Una ruta turística recorre los cines emblemáticos de la ciudad, ahora abandonados o reconvertidos en lugares dedicados a la hostelería y restauración
VALÈNCIA. El 10 de septiembre de 1896 el Teatro Apolo programó, entre dos representaciones cómicas, el debut de Charles Kalb “con el maravilloso invento El Cinematógrafo”. Fueron las primeras imágenes proyectadas en tierras valencianas. Y tal fue el éxito, que el tal Kall tuvo que quedarse -imprevisiblemente- en València hasta finales de octubre y pedir más cintas a París.
Hubo un tiempo en el que el centro de València no eran franquicias y restaurantes. Hace algunas décadas. Igual como ahora te puedes comprar seis hamburguesas diferente en el mismo kilómetro cuadrado, entonces el centro de València lo ocupaban cines. Eran pequeños, algunos comerciales, y otros de reestreno. Pero sin duda, es un hecho diferenciador del centro de la ciudad.
Una ruta turística recupera ahora el centro histórico de València como un lugar de cine, revisitando -por supuesto- algunos de los cines más míticos, pero sin olvidarse tampoco de los rodajes más importantes o de los acontecimientos que fueron a la par de la Historia del cine, como el primer cine de la ciudad, o la primera proyección sonora.
Se trata de una iniciativa de Caminart, una cooperativa de rutas turísticas, junto a Roberto Tortosa, autor de los libros La València Insólita I y La València Insólita II. Precisamente, fue en 2017 cuando desde la cooperativa se animó al escritor a diseñar una propuesta que ahora se materializa y cuya próxima salida será este viernes 23. La duración es de aproximadamente dos horas.
En estas, se hace una parada en la plaza del Ayuntamiento -por ejemplo- para hablar The Boy Who Stole a Million de Charles Crichton (Un pez llamado Wanda), que se convirtió en un auténtico film maldito y cuyo estreno en València se hizo en 2016 en el marco de la Mostra Viva. En este film, un niño pasea por las arquitecturas más importantes de la época, y refleja la València de Goerlich, la del olor a azahar en primavera, la que nos recuerdan que cualquier tiempo pasado es pasado. En la misma plaza del Ayuntamiento hay otra parada obligatoria: el edificio Rialto, el único de los cines míticos de la ciudad que se conserva, aunque con trampa -es de titularidad pública porque alberga un teatro público y la sede de la Filmoteca.
Otra de las paradas obligatorias es la plaza Redonda, ahora epicentro del turismo foráneo, pero que además ha inspirado a películas como Un Tranvía a la Malvarrosa, Gracias por la propina, La Bicicleta, Esperando a Gabriel o Paella Today. Diferentes épocas y diferentes géneros, que recuerdan que València puede ser plató de cine más allá de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Así lo ha sido, con el impulso de Bollywood en los últimos años.
La actividad está dirigida a un público local, que quiera redescubrir la ciudad desde la perspectiva cinéfila, pero no únicamente desde el prisma de la exhibición, sino entendiendo València como lugar de cine, en el que desarrollar, experimentar y ver films. "Vienen desde estudiantes que no tienen casi bagaje cinematográfico hasta jubilados que quieren conocer un poco mejor la historia que vivieron", explica César Guardeño, de Caminart.
El panorama que dibuja la ruta es fuerza diferente al actual, donde muchos de los edificios que albergaron cines están abandonados, desaparecidos, o reconvertidos en un restaurante o en un uso más turístico que cultural. La cuenta de Instagram @valenciadecine recupera fotografías, entradas y algunos datos de las más de 70 salas que llegó a tener València simultáneamente. Sus responsables, Eduard Martín e Ignacio Errando, están haciendo un documental que sirva de resumen de esa perspectiva, con una mirada romántica al pasado. Se llamará Cuando València era de cine.
Y es así, la sala Rex está desaparecida; la Jesusalem ahora es una discoteca y sala de conciertos; la Capitol, reconvertida en un restaurante (aunque se conserva la fachada original); el Metropol, en plena lucha para que el Ayuntamiento tome partido y lo proteja de su estado de abandono... Si València fue una ciudad de cine, como demuestra esta ruta, ahora la situación ha cambiado mucho.