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Cultura que se come: por qué los nuevos proyectos artísticos en València dan hambre

Proyectos como La Corte, La Lonja, Menú del Día o Nos vemos en los bares sitúan en un mismo plano la creación artística con la gastronómica

11/05/2024 - 

VALÈNCIA. Muchos de los últimos encuentros artísticos en València tienen una misma constante: se come, se sientan en la mesa, reproducen un almuerzo pantagruélico, llenan un cine con bandejas de pescado o todas las respuestas anteriores son correctas. La Corte (colectivo que une gastronomía con cultura urbana) celebró hace unas semanas un encuentro creativo en Mat32; La Lonja (proyecto de visualización cinéfila) transformó los Babel en un cine con regusto a parada del pescado; Jaume Mora ha convertido su residencia artística en Plou Estudi en un ‘Menú del Día’ cerámico; y desde la editorial Festiu celebran a partir de ‘Nos vemos en los bares’ un akelarre editorial en Taberna Amparín. 

La simbiosis en marcha entre ‘comida’ y ‘cultura’ es una constante en buena parte de nuestras ciudades próximas y tiene que ver con una doble influencia: por una parte el aumento en la cotidianidad del consumo de gastronomía (la democratización del ‘ir de restaurantes’ es un proceso más reciente de lo que parece), que ha hecho adquirir mayor apego por sus posibilidades de expresión, apreciar mejor su trasfondo. Pero, de manera reactiva, también una necesidad creciente de desvincular el sentido creativo de la gastronómica de una única finalidad económica (grupos de restauración, gourmetización de la cultura gastro…).

Desde La Corte, precisamente, hablan de su fundación como medio e iniciativa cultural a partir de “la necesidad de hablar de gastronomía desde un punto de vista no gourmetizado. Nuestro objetivo es poder hablar de música, moda, arte, diseño… usando la gastronomía como hilo conductor para comunicarnos”. 

 Menú del día

Jaume Mora se refiere a unos procesos que en parte se entrecruzan. “Muchas veces los procesos no cambian incluso si son disciplinas diferentes”, comenta. “Me gusta mucho cocinar pero apenas tengo tiempo, mientras que he sacado tiempo para cocinar cerámica. Bastante irónico. Pero creo que el comer es fascinante, y lo encontramos como una fuente de inspiración”.

Para Diego Obiol, uno de los responsable de la editorial Festiu, hay un punto de resistencia. “Nos encantan los bares de toda la vida, los (cada vez más pocos) bares con clientes fieles, ambiente y estética auténtica. Somos ‘parroquianos’ de algunos de los que salen en la publicación (‘Nos vemos en los bares’) y, como dice Rafa (Rodríguez) en el texto, solo queremos entrar en un bar y que sepan cómo nos llamamos. Son lugares donde se generan mecanismos de conexión y de historias de barrio que queríamos reflejar”. 

En el caso de La Lonja, sus autores Omar Hachemi y Jose Julio Gimenez, acostumbrados a estar detrás y delante de las cámaras, toman esa misma fuerza conectora que la gastronomía permite: “buscamos una similitud con ese punto de encuentro entre mercaderes que es una lonja. También queríamos que estuviera relacionado con todo el imaginario estético que gira en torno al mundo de la cerámica, del cual nos inspiramos en el barrio del Cabanyal, un barrio tradicionalmente pesquero”.

Existe una retroalimentación entre cultura artística y cultura gastronómica esencialmente porque comparten procesos, un mismo afán por crear vínculos, y se solapan en sus códigos artísticos.

Formada por cuatro personas, La Corte vio la luz a partir de percibir que “en el sector creativo, cultural, moda, música y arte, las líneas están muy desdibujadas, y cada vez más veíamos proyectos y campañas en las que todas estas disciplinas convergen, siendo el punto en común la gastronomía. Es así como configuramos nuestra actividad y nuestra misión, introduciéndonos en todas esas disciplinas creativas usando la gastronomía como hilo conductor y punto de encuentro con nuestra comunidad. La gastronomía se ha colado en el mundo creativo y ha llegado para quedarse, nosotros solo queremos darle cabida y sentido a todo eso”.

La Lonja

En el caso de La Lonja el regusto gastro les permitía trazar paralelismos con su propia actividad: exponer el género con el que andaban trajinando. “Todo comenzó con la idea de mostrar algunos de los proyectos en los que estamos trabajando, pero luego pensamos: ¿por qué no crear un espacio donde podamos compartir todo tipo de piezas audiovisuales? Queremos que estos proyectos lleguen más allá de las redes sociales. En estos tiempos, todos estamos acostumbrados a publicar nuestro trabajo en internet, pero eso dificulta conectar de manera más cercana. Nosotros queremos cambiar eso”.

El ‘Menú del día’ de Jaume Mora comenzó a emplatarse cuando, jugando con el barro, los residentes de Plou Estudi bromeaban con montar un restaurante en una calle donde ya hay cuatro seguidos. “La colección responde a la inquietud de la técnica cerámica, pero también -ahora que lo veo acabado- siempre he pensado en los platos de plástico ultra realistas que de vez en cuando hay en los restaurantes japoneses. Unir el repertorio de la cultura de bar valencià y hacer una convivencia con los platos asiáticos me parece una respuesta al típico bar local donde los propietarios son asiáticos, y hay una convivencia casi perfecta entre un blanc i negre y unos yakisobas de marisco con salsa mil delicias”.

“Conocimos -continúa Obiol- el proyecto final de estudios de Rubén Malo ‘Benditos bares’ y pensamos que valía la pena darle una vida editorial a este proyecto que visibilizaba y reivindicaba la figura del bar de toda la vida. Hablamos con él porque la vertiente fotográfica del proyecto (todo con fotos analógicas hechas entre 2018 y 2023) nos pareció que reflejaban, sin artificios, el ambiente y la esencia de esos bares de barrio en los que el carajillo de Terry, las cartas sobre la mesa, o el hombre solo en la barra… Decidimos apostar por un formato de publicación que ya usamos y que nos encanta (llamémosle fanzine reportajeado)”. Lo presentarán este miércoles 15 desde Taberna Amparín con “bravas volcánicas de extrarradio y tercios a 2 euros”.

Mientras componía sus piezas, Mora se encontró con que estaba empleando muchas herramientas de cocina. “Hacer comida de cerámica” con utensilios que también se usan para cocinar. La fusión final. Si bien se ha discutido con profusión si la gastronomía es un arte (un lugar común sin respuesta), queda un largo recorrido para emparentar unas disciplinas que comparten procesos, necesidades y pálpitos. 

Nos vemos en los bares

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