo, según el X informe de Adecco sobre Empresa Saludable y gestión del Absentismo, la evolución de las horas no trabajadas por absentismo a lo largo de los últimos 20 años está claramente relacionada con el nivel de actividad económica. En una primera etapa, entre 2000 y 2007, mostraron un crecimiento casi sin interrupciones desde 65 hasta 85 horas por trabajador y año.
A partir de ahí, y coincidiendo con el inicio de la anterior crisis económica en 2008, las horas perdidas por absentismo fueron reduciéndose de modo constante hasta 67 horas en 2013. De nuevo, al iniciarse en 2014 la recuperación de la economía, las horas no trabajadas por absentismo se incrementaron, alcanzando en 2019 (último año antes de la pandemia) un nuevo máximo de algo más de 90 horas anuales por trabajador.
Y es que la confianza es una relación de ida y vuelta, porque como decía Tito Livio, generalmente ganamos la confianza de aquellos en quienes ponemos la nuestra. Y además, no es una cuestión de grado: o se confía o no.
El gurú de la inteligencia emocional Daniel Goleman, considera la confiabilidad como una de las competencias emocionales clave, que se apoya en dos pilares, la responsabilidad y la integridad. Es decir, podemos confiar en alguien cuando:
- es íntegro (porque actúa éticamente, es honrado y sincero, admite sus errores, adopta posturas fundamentadas aunque resulten impopulares),
- es responsable (porque cumple sus compromisos, se responsabiliza de sus objetivos, es organizado y cuidadoso en su trabajo).
De este modo se pueden concretar conductas que evidencian la confianza, y que son predicables de cualquier persona, con independencia del puesto o la jerarquía que ostente. Y que además se evidencian y hasta podrían evaluarse con encuestas de distinto tipo como la del CIS, o para los más arriesgados participando en el reality La Isla de las Tentaciones. Buenas ideas, buenas palabras, buenas acciones, es el mantra que le repite su padre a Freddie Mercury, en el filme Bohemian Rhapsody.
Cuenta una leyenda china que durante el reinado del emperador Huang Ti, hace unos 5.000 años, los médicos solo cobraban cuando la gente estaba sana. En caso de enfermedad, los médicos corrían con los gastos del tratamiento. Además, el emperador había dictado un decreto que obligaba a los médicos a colgar en la puerta de su casa un farolillo por cada enfermo a su cuidado que muriese. ¡Esto sí que era un indicador de confianza!