Cultura y Sociedad

Chaves Nogales, literatura sobre la Guerra Civil para paladares muy demócratas

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MADRID. Decía Chaves Nogales que la lucha de su vida era contra la estupidez y la crueldad, que le producían un odio insuperable. Eran los argumentos con los que se distanciaba de los revolucionarios en cuyas manos había recaído la defensa de la República española en 1936 y de los fascistas, que pretendían destruirla.

Su impresión era que en aquella España no quedaba nadie que defendiera la causa de la libertad. Estábamos a merced de los totalitarismos matándonos los unos a los otros, explicaba. En su relato ‘La defensa de Madrid' lo expresó sin dar lugar a equívocos:

"La verdad es ésta. Los heroicos y gloriosos ejércitos que luchaban en la Ciudad Universitaria estaban formados con la escoria del mundo. Basta fijar los ojos en la lista de las fuerzas que los componían. Frente a la Brigada Internacional de los rojos, la Novena Bandera del Tercio Extranjero de los blancos, una y otra, receptáculo de todos los criminales, aventureros y desesperados de Europa" 

En la reedición de esa obra -Editorial Renacimiento, 2011- Antonio Muñoz Molina se deshacía en elogios ante esta postura moral e ideológica de Chaves Nogales. Parece que todas las toneladas de propaganda vertidas por el franquismo y sus herederos, cuando reivindican que el golpe del 36 se hizo contra el bolchevismo, han hecho mella y ahora resulta que un escritor al que le disgustaba tanto Moscú como Berlín y su única causa era una república democrática se convierte en un clavo ardiendo al que agarrarse desesperadamente: ni con los vencedores ni con los vencidos, con los listos y guapos.

Así, causa sensación actualmente cuando Novales se describía a sí mismo como "un pequeño burgués liberal, ciudadano de una república democrática". De hecho, Andrés Trapiello en el prólogo de la reedición que nos ocupa -A sangre y fuego, Editorial Renacimiento, 2013- afirma que los trabajos de este periodista han sido muy bien recibidos entre la elite intelectual.

La obra en cuestión son una serie de relatos, basados en hechos reales, sobre la guerra. Son directos, descarnados a veces. Dicen que de prosa barojiana. Y lo que es de agradecer, literariamente hablando, es que su escepticismo con la causa gubernamental genera un relato sin héroes ni lastres ideológicos. Todos tienen su reverso tenebroso, como en las series de HBO, para que me entiendan. Pero llama la atención que la postura equidistante del periodista se merezca tanto aplauso. 

Como él mismo dice en las primeras páginas de A sangre y fuego, abandonó Madrid el día en que lo hizo el Gobierno cuando marchó a Valencia. Entendió que ahí acababa su compromiso con la causa y marchó al exilio. Deja frases muy atractivas, como que sabía que en el extranjero tendría que mendigar el respeto como inmigrante o exiliado, pero se le hacía más fácil la servidumbre fuera de España que dentro. Pues Chaves Novales entendía que de la contienda sólo iba a salir una tiranía. Roja o blanca, eso daba igual.

Ilustración: 'Proclamación de la II República Española'

Y lo cierto es que la postura del autor es estupenda, sobre todo a estas alturas de la vida que ya todo el mundo es consciente de los excesos cometidos en nombre del socialismo real. Pero son estupendas para comentarlas con un café y enviar un par de fotos a Instagram con el iPad tuiteando: "aquí, tarde estupenda hablando de Chaves Nogales".

Porque en su momento miles de españoles no tuvieron la suerte que tuvo de él de poder largarse cuando le dictó su conciencia. Las primeras bajas de Madrid no cesaron hasta sumar veinte millones de soviéticos a miles de kilómetros de aquí. Ese esfuerzo derrotó al nazismo. ¿Y qué hubo que hacer para contener después al comunismo por si quería ir más allá de donde le habían dicho en Yalta? Pues, de entrada, enviar cierta señal que fueron dos bombas nucleares en dos ciudades japonesas a primera hora de la mañana. ¡Ojalá los destinos del mundo fueran resultado de las amables disputas de profesores de universidad socialdemócratas de sesenta años! Pero no, en el siglo XX corrió la sangre, y más aún en el tercer mundo, que tuvo que sacar materias primas a destajo y sufrir hambrunas para que nos matáramos mejor. 

