Cultura y Sociedad

LOS LIBROS DE @CORAZONRURAL

De cómo la clase media se hizo el 'harakiri' con sonrisa 'profident'

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MADRID. Los militantes del PSOE más avezados suelen recomendar con lágrimas en los ojos un libro de uno de sus antiguos secretarios de organización, Txiki Benegas. Se llama El socialismo de lo pequeño y en uno de sus capítulos se lamentaba por un fenómeno palmario: las clases medias, cuando están asentadas, empiezan a dejar de serlo, al menos en espíritu. Es decir, según planteaba, a medida que tienes poder adquisitivo, pues si te tienes que pagar un fisio privado, te lo pagas. Si te puedes pagar un diagnóstico rápido de lo que sea, pues pagas. Y al final, le haces un seguro privado a toda tu familia. Porque has llegado al punto y al nivel adquisitivo de poder hacerlo.

Entonces lo siguiente es sentirte especial. Mejor. Y entender, por favor, olvídense de las comparaciones con la política territorial española de esta semana, no va por ahí, que tú no tienes por qué pagar con tus impuestos la sanidad de los que te quedan por debajo. De hecho, una décima parte, que tú interpretas como el todo, vienen de otros países lejanos. Si no te parecen monos, los ves como muertos de hambre que tienen que dar gracias sólo por pisar tu terruño. Ya es un éxito, estar, oh, en este país cualesquiera mejor de mejores en no sé cuántos deportes.

De modo que asumes con plena conciencia que ya que te pagas la Sanidad solo porque eres muy listo y muy hacendoso, los demás deben de hacer lo mismo y tú no tienes por qué contribuir a la suya, a la pública. Consecuencia inmediata: exigir que te bajen los impuestos. Y ahí, venía a decir Benegas, moría el socialismo como los ríos en el mar. Y con él, la clase media. Al menos en Europa.

Este libro El fin de la clase media también abunda en esa cuestión. Pero, pasados los años, quién lo iba a decir, qué sorpresa, no lo hace por lo alto, sino por lo bajo, por la proletarización de la clase media. En el contexto de la crisis de 2008 en nuestro continente, la clase media es un estrato económico víctima de un proceso de devaluación interna que la está haciendo perder toda su pujanza social, política y económica. ‘El fin de la clase media' analiza el camino recorrido hasta este punto.

Pero no se trata de un ensayo sociológico propiamente dicho. Esteban Hernández ha puesto el peso de su ensayo en la cultura popular. Antes era complicado leer un libro así, que tratase estos temas y con esta profundidad, en nuestra lengua. Algo hemos mejorado. Es la única buena noticia entre estas páginas.

La obra parte del orden laboral acuñado en el taylorismo y fordismo estadounidense. Una organización de trabajo disciplinada que sabía premiar la fidelidad al sistema de la cual surgió la clase media. Ese grupo social consiguió establecer un marco de desarrollo humano incomparable. Sin embargo, sostiene el autor apoyándose en Ortega y Gasset, tanto los avances de la ciencia como los jurídicos terminaron considerándose como un regalo, nada que obligase al individuo mantenerlo.

También, el sistema debía sobreponerse al anhelo de un pasado edénico del campesinado que había sido asimilado en las ciudades en condiciones miserables. De esa actitud surgió la necesidad de Educación, concluye, y de ahí, la solidez de esta clase social.

Además, en un contexto en el que primaba la gran producción, el sistema capitalista logró también imponerse por su capacidad de seducción sobre el ser humano al régimen comunista. La diferencia en el margen de libertad y el pequeña parte de la producción que iba destinada al trabajador terminó siendo superior a un sistema donde primaban las necesidades de la revolución por encima de los deseos individuales.

Esa parcela individual, que Ford combatía más allá de la disciplina con rectitud moral en todos los órdenes de la vida, terminó derivando en cierta permisividad con algunas desviaciones ocasionales. El tiempo de esparcimiento. Estos fueron, explica Hernández, los puntos definitorios de la clase media del siglo XX.

A continuación, el libro se introduce en los cambios de mentalidad de esta clase media. Del fenómeno de las ovejas descarriadas, de la minoría de jóvenes de clase media estadounidenses que preferían alternar con negros, gente del hampa, comunistas americanos y todo lo que se ha conocido comúnmente como gente de mal vivir, hasta los tiempos en los que los ‘fuera de la ley' han copado nuestras televisiones, son los héroes de la sociedad, cuando no los presidentes del gobierno, como pudiera ser el caso de Italia con Berlusconi y otros líderes ‘carismáticos' que han proliferado en Europa.

El jazz, dice, rompía el diseño de la clase media. Su existencia predecible y organizada que se traducía en unos gustos equivalentes. Los hipsters, los auténticos, no la tendencia actual, adoptaban el lenguaje de los negros, su ética existencial y articulaban una respuesta en clave nihilista.

"Eso eran el be bop y el hard bop, frente al mundo repetitivo de melodías inocuas, pensadas para articular y engrasar las vidas aproblemáticas de familias funcionales, sus notas optaban por la variación, la autoexpresión, la intensidad, la belleza indómita, algo que los hipsters trataban de prolongar, sin demasiada suerte, en sus vidas".

El escritor Norman Mailer (1923-2007) en su domicilio.

En otras palabras, los que buscaban la intensidad continua y la satisfacción instantánea de sus deseos, al margen de las convenciones sociales, no terminaban siendo otra cosa que psicópatas, según los razonamientos de Norman Mailer, cita. Pero la explosión cultural que desencadenaron estos jóvenes descontentos de clase media terminó erigiendo una industria del ocio que llegó a ser imprescindible en la vida de cualquier persona. La pátina de rebeldía.

"Creía que la civilización consistía esencialmente en la represión de la naturaleza humana, y que por tanto, el desmontaje de los valores, preconcepciones y conceptos en los que la sociedad moderna se apoyaba significaría, por ese simple hecho, un cierto retorno a lo que de verdad somos, a algo aún no alienado que subsistiría bajo esa capa impositiva".

Así se ha llegado, continúa, a una necesidad de autovaloración constante y una huída de lo público. Una búsqueda de lo privado como refugio obligada, por otra parte, por la consideración de que en lo común sólo prima el interés y la deshonestidad.

Un individualismo en el que, paradójicamente, las doctrinas del capitalismo financiero han logrado imponerse sobre los intereses de las clases medias del mismo modo que estas prevalecieron en la Guerra Fría.

Ahora sólo queda dilucidar si realmente a lo que está abocada la clase media es a una proletarización o, en realidad, a una forma de vida estadounidense moderna. Un, dicho llanamente, a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga. En el que tanto eres tanto vales y donde un error de cálculo, como le ha pasado a nuestra clase media en muchos aspectos, así empieza el libro citando casos reales, en el que no calcules o sepas anticipar lo que está por venir, te pueda llevar a la ruina. Por supuesto, sin colchones que amortigüen tu caída en desgracia.

EL FIN DE LA CLASE MEDIA
Esteban Hernández
Editorial Clave Intelectual ; Septiembre de 2014
18  euros

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