VALENCIA. Que la Comisión Europea te imponga una multa de 265 millones de euros, que es al fin y al cabo lo que ha ocurrido con el expediente de Ciudad de la Luz, no es plato de buen gusto para ningún Gobierno. Lógico es, por tanto, que los dirigentes de la Generalitat se lancen en tromba a defenderse, a decir que recurrirán esa decisión y, dentro de una cierta lógica política, a loar las bonanzas de gastarse el dinero público en unos platós de cine.
Lo que resulta más sorprendente es hacer esa defensa en los términos en los que lo hizo este miércoles el conseller de Hacienda, José Manuel Vela. Y lo es porque resulta del todo inverosímil que todo un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valencia, Premio Extraordinario de Licenciatura, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, Premio Extraordinario de Doctorado, y profesor en las universidades de Valencia y Jaume I de Castellón, donde ha dirigido los departamentos de Economía Financiera y Contabilidad y de Empresas, (es un resumen de su currículum público) aparente desconocer las leyes básicas de la competencia que rigen en la Unión Europea.
Vela aseguró en unas declaraciones ante los medios de comunicación que "si el complejo no hubiese funcionado adecuadamente, nadie se hubiera preocupado de si podía competir con él o no". "Por algo será...", dejó caer Vela.
¿Por qué es? El conseller se aventuró en el jardín: "Más que rasgarse las vestiduras hay que hacerse una reflexión: si el proyecto Ciudad de la Luz, según algunos, es tan malo o ha sido tan malo, ¿por qué es objeto de una denuncia ante Competencia? Es porque alguien estaba preocupado de que ese complejo funcionara, luego tampoco es tan mala inversión".
Parte el conseller, y lo sabe, pues su reputación como economista le avala, de dos suposiciones falsas. La primera es que el funcionamiento o no de un proyecto, sea cual sea, no implica que sea legal a ojos de las leyes de la competencia. Es más, precisamente de eso se trata: si utilizamos dinero público para montar un negocio que ya desarrollan inversores privados estamos distorsionando el mercado. Si encima damos ayudas para que el negocio montado con dinero de todos consiga clientes tirando por el suelo los precios de mercado, aún peor. ¿O no es acaso eso lo que ha hecho Ciudad de la Luz al pagar a las producciones que se rodaban allí?
Ejemplo: si tenemos un bar en nuestro barrio de toda la vida y, de repente, sin que sea un servicio esencial, llega el ayuntamiento y abre otro en la calle de al lado, vendiendo los cafés a mitad de precio, cuando no regalándolos, aprovechando que el dinero con el que paga todo es de todos (que no de nadie), nos está haciendo competencia desleal. Es lo que denunciaron los estudios de cine europeos (Europa es nuestro barrio a ojos de Bruselas), capitaneados por Pinewood, los estudios británicos donde se ruedan las películas de James Bond.
Pero la segunda premisa falsa de la afirmación de Vela es aún más chocante, especialmente para un experto en contabilidad. ¿Buen negocio Ciudad de la Luz? ¿Qué clase de negocio es ese en el que, por ejemplo en 2009, se pagaron 4,5 millones de euros a producciones cinematográficas por rodar en los estudios de Alicante cuando la facturación, es decir, lo que se cobró por los rodajes apenas superó los 0,3 millones? Teniendo en cuenta que solo los gastos de personal alcanzaron los 0,96 millones, el resultado operativo de los estudios de cine de Alicante es ruinoso. Si a ello se le suma el coste de la construcción del complejo, catastrófico. Como la defensa que Vela hizo este miércoles de la Ciudad de la Luz.