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LA LIBRERÍA  

David Trashumante: "La pena más constante en estos tiempos es la que se niega"

23/04/2018 - 

VALÈNCIA. La editorial Ya lo dijo Casimiro Parker es la responsable de publicar este poemario de título 'Apenas' que nos ha ofrecido la posibilidad de hablar con su autor sobre su poesía, de poesía, de meterse a poeta y de todo lo demás

Parece que las penas abundan. ¿Escasean las alegrías?

David Trashumante (Logroño, 1978), autor de Apenas (Ya lo dijo Casimiro Parker, 2018): No, pero son más fugaces. La alegría, la felicidad, es algo muy puntual, muy acotado, muy intenso, algo que nos permite alcanzar un sentimiento de plenitud si llegamos a sentirnos realizados como personas, pero la felicidad no está hecha exclusivamente de felicidad: la tristeza y el saber cómo manejarla también forma parte de esa realización. La pena sin embargo sí es algo más constante.

¿Qué tipo de pena es la más común en estos tiempos?

La pena más constante en estos tiempos es la que se niega. La que la gente está intentando ocultar constantemente. Nadie quiere reconocer que el entorno en el que estamos viviendo no nos gusta, y que nos afecta, y que por tanto tendemos hacia la depresión. La depresión, por ejemplo, está declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud. Se tiende a esconderla con narcóticos, con consumo, con programas de televisión, con banalidades, con todo lo que haga falta para no quedarnos a solas con ella.

¿Te ha ayudado este libro a conjurar las penas que te tocan a ti?

Este libro nace de una cosa muy sencilla; vengo de una trayectoria de muchas luchas sociales, mucha militancia, y de repente descubrí que estaba haciendo de mí un cínico, una persona que de repente ve a los chavales partiéndose la cara y piensa, ya he pasado por ahí, he tenido varias entradas en el calabozo, he estado en una plaza del 15M, ya me han manipulado y engañado cientos de veces... Empezaba a nacer un cínico que se decía que el statu quo iba a ser siempre así. Y lo que no me daba cuenta es que el cinismo es un mecanismo de defensa que empleaba porque ya no soportaba más mantenerme en el estado de afectación, ya no podía mantener mi capacidad de indignación intacta.

 

¿Cómo puedes mantenerte en tus trece sin que eso acabe devastándote?

Evidentemente está la protección del amor, de nuestro entorno más cercano, un entorno solidario, de cuidados. Pero asumir que este mundo nos afecta es importante. Hay que pensar en que es como un acúfeno que siempre está ahí. En mi caso por dentro había una angustia y me dije que iba a dejarla manar. Este es mi octavo libro pero es el libro que empecé a escribir como al principio, por puro desahogo. Necesitaba hacer un poema al día, los volcaba directamente en Facebook. Sin trabajar siquiera, puro desahogo. Más tarde empecé a ver que ahí había algo y empecé a trabajarlo. Pero ese fue el estímulo: asumir que estaba en el engranaje, sufriéndolo, pero que sin embargo no me contemplaba como una persona afectada por ello. Siempre estoy lanzando discursos sobre qué mal está el mundo pero no me lo hago rebotar contra mi propio cuerpo.

 En ese sentido Apenas es una vuelta a los orígenes.

En ese sentido sí. En ese sentido es mi libro más honesto, el que se cose más a mi biografía. No me gusta la poesía confesional porque como decía David González de la poesía de la experiencia, es poesía-ficción. A veces de tanto confesionalismo uno pasa a novelizarse a sí mismo. Pero sí que es verdad que sin ser un libro confesional, Apenas está muy cosido a lo que trataba Juan Gelman en su libro Hechos y relaciones: cómo se relaciona la poesía con los hechos de la vida que nos suceden.

¿Por qué crees que la gente esconde esa afección?

Bueno, porque vivimos en el imperio de la autoayuda, del emprendedor, del autoempleo, de todos los problemas son nuestros y si no lo llevas bien es porque bueno... Vivimos en el tiempo del coach. Por eso mismo este libro es un libro anticomercial, sobre todo ahora que vivimos un retorno al estereotipo más edulcorado de la poesía. Ese retorno es totalmente plano, desactiva cualquier tipo de removimiento que pudiera conseguir un poema: encuentras lo que esperas y esperas que se reproduzca. Hemos entrado en una fenomenología pop de la poesía. La industria ha entrado directamente a explotarla porque ha encontrado una fórmula que vende libros, que funciona, porque la gente la compra sin compromiso: es una lectura de absorción rápida, propia de los tiempos.

¿Atraviesa la poesía un buen momento entonces?

Yo no veo que la poesía viva un buen momento, todo lo contrario, creo que vivimos un momento muy reaccionario. Yo que vengo de finales de los noventa, que he visto nacer un montón de festivales independientes y de espacios, que vengo del do it yourself, de toda aquel postpunk que empezó a generar editoriales y fanzines, veo que de alguna manera, ese espíritu que tuvo una eclosión en las redes, sobre todo con la gente joven que se dijo, no me siento identificado con nada de lo que me rodea, voy a crear mi propio contenido porque es que no me lo ofrece, de repente lo han cogido y lo han desvirtuado. Ahora hay mucha gente que se mete a poeta porque mola, porque es tendencia, porque puedes ser famoso. Ya no es que tengas lectores o lectoras, tienes followers. Ahora ha entrado otro léxico, se lo dije el otro día a Patricia Benito, que ha escrito Primero de poeta, o se lo dije a Loreto Sesma, dije bueno, habéis entrado en una lógica mercantilista de la poesía. Yo no quiero ser un purista que diga que la poesía tiene que ser siempre para una minoría, no, pero entrar a valorar una obra por el número de followers y el número de ventas me parece demencial.

¿Cuánto crees que va a tardar la industria en quemar el fenómeno de la poesía de Instagram?

Yo le doy cinco años. En cinco años ya no va a quedar ni media. Estamos atendiendo ahora a Brandon, que lo han metido ahí directamente de promoción encubierta en Got Talent, y creo que todo esto va a llegar a un top. De hecho tenemos al propio Luis del Olmo recitando un poema a la semana en el programa del Cárdenas este. Es decir, esto de repente mola. Luego está el fenómeno de los cantantes y músicos que vienen del pop que están publicando porque el CD está obsoleto y entonces publicar un libro les sigue dando algo. Es todo un maneje de la industria. Y eso es lo que siempre cuestiono y critico a toda esta generación de la poesía intensa, siempre les digo: no tengo ningún problema en que escribáis, mis primeros poemas se llamaban Llamaradas de pasión, entiendes, va con la edad, con las hormonas. Pero que no cuestionéis para nada que os metan tan rápido en la rueda del consumo, cuando habláis además de una poesía, lo que digo yo, “de la revolución entre tus piernas”, que bueno, es muy guay que hayas escuchado a los Doors, es muy guay que acabes de comerte un coño, pero de ahí a que eso sea revolucionario... Es ignorancia, no pasa nada, eso se cura. Pero lo otro no. Que te den un adelanto de seis mil euros por tu primer libro, por tu siguiente, que te rueden un videoclip, y que te digan que eres la puta hostia, y que encima ahora la academia esté arrimando cebolleta dándote premios literarios... Porque quieren vender libros... Eso es lo que creo que nunca nos había pasado en la poesía y verlo ahora es muy doloroso.

Y tú, ¿consideras este tipo de obras poesía?

Como decía Nicanor Parra: todo es poesía menos la poesía.

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