VALENCIA. Como a la Cenicienta, a las doce de la noche al Partido Popular de la Comunitat Valenciana se le acabó la fiesta. En los pocos minutos que separan las 23:47 y las 0:00, Alberto Fabra se convertía en el primer presidente popular de la Generalitat en reconocer una derrota y Rita Barberá clamaba por un pacto "contra el radicalismo" al no salirle las cuentas para revalidar la alcaldía tras 24 años en el poder.
Aturdidos y agotados, un reducido número de altos cargo del Consell y los miembros del personal del partido les escuchan, apretándose en el estrecho pasillo que dejan libre las mesas de los periodistas. Comparecen por separado, con un lapso de un par de minutos entre la salida de uno y la entrada de la otra, haciendo aún más evidente la orfandad de las derrotas.
A las doce en punto, el atril ya está vacío y las radios entran en directo al boletín de la media noche para poner punto y final a la crónica de una derrota histórica. Fabra sale a la calle y unos pocos subordinados hacen corrillo a su alrededor, ofreciendo a las televisiones un buen plano recurso que rellene la información mientras la periodista habla de fracaso.
Unos aplausos hacen que el presidente se gire y tenga que ver como es Rita la que recibe abrazos y muestras de apoyo. "Que no estoy triste", insiste para que le oigan bien claro los periodistas que la empiezan a rodear. Ambos, cruzan el atrio del templete al que recuerda la sede popular y Fabra desaparece tras la puerta corrediza de un monovolumen.
Entonces, Barberá se queda sola ante los focos. El concejal Vicente Igual se le une, pero la todavía alcaldesa se yergue y mira con altanería a los cámaras. "Que no, que no vais a sacarme con una mala cara. Si eso es lo que queréis", repite y carcajea hasta que su coche llega.
CUATRO HORAS DE (CASI) SILENCIO
Las encuestas internas ya anunciaban que las cosas venían mal dadas, pero muchos trabajadores de la calle Quart aún confiaban en el milagro al abrir la sede a media tarde a los primeros técnicos y periodistas que empezaban a echar cable para conectar las unidades móviles aparcadas en la calle Beato Gaspar Bono.
A pesar de la cinta policial que prohibía el aparcamiento por "acto social" junto a la puerta lateral del Jardín Botánico, varios coches particulares ocupan las plazas sin que ningún agente aplique la sanción correspondiente.
"Esto deben haberlo puesto por las elecciones", comenta una fotógrafa, antes de que una furgoneta de Amigos de la calle empiece a pitar y termine por subirse a la acera un poco más metido en la calle, junto a la entrada del parking del PP.
Tres hombres y un par de mujeres bajan cajas con bocadillos y ropa usada que empiezan a repartir entre las personas que van apareciendo poco a poco, incómodos por la presencia de las cámaras. "Lo hacen todas las semanas", comenta un hombre que pasea a un perro.
CON FERVOR A LA VIRGEN PEREGRINA
Las televisiones ya han hecho algunas conexiones en directo frente a la puerta principal, mientras alguien observa desde la planta superior, agazapado tras las cortinas. Poco antes la banda de música de los fieles de la parroquia de San Miguel y San Sebastián han sacado en andas a la Virgen de los Desamparados, antecedida por sus clavariesas, pubillas y unas niñas vestidas de comunión.
"Eso no tiene nada que ver con nosotros", bromea un popular a los periodistas que fuman para matar la espera. Es uno de los pocos que da conversación. El resto, entra a la carrera por la puerta en dirección a la escalera que lleva a las plantas superiores. "¿Están arriba?", comenta un hombre de mediana edad sin detener el paso ni mediar otro saludo a las chicas de la recepción.
Dos jubiladas bajan del ascensor hacia la calle a paso lento. Un periodista sale a quejarse de que la wifi de la sala de prensa no conecta y, de paso, pregunta cuándo va a salir alguien del partido a decir algo. "Los de las radios ya no saben que inventarse", le espeta a una recepcionista.
De una puerta cerrada con el cartel de Partido Popular Provincial escapan unas risas nerviosas. Tres mujeres mayores y muy arregladas se asoman desde la calle a preguntar cuando va a hablar Rita. "Todavía no lo sabemos", se disculpa una trabajadora de la sede antes de seguir hablado con la guardia de seguridad.
A las 21:00 horas anuncian la salida de Alfredo Castelló, portavoz de campaña y exalcalde de Sagunto, una plaza en la que el PP también está saltando por los aires con los primeros votos escrutados. El hombre baja, visiblemente azorado, se felicita de la participación y promete que la secretaria general del partido Isabel Bonig bajará cuando se complete el recuento de las municipales. No hay preguntas.
BOTELLINES PARA PASAR EL TRAGO
Se hacen las 22:15 y allí no baja nadie. Desde otras sedes, otros periodistas advierten que a ellos les están dando algo de cena, pero el PP sólo dispone de algunos botellines de agua. "Será para pasar el trago", bromea una veterana informadora.
Pocas son las caras conocidas que se han asomado a lo largo de la noche. Apenas algún secretario autonómico con cara de preocupación o el exdirector de la extinta Mostra de Valencia José Antonio Escrivá y su mujer, que preguntan y se marchan pronto.
Ya es de noche y a lo lejos se oyen tracas y algunos fotógrafos salen corriendo hacia la plaza del Pilar, donde se concentran los simpatizantes de Compromís por centenares. Joan Ribó, Mónica Oltra, Enric Morera y todo su equipo salen de la sede de la formación en la calle Guillem de Castro entre risas, aplausos y los cláxones de los conductores que quieren compartir su victoria.
TOBOGÁN AL FIN DE LA NOCHE
En el PP sigue reinando el silencio y algún periodista toma nota de las comandas de sus compañeros para traerles bocadillos y algunas coca-colas. Todo a escote. Por la sede empiezan a aparecer el presidente de les Corts, Alejandro Font de Mora; el aspirante a concejal por Valencia Eusebio Monzó y el azote digital de los ‘enemigos' del partido en Valencia, Luis Salom, que lleva horas sin tuitear.
El equipo de prensa de Presidencia baja en grupo la calle Quart y confirma que los consellers y el presidente están reunidos en el Palau de la Generalitat, y poco más. Se hacen las 23:00. Por las radios se oye la intervención de Pablo Iglesias, el anuncio de retirada de Rosa Díez, la arenga a los suyos del popular Carlos Floriano... pero en el PPCV todo son esperas.
Algún motorista se chotea entonando con el claxon los compases de la victoria y un grupo de simpatizantes de Podemos no duda e ponerse bajo el logo y posar con el pulgar hacia abajo, para animación de los cámaras y el estupor de los populares que no saben lo que hacer. La policía observa, pero se mantiene a distancia.
Alguien avisa que bajan. Que será Fabra el que hable. Que ya casi son las doce y esto ya se acaba.