MADRID. Al final, las advertencias de los servicios de inteligencia de EE UU se vieron plenamente justificadas cuando Putin lanzó una invasión a gran escala de Ucrania la madrugada del jueves. Durante los dos días siguientes, los mercados dieron un giro salvaje, pero la sensación de que las sanciones occidentales harían que Rusia quedara totalmente aislada del mundo financiero impulsó un repunte en la mayoría de activos de riesgo a última hora del viernes. En el momento de escribir estas líneas esto ya ha quedado obsoleto, ya que las sanciones occidentales se intensificaron durante el fin de semana y Putin puso a las fuerzas nucleares rusas en alerta, y se ha visto una nueva huida hacía los activos seguros en las primeras horas del comercio asiático.
La semana pasada se pudieron discernir dos temas. En primer lugar, el dólar estadounidense vuelve a ser refugio seguro. El franco suizo y el yen japonés también lo son, pero en menor medida. En segundo lugar, las materias primas subieron, encabezadas por el complejo energético, al igual que lo hicieron las divisas de los países exportadores de materias primas (la corona noruega subió con fuerza frente a todas las divisas del mundo), con la evidente excepción del rublo.
Obviamente, los acontecimientos de Ucrania y Rusia impulsarán los mercados de divisas, pero también lo harán las reacciones de los bancos centrales a la crisis, que probablemente agudizará las presiones inflacionistas al tiempo que añadirá riesgos económicos a la baja, especialmente en Europa. El panorama es muy incierto, pero haremos todo lo posible por informar sobre los principales acontecimientos.
La cuestión clave para el euro pasa a ser ahora la medida en la que el BCE retrase el endurecimiento de la política monetaria en respuesta a la guerra entre Rusia y Ucrania. El endurecimiento de las sanciones anunciado el fin de semana aumenta el riesgo de que se interrumpa el suministro de energía rusa a Europa, lo que será inflacionista y perjudicial para la capacidad de producción de toda la economía, una mezcla desagradable cuya respuesta no es evidente. En una situación normal, los datos de inflación de febrero que se publican este martes dominarían la semana, pero obviamente los acontecimientos entre Rusia y Ucrania y la reacción de los miembros del BCE serán mucho más importantes esta semana.
Estados Unidos es una economía relativamente autónoma y no depende de Rusia para el suministro de energía. Por lo tanto, es posible que sufra relativamente menos las consecuencias económicas a largo plazo de la guerra en Ucrania y las sanciones draconianas anunciadas por Occidente, y por lo tanto no es sorprendente que el dólar sea la divisa de refugio seguro de entre las principales divisas. La semana pasada la inflación volvió a sorprender al alza, esta vez en la cifra del PCE. El informe de nóminas no agrícolas que se publicará esta semana también se perfila como muy fuerte, con fuertes presiones salariales. Al igual que en el caso del BCE, siguen existiendo dudas sobre si la Reserva Federal realmente puede permitirse el lujo de retrasar la retirada de la acomodación monetaria ante un nuevo shock inflacionista. El testimonio del presidente Powell ante el Congreso el miércoles y el jueves debería aportar algo de claridad en este sentido, y lo consideramos el acontecimiento clave de la semana, además, por supuesto, de los acontecimientos en torno a la invasión rusa de Ucrania.
La libra esterlina ha tenido una semana especialmente difícil, cayendo bruscamente frente a todas las demás divisas del G10. Además de la huida de los activos de riesgo, los miembros del Banco de Inglaterra trataron de restar importancia a los votos de los cuatro miembros del Comité de Política Monetaria a favor de una subida de 50 puntos básicos en su última reunión. Esta semana no hay muchas noticias, por lo que la libra esterlina cotizará principalmente en línea con los activos de riesgo, es decir, dependerá de los acontecimientos geopolíticos.
Enrique Díaz-Álvarez es director de Riesgos de Ebury