Esto no quiere decir que el mundo, como muy bien advirtió Chaves Nogales, no se hubiera vuelto loco por culpa de los totalitarismos. Lo expresa muy descriptivamente cuando dice que el proletariado en Rusia era víctima de una dictadura que se creía que él ejercía o que en Italia con el fascismo las raciones de comida no eran más abundantes. Pero aún así, siendo tan fusilables tanto por los revolucionarios como por los fascistas, otros personajes del momento como Julián Zugazagoitia, por ejemplo, no perdieron de vista la cuestión de fondo. En Guerras y vicisitudes de los españoles del escritor vasco no falta rechazo a los crímenes, excesos y delirios revolucionarios del 36, pero el hecho de que los anarquistas y los comunistas apoyaran a la República no la convirtió ni en una cosa ni en otra. En convencernos de lo contrario han gastado mucha tinta los franquistas. 

Por otro lado, también se elogian hasta lanzar vítores las cualidades periodísticas del autor. Sin querer desmerecer otras de sus obras, al menos en ‘La batalla de Madrid' y ‘A Sangre y fuego' habla de sucesos en los que no estuvo ni cerca, ni lejos: es que no estuvo delante. Esto es algo que, por supuesto, no le ha pasado inadvertido a Arcadi Espada, obsesionado como está con ese tan a menudo indigesto maridaje entre literatura y periodismo. Como muestra, en ‘La defensa de Madrid', descubrimos una versión de la muerte de Durruti inédita hasta ahora:

"Durruti se dirige rápidamente a la primera línea de fuego, donde se coloca a la cabeza de sus hombres animándoles al grito de ¡Viva la FAI! De repente, se lleva la mano al pecho. Es trasladado a la retaguardia y llevado en una camilla al Ministerio de la Guerra".

En los libros de Historia pone que se hallaba a más de un kilómetro de las líneas enemigas. Parece que murió de un disparo a quemarropa. No se sabe si por accidente, si porque sus hombres de confianza, que le acompañaban, no lo eran tanto. Pero lo que sí que está claro es que Chaves Nogales lo que hace es inventarse lo que pasó. Así que, por el lado del periodismo, en estas dos obras mencionadas, no es muy reivindicable.

Dicho todo esto, ¿qué tal está A sangre y fuego? Pues no haga ni caso a este plumilla. Son unos relatos cojonudos. Empieza con ‘Y a lo lejos, una lucecita', sobre unos milicianos insomnes que persiguen, desesperados, a los espías de la Quinta columna que había en Madrid. Asesinan in situ a todo aquel que descubren, incluida una joven. No tienen piedad. La falta de sueño y el fanatismo les llevan a perder el juicio hasta la paranoia. Luego le toca el turno a la retaguardia de los nacionales. La gesta de los caballistas narra la brutal represión de un cacique andaluz en el territorio conquistado a todo aquel que se hubiera distinguido por su pensamiento o ideología, a veces sólo por pensar. Penetrará el lector en los estragos que causaron las bombas franquistas sobre la población civil en ¡¡Massacre, massacre!! Y las represalias que se tomaban contra los fascistas cautivos en la capital, con aparición de Alberti "con su aire de divo catador de tangos" pimplando en una taberna. En resumen, una narración arrebatadora para describir con todo el dolor de su corazón lo que era, dicho mal y pronto, una merienda de negros. El único problema, el mencionado. Donde unos ven lucidez y valores elevados, tal vez lo que haya sea cinismo. Pero oiga, igual por eso ha gustado tanto a los intelectuales de hoy en día. 

A Sangre y Fuego "Héroes, Bestias y Mártires de España"
por CHAVES NOGALES, MANUEL

ISBN: 9788415177685
Editorial: RENACIMIENTO
Fecha de la edición: abril 2013
Encuadernación: 02
Nº Páginas: 328
Colección: NARRATIVA , Número 38
 

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