VALENCIA. Cuando pasa un año y medio de las elecciones autonómicas uno podría pensar que el tiempo de adaptación al nuevo entorno ya se ha extinguido. Sin embargo, las ataduras parecen seguir aprisionando muchas de las áreas de la administración pública. Para el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, todavía no ha terminado la época de deshacer nudos y, de hecho, no acabará antes de las próximas elecciones. La intención de la Conselleria de llevar a cabo Relaciones de Puestos de Trabajo (RPT) en sus organismos dependientes está desvelando situaciones anómalas que vienen de largo, un proceso de detección al que seguirá uno más peliagudo: el de solución. Entre el "engendro" de Castellón Cultural y la "estampida" de esponsors del Palau de les Arts a causa del caso que implica a Helga Schmidt o la caída del trencadís, también hay tiempo para dar los primeros pasos de un proyecto que no va a la velocidad esperada. Entre los planes a corto plazo, la puesta en marcha de la Ley de Mecenazgo o la ejecución del 'Pati Obert', el solar del IVAM que pasará a acoger un jardín de esculturas.
- Hace algunas semanas Vicent Marzà, sobre el estado de la Ley de Mecenazgo, anunció que el retraso se debía a que querían seguir "enriqueciéndola", tampoco se llevaron a cabo los work-shops anunciados, aunque sí algunas reuniones, ¿cuál es el planteamiento para llegar a esa ley de mecenazgo?
-Una ley se puede aprobar de dos maneras. Una, que desde Conselleria como interesados y si está en el plan estratégico tomemos la iniciativa y propongamos un texto. Otra, hacerlo a través de las Corts y la vía parlamentaria. Nosotros hemos querido hacer una propuesta propia con la participación del sector, lo que ha comportado una lentitud en el proceso. Los tres talleres que se hicieron ha supuesto mucho trabajo porque elegir a las personas que representen al sector y traer a técnicos es complicado. Eso se ha hecho y los resultados lo tenemos. Ahora tenemos la propuestas de la sociedad civil y estamos incluyéndolas en nuestro proyecto, que está prácticamente hecho. Estamos redactando definitivamente el texto de la ley para llevarlo a aprobación de la propia conselleria y después pasar el filtro de las comisiones e informes. Complementariamente hemos hecho algunas cosas vinculadas a la política de mecenazgo, la oficina prácticamente está funcionando ya. Ha costado articular un equipo de gente que se dedique a eso porque en la Generalitat siempre es un problema transversal: no podemos ampliar plantilla. Hay que racionalizar las plazas, crear una oficina nueva es complicado. Por otro lado están los work-shops que hace un año queríamos hacer exclusivamente en la primera fase para el Palau de les Arts, que es lo que está parado, en parte porque las circunstancias no acompañabas para hacer el acto. Se hará próximamente, estamos esperando a que Presidencia ponga fecha, ¿qué circunstancias no acompañaban? Primero, tuvimos convocatoria electoral, no podemos hacer un acto que se puede entender por la oposición como de autobombo. Por otro lado, es cierto que en el Palau de les Arts, hemos tenido noticias desagradables en términos judiciales que afectan a la credibilidad. Lo mejor era dejar que pasar un tiempo y en el momento que se visualizara un cambio, hacerlo. Ahora es el momento adecuado. Gente que ha estado esponsorizando el Palau y resulta que presuntamente el dinero no iba a parar en el Palau sino que se quedaba a medio camino, eso es lo que dice el sumario, pues, ¿cómo van a apostar el Palau?
-Desde hace tiempo se ha comentado en distintas ocasiones que se tiene la inquietud por tratar de acercar el Palau de les Arts a una condición de exención fiscal o como un espacio cultural privilegiado, que es una fórmula que tiene el Estado, ¿hasta qué punto está trabajando la Conselleria en esa posibilidad?
-Nosotros tenemos un problema grave y es que los fondos son limitados, estamos trabajando en un 50% menos de dinero dedicado a Cultura que lo que tenía en 2008. Por lo tanto, debemos mantener la calidad de los espacios de excelencia con menos. Si con la mitad tienes que mantener la calidad hay que hacer de la necesidad virtud. Una es racionalizando, lo que hacemos de manera interna y acabando con los gastos superfluos. Pero también es cierto que al final hay que buscar nuevos ingresos si no quieres entrar en déficit y en el caso del Palau de les Arts los ingresos pueden venir por el alquiler de algunas de las instalaciones, algo que estamos intentando hacer en la maraña que fue Cacsa. Por poner un ejemplo, Berklee está en un espacio alquilado por nosotros pero ocupando un espacio nuestro y de Cacsa. Hay cosas que hay que arreglar desde el punto de vista administrativo. Hay espacios vacíos que no podemos alquilar, de hecho, al lado de Berklee hay uno que queremos alquilar pero no es tan sencillo porque cuando se hizo el PAI por parte del Ayuntamiento de Valencia no queda claro de quién es la propiedad de esos terrenos. Hay que lograr la implicación de grandes empresas para que apuesten por el Palau como lo hacen por otros contenedores culturales. El Liceo de Barcelona casi el 50% del presupuesto se cubre con patrocinadores, como en el caso del Teatro Real. En el Palau hubo una estampida cuando pasó lo de Helga Schmidt y con lo del trencadís, perdimos casi el 80% de los sponsors. Ahora se trata de recuperarlos, eso nos lleva a buscar todas las posibilidades fiscales que nos ofrece actualmente la legislación. Esa opción que planteas es una, pero está centrada básicamente en que ordenes los grandes eventos y que el Ministerio de Hacienda los incluya en los presupuestos del estado como evento con reducción fiscal del 95%. Es muy difícil de conseguir, en el caso valenciano la tiene la Volvo. Esto nos limita.
-Hablas de racionalizar los gastos, ¿ya ha llegado la Conselleria a un punto en el que se ha racionalizado todo lo que se puede en cuanto a equipos de trabajo?
-No. En los contenedores culturales y las fundaciones y empresas públicas de cultura, que hay muchas porque el PP creó una red, es complicado. Muchas de estas tenían una dinámica de funcionamiento, estructura y dinámica de personal y unos vicios que son muy difíciles de eliminar de hoy para mañana. Un ejemplo, nosotros nos hemos encontrado con que muchas empresas y fundaciones no tenían relación de puestos de trabajo, una RPT, por tanto habían unas injusticias y desigualdad salarial tremenda. Había cargos directivos que cobraban más que el presidente de la Generalitat y las contrataciones eran irregulares en muchos casos porque lo permitía su estatuto jurídico. Hacer una RPT en todos los espacios públicos es una cosa complicada, hay que negocias con los sindicatos, hay que regularizar, por tanto rebajar sueldos en algunos casos y despedir en otros. Todo esto cuesta y en ello estamos. Eso nos ha pasado en CulturArts, en Castelló Cultural, en el Palau, en el IVAM -que está pendiente de la aprobación definitiva- y todavía hay casos puntuales en los que Intervención de la Generalitat y Abogacía dice que algunas de estas personas deberían cobrar un 30% menos. Eso no se hace en un año y medio, esa es la prueba de que el Partido Popular nos ha dejado una herencia muy envenenada, ¿por qué no existía una RPT? Porque si la hacían tenían que regular esa encontrarse con esta situación tan desagradable, por tanto optaron por no hacerla, ignorarla. El sector público valenciano lleva un año armonizando que todas las empresas públicas tengan una RPT aprobada y que la distribución salarial sea la misma.
-En la Conselleria existe la sensación de que esa armonización se lleva muchos recursos humanos, ¿hasta qué punto la Relación de Puestos de Trabajo se está comiendo los recursos?
-En este momento solo nos queda por acabar la del IVAM, aprobada por nosotros y la tiene Hacienda desde hace cuatro meses, y algún fleco en el Palau de les Arts, algunas plazas que hay que regular, y la más importante: CulturArts, sobre todo por el tema de herencia de Castellón Cultural, la más complicada de todas. Es cierto que a Abel Guarinos le lleva una intensidad de trabajo muy grande porque hay que negociar con sindicatos...
-Y los trabajadores de RTVV.
- Lo único que hicimos fue incorporar a los documentalistas en CulturArts pero espero que después vuelvan a la Radiotelevisión Valenciana, porque no tiene ningún sentido que estén en CulturArts. Es una de las cosas que hizo el PP a última hora porque no sabía dónde colocarlos. CulturArts ha servido como una gran contenedor para colocar todo aquello que el PP no le acomodaba, porque Castelló Cultural era un engendro, ¿por qué no Alacant Cultural? Lo hizo Alberto Fabra porque venía de Castellón pero las cosas hay que hacerlas con una cierta armonía y equilibrio territorial. En un momento determinado eso cantaba como estructura y dijeron: pues ahora la pasamos a CulturArts. Pasaban cosas como que un directivo no tenía la titulación adecuada, ni bachiller. Todas estas plazas después habrá que regularizar, sacar concursos y oposiciones para que la gente se presente y que haya libre concurrencia, porque muchos de los que han entrado a trabajar lo han hecho de forma peregrina.
-¿Es posible que no se cierre ese proceso durante la legislatura?
-No, costará años. Por ejemplo, toda la plantilla del Palau de les Arts no ha entrado en las mismas condiciones. Es muy complicado. Un ejemplo, el Cor de la Generalitat tiene más de veinte años y no estaba regularizado, hacerlo podía significar tirar al 80%, no digo que así sea, pero podría porque depende de la titulación que se exija y estamos hablando de un coro que muchas veces, cuando muchos entraron, voces magníficas, no existía una titulación. Ahora la exigen, no puedes cargártela, hay que buscar una fórmula para que se puedan quedar.
-Hablamos de deshacer nudos y uno de ellos es el del solar del IVAM, se ha anunciado y pospuesto varias veces y ahora se cuenta con que estará en primavera, ¿cómo está el proceso legal para que así sea?
-Todo nace de los mismo: es muy complicado solucionar problemas. En el IVAM nos encontramos que no tenía licencia de actividad. En el caso de los terrenos pasa algo parecido, es un momento se expropió para ampliar el museo en aquel proyecto tan costoso que se paralizó, y así se paralizó la expropiación. Han pasado 14 o 15 años y ahora recuperarlo es complicado porque nos encontramos con personas a las que tiraron de su vivienda que han muerto, hay que reconstruir los expedientes... nos ha costado casi un año y medio. Ahora para acabar de registrar los terrenos nos quedan tres personas. Una vez tengamos los terrenos, que esperamos tener en un mes, podremos tirar adelante el proyecto. Es cierto que el Ayuntamiento ha hecho su proyecto y nosotros tenemos el dinero para hacerlo, así que en cuanto podamos ocupar los terrenos haremos la intervención. Seguramente la obra la haremos a partir de septiembre. Lo más importante es que limpiemos toda esa zona, que es una vergüenza, y que conectemos el IVAM con el barrio.
-Quedan dos meses para su celebración y apenas sabemos nada del festival Dansa València. ¿Qué nos puedes avanzar?
-El director de CulturArts está trabajando en ello porque llevaba su celebración en el proyecto. No obstante, va a ser una edición de transición ya que queremos que el subdirector de teatro y danza que llegue tenga su impronta en el festival. Desde luego, desde la Conselleria hay voluntad de programar danza.
-¿Hasta qué punto os ha influido en el trabajo que haya tardado tanto la elección de las subdirecciones?
-No mucho. Lo importante es decir que si no hubiéramos optado por un proceso transparente, lo estaríamos haciendo a dedo... ¡que es lo que, de momento, estamos haciendo! O sea, como se ha hecho siempre, a la espera que de que se resuelvan esos concursos públicos. No obstante, esas personas que hemos escogido, trabajan desde unas líneas maestras que ha de cumplir y que se extraen e los programas de los tres partidos que firmaron el Pacte del Botànic.
-Hablábamos de Dansa València y del tipo de elección de representantes de la Administración autonómica. ¿Llegarán a sacar a concurso las direcciones artísticas de esos festivales, como Cinema Jove o Sagunt a Escena?
-No. Esta legislatura no llegaremos hasta ese nivel, pero hay que distinguir hasta dónde llegamos jurídicamente en ese sentido. Los cargos importantes, los que pueden imprimir un sello importante, la legislación nos permite que salgan a concurso público. Esos serían los directores del IVAM, Palau de les Arts, Consorci de Museus o CulturArts. Esos y los subdirectores, pueden salir a concurso, deben y por eso hemos realizado los procesos y estamos terminándolos. Luego hay un segundo nivel que la legislación casi nos obliga a que sean funcionarios. Por ejemplo, como va a suceder con los responsables territoriales de Cultura en Castellón o Alicante. Pueden ser de otra Conselleria, de la Universidad y hasta de la Administración local, pero a través de ese tipo de flujo. Y, por último, hay un tercer nivel con responsabilidades más bien artísticas, ligados a un festival o a un evento concreto y para los que el sentido común recomienda que sean elegidos por dos años, como también marca la ley. Esas personas las elegimos nosotros atendiendo a su perfil y al proyecto que propone. Esa es la fórmula que estamos utilizando para Sagunt a Escena, Cinema Jove o el Festival de Jazz de Benicàssim. No obstante, por su remuneración más bien modesta, tampoco se presentaría mucha gente al concurso...
-El tema de la remuneración a las directoras o directores culturales de la Administración es interesante ya que no sé si han contemplado la posibilidad de que, cuando toque sacar a concurso el cargo de Davide de Livermore o José Miguel G. Cortés, los sueldos que se ofrecen no sean los suficientemente interesantes como para que se presente gente de un alto nivel.
-Es posible. Esto está pasando en muchos espacios culturales del Estado. Tienen este debate en el Liceo de Barcelona, en el Teatro Real, en la Maestranza, en Bilbao... el sector público establece un tope. Es un debate que compartimos con toda Europa y en el que el mercado apunta a que estos profesionales pueden cobrar mucho en otros países o en entidades privadas, pero, para nosotros, es cierto que no puede cobrar más que el president de la Generalitat. Ahora mismo sí es así, porque hemos heredado esos contratos. Livermore cobra en torno a 125.000 euros y el president ronda los 80.000 euros, creo. El responsable del Teatro Real cobra 300.000 euros... Ese debate es importante, pero económicamente este país da lo que da y hay que ser conscientes de que hay gente cobrando un jornal de 700 o 900 euros por un empleo completo. No es distinto al fútbol en la comparación a que hay operadores dispuestos a par más, así que tendremos que fijarnos, como ya hacemos, en la gente joven con ganas de hacer muchas cosas...
-... o veteranos que puedan compatibilizar.
-Puede ser, pero lo de compatibilizar... Intervención de la Generalitat ya nos ha advertido que legalmente es muy complicado. Creo que es una época muy interesante para la gente joven de la cultura que tenga las ideas muy claras. Tenemos este caso en la ópera, donde estamos pudiendo hacer una programación barata porque en gran medida estamos dando salida a los cantantes jóvenes del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo. Son profesionales becados que en unos años podrán cobran tres o más veces por lo que hacen ahora, nos permiten tener una programación de calidad, pero... si tuviéramos que contratar a cantantes de fuera para todas las posiciones de la representación, no llegaríamos.
-En este momento hay una suerte de relación dulce con el Ministerio en torno al Museu de Belles Arts de València, como quedó reflejado en su último encuentro. ¿En qué situación se encuentra la cristalización de ese proyecto de consorcio para dotarle de más autonomía?
-El Ministerio está esperando nuestra propuesta concreta. Una propuesta que permita que el Museu de Belles Arts tenga más autonomía y que ellos puedan aprobar. Lo cierto es que son reacios, porque tienen más de 20 museos provinciales y aunque este sea el más importante, romper esa uniformidad puede ser para ellos un problema grave. Nosotros no hemos cerrado el proceso. Dentro de unos días se iniciarán los debates a los que todos podremos asistir en un debate claro y raso con técnicos, ex directores, etcétera. Allí veremos cuál es la mejor opción para la propuesta porque la situación actual, dicha por todos, es la peor posible. Hemos lanzado la idea de hacer un consorcio. Si no puede ser un consorcio, tendrá que ser otra alternativa. Al final, el Ministerio es quien manda, pero tenemos que ser prudentes y muy responsables en nuestra condición de gestores. Eso sí, tenemos que implicar al Ayuntamiento, a Diputación y a patrociandores privados. Por qué no.
-¿Y si el Ministerio dice 'no'?
-Habrá que recurrir a un plan B, pero ahora tenemos que escuchar primero a la sociedad y a los técnicos.
-¿Se manejan plazos?
-En la reunión con el secretario de Estado de Cultura pusimos un calendario sobre la mesa. Ahora mismo, se trabaja en llegar a un acuerdo entre los técnicos del museo y del Ministerio para encargar un plan museológico que en año y pico debería anunciarse. Además, hay que rematar las obras de la última ampliación, que incluye la conexión con Viveros, quitar la vaya, solucionar algún problema de tráfico de delante del museo... Otro paso importante es que para ese nuevo museo se han de restaurar un buen número de piezas, sobre todo escultura, pero también obra pictórica. Eso supondrá una inversión importante por nuestra parte y por la del Ministerio, que ya se ha comprometido a ello. En dos años, la intención es la de tener un museo nuevo, diferente, más grande y, ojalá, con el personal que le hace falta. Y llegados a ese punto, nos quedaría rematar nuestra relación jurídica.
-¿Cree que eso sí que llegaría en esta legislatura?
-Yo diría que sí, pero también es una cuestión de la directora general de Cultura y Patrimonio y es ella quien debe llevarse el mérito de la gestión. Estamos hablando de refundar un museo que lleva 40 años viviendo de forma irregular, que tiene pocos recursos económicos, una legislación que le asfixia... y devolverle a los valencianos un museo del siglo XXI. Si llega tres meses después de las elecciones, si es la pregunta, no nos va a preocupar. Lo importante es hacerlo bien.
-Una de sus propuestas estrellas de la legislatura, una vez iniciada, ha sido la propuesta de la creación de la Mesa de Participación de la Cultura Valenciana (Mecuv). ¿Generará esa mesa sectorial duplicidades o contradicciones con el papel asesor del Consell Valencià de Cultura?
-La mesa hace falta porque necesitamos que se visibilicen los sectores culturales en al Administración. Necesitamos estandarizar las reuniones y darles transparencia. Yo llevo año y medio reuniéndome con un montón de colectivos, compañías... encantado, pero no es la fórmula adecuada. Se han de canalizar los grupos de interés y lobbies tal y como indica Europa y la misma Conselleria de Transparencia. Y no, no chocará con el CVC desde mi punto de vista. El CVC tiene una labor importantísima en la que gente de prestigio cultural, aunque ahora haya de todo, aporta informes e ideas sin entrar en detalle en als políticas culturales. La analogía es con cualquier otra Conselleria. Con la de Industria, mismo, que tiene una mesa sectorial a la que se sientan representantes del textil o del resto de industrias y hablan de manera descarnada de las lineas de actuación de las subvenciones de las órdenes. Lo que queremos es que, con actas y luces, se sepa que se propone y cuál es el orden del día y que se extrae de ahí. El CVC sabe cuál es el objetivo porque se lo hemos explicado por activa y por pasiva.
-La interlocución con el CVC se está desarrollando con normaldiad.
-Tanto la directora general como yo hemos ido cada vez que nos lo han pedido. He debido ir ya como 25 veces. Por allí han pasado todos los cargos que han reclamado para que presentaran proyectos, como Pérez Pont o Guarinos. Hemos explicado lo que hacemos y muchos de sus informes son redundantes con lo que hemos hecho. Parte de la idea de crear la Mecuv es suya, están participando en la Ley de Mecenazgo... sin embargo, hay cosas que hay que discutir con el sector; que se deben crear junto al sector. Por ejemplo, algo que nos preocupa mucho: el Estatuto del Artista o profesional. Hay que habalr con el sector y ver cuáles son las situaciones y necesidades. Nosotros tenemos que dar ejemplo desde la Administración, ver cómo se pagan unos ensayos, por poner un ejemplo, que los profesionales tengan un documento de referencia para protegerles. Todo eso con actas y orden del día, para que no quede en conversaciones de despacho que, además, en Cultura, siempre parece que tienen cierta sospecha. Todo ha de ser transparente y de ahí la creación de esa mesa para interlocutar